Trataré de expresar a continuación lo que muchos de mis compañeros militares y yo mismo -retirados o en la reserva, y no pocos en activo- pensamos a cerca de la evidente hegemonía del franquismo en la Fuerzas Armadas.
En primer lugar, estimo esencialmente contradictorio -y por ello engañoso- pretender combatir el franquismo militar respetando a su vez la monarquía reinstaurada por Franco, afianzada por sus leyes de sucesión, base jurídica que perpetúa el derecho de los Borbones a la jefatura del Estado y al mando supremo de las Fuerzas Armadas, incluida su inviolabilidad absoluta.
No es extraño, por tanto, que las poderosas fuerzas nacionales e internacionales que se beneficiaron de la dictadura, y controlaron la llamada Transición, sigan amparando la impunidad de sus crímenes y no toleren de hecho que la ideología franquista desaparezca del Ejército, sino todo lo contrario, pues es uno de sus principales baluartes.
La escandalosa presencia en París del rey Borbón Juan Carlos I, evasor de impuestos, miembro de la dinastía del derrocado y después decapitado rey Borbón Luis XVI, que ha culminado con su recepción en el Palacio del Eliseo por parte del Presidente la República Francesa, Sr. Macron, lo prueban; una escena grotesca que debería de suscitar la inmediata respuesta del Gobierno de coalición progresista y de los partidos parlamentarios que lo sustentan.
Por si hubiese dudas sobre la catadura de este personaje, la veterana periodista, próxima a la Casa Real, Pilar Urbano, autora de la obra “La gran desmemoria”, afirmó: “Para el presidente Suarez estaba claro que el alma del 23-F era el Rey”.
Es decir, el Rey fue el inductor del secuestro violento del Parlamento y consiguiente actuación terrorista contra los representantes electos de la soberanía popular; entre otras actuaciones gravemente delictivas llevadas a cabo, aunque encubiertas bajo el espeso manto del secreto de Estado.
La situación política y social preludian un ascenso del neofascismo en Occidente, exacerbado por la Guerra de Ucrania. En realidad, una guerra propiciada por los USA contra la Federación de Rusia, retaguardia de la emergente potencia China. Un conflicto, en definitiva, provocado claramente por la OTAN, a fin de expandir su zona de influencia y el control de los gigantescos recursos del gran continente euroasiático, del que formamos parte.
Nada nuevo. El estallido de la primera Guerra Mundial en 1914 presenta similitudes evidentes con la división de la II Internacional, que se posicionó al lado de sus respectivas burguesías en conflicto. Hoy lo vuelven a hacer. Aunque no solo la II Internacional, sino también los partidos procedentes de la disuelta III Internacional, que se dividen, alineándose bajo el mando de sus respectivas oligarquías.
No es posible, por tanto, la reforma democrática del ejército refundado por Franco, mentor de la reinstaurada monarquía, como se desprende del estudio llevado a cabo por nuestro compañero Luis Gonzalo Segura, en dos de sus más importantes obras publicadas: “El libro negro del Ejército español” y “El Ejército de Vox”.
Ninguna reforma será efectiva para la erradicación del franquismo en las Fuerzas Armadas, en tanto no se restablezca la legalidad republicana, asaltada por una banda de forajidos, que provocaron una guerra civil, cientos de miles de víctimas e implantaron su dictadura, prolongada cuarenta años mediante el terror que infundía su ejército, su policía y sus jueces. Se trata de una dinastía cómplice de la sublevación militar contra la República, como lo prueban los documentos publicados por el excelente historiador Ángel Viñas.
La monarquía reinstaurada por Franco es una rancia institución medieval, cimentada sobre las víctimas del franquismo. El Rey, último jefe de la dictadura, impuesto en la Transición por el enorme poder militar y financiero de las fuerzas conservadoras que la controlaron, fue confirmado en el cargo mediante un referéndum tramposo e ilegítimo.
Por todo ello, opino que la Asociación Civil Milicia y República (ACMYR), a la que pertenezco, ha de mantener una posición crítica respecto a opciones políticas que apoyen -de una u otra forma- la permanencia en la Jefatura del Estado y de las FAS de un rey inviolable, por tanto absolutamente impune aunque delinca; una prerrogativa absolutista.
ACMYR está presidida por nuestro compañero Floren Dimas, Oficial del Ejército del Aire, tenaz investigador del periodo más oscuro de nuestra historia reciente: el fracasado golpe militar del 18 de julio de 1936, la consiguiente Guerra Civil y el exilio republicano.
Su reciente conferencia en Motril (Granada), “Tópicos y mitos de la marina franquista”, con motivo del aniversario de una los mayores masacres de personas inocentes en la llamada “Desbandá”, dan prueba una vez más de la solvencia de nuestro compañero como conferenciante e investigador histórico.
Al ser ACMYR una asociación civil apartidista -con un enfoque de interés militar, republicano y antifranquista, como se desprende de sus estatutos- opino que sus asociados somos individualmente libres de defender las opciones políticas o electorales que cada uno estime acorde con sus respectivas convicciones. Se trata, a mi juicio, de que contribuyamos, en la medida de nuestras posibilidades, a allanar el camino hacia la recuperación de la legitimidad republicana, asaltada por el poder militar de las fuerzas reaccionarias.
Por otro lado, la unidad del Estado español, si bien es deseable, no es admisible que sirva de pretexto para que personajes emboscados tras un régimen trucado implanten un sistema crecientemente totalitario, mediante la aniquilación sistemática de los valores democráticos que defendemos junto a otras asociaciones, como el Foro Milicia y Democracia (FMD).
Las naciones sin Estado que sometidas conviven junto a otros pueblos del Estado español, han de poder decidir su futuro en libertad. Sin la proclamación de la República, que restituya la legalidad republicana destruida por la fuerza de las armas, no habrá posibilidad alguna de fraguar en paz una fraternidad que posibilite su cohesión en torno a un futuro común europeo.
Los valores democráticos que defendemos son contrarios a los expresados por el antiguo edecán del Rey, y presidente de la fundación Franco, general Chicharro: “la patria es anterior y más importante que la democracia», porque «el patriotismo es un sentimiento y la Constitución no es más que una ley”.
El Rey, mando supremo de las Fuerzas Armadas, no es neutral, pues contradice con descarada frecuencia su teórico deber de neutralidad política en el debate público. Por tanto, nosotros, tampoco lo seremos. Será un camino arduo, lleno de dificultades, que hemos de recorrer con valor, como lo están haciendo ejemplarmente nuestros compañeros Luis Gonzalo Segura, Marco A. Santos Soto y Cristina Valdearcos, miembros del Colectivo Anemoi.
Luis Gonzalo, Oficial del Ejército de Tierra, sigue expulsado por su denuncia de la corrupción existente en el seno de las Fuerzas Armadas. Expulsión que viola flagrantemente uno de los tratados de la Unión Europea.
Marco A. Santos, Cabo del Ejército de Tierra, sigue expulsado por decir “salud y república”, adhiriéndose a un escrito contra el repugnante manifiesto franquista, que había sido firmado por cientos de militares, entre ellos generales, almirantes y oficiales, muchos retirados y otros en la reserva o en activo. Y ello pese a haber sido anulada por el Tribunal Supremo la injusta sanción que le fue impuesta.
Cristina Valdearcos, Artillera del Ejército de Tierra, sigue también expulsada tras soportar un criminal acoso, además de haber tenido que padecer calumnias infames, urdidas por las cloacas militares mediante falsificación de pruebas que, como es habitual, sufren las compañeras y compañeros militares que se atreven a desafiar al poder militar franquista, base del ilegítimo poder del Rey.
Manuel Ruiz Robles. Capitán de Navío de la Armada (r). coordinador del Colectivo Anemoi, fue miembro de la UMD.
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