La tercera cumbre de Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), con los dirigentes de la Unión Europea, que se realiza este 17-18 de julio en Bruselas, finalmente ha puesto de manifiesto hacia dónde se dirige el nuevo ciclo de acumulación del capital en el siglo XXI; tendencias que fueron expresadas en los principales punto de la agenda discutida (donde hubo acuerdo global entre mandatarios): La inflación. La seguridad alimentaria (¿ aumento del hambre?) La salud. Las migraciones. Las energías limpias y, la “transición” social verde y digital, con sociedades sostenibles y equitativas (¿revoluciones progresistas de color verde?).
Aunque también hubo una ligera contradicción en torno a la caracterización de la guerra en Ucrania y el apoyo latinoamericano y caribeño a este país. Apoyo, que se puso en salmuera mientras se convence a los “escépticos”, como se llama en Europa a los mandatarios latinoamericanos que han expresado el principio colectivo de que Latinoamérica y el Caribe es (y debe seguir siendo) una Región de paz sin pertenencia a ningún bloque militar. Por ejemplo, es de extrañar la ninguna discusión o referencia de la enorme y peligrosa contradicción que representa para toda la Región, el hecho de que actualmente Colombia (donde el ejército estadounidense posee 7 bases militares) es el único socio latinoamericano de la OTAN, en una extraña sociedad con la que el Estado colombiano todavía pretende resolver el conflicto interno que agobia a su población desde el inicio de la Guerra Fría.
Pero, fuera del gran espectáculo mediático y propagandístico que conlleva una cumbre de ese tipo, la reunión ha dejado ver un poco más en profundidad las varias contradicciones que subyacen en la esencia de esta nueva acomodación generadas por el capital global en su movimiento de acumulación actual, el que finalmente empieza a entender lo que la guerra de Ucrania ha demostrado con hechos concretos:
Primero: Que por errores de cálculo la economía rusa y su dirigencia no colapsaron, en el corto tiempo, como creía la dirigencia Imperial global, sino que logró sobreponerse, reforzar su ejército y conducir su operación militar hacia una guerra de posiciones, trincheras y de desgaste, que ha metido a la OTAN en un pantano difícil de salir, con la amenaza de prolongarse y escalar peligrosamente hacia una situación impredecible. Además, la economía rusa pudo estrechar sus lazos con las potentes economías china e hindú, así como con otras potencias menores emergentes, lo que le ha permitido sostener el reto a la OTAN, no solo en Ucrania, sino en toda Europa y en el mundo mostrando al mundo una nueva realidad multipolar.
EEUU que durante la Guerra Fría, tuvo por obsesión encontrar aliados contra la URSS, incluyendo a la China a la que logró atraer durante la reacción capitalista de Deng Xiaoping, bajo el lema burdo de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo; hoy ante el surgimiento de una fuerte y potente alianza capitalista rival que se ha dado en llamar EURASIA, el Hegemón imperialista global se encuentra que ese mismo principio se ha generalizado y lo están aplicando a discreción la mayoría de sus antiguos aliados que pretenden librarse o emanciparse de su coyunda explotadora y saqueadora.
Segundo: Así mismo, la guerra en Ucrania ha mostrado con contundencia dentro de una nueva realidad universal que estamos presenciando, varios hechos globales concretos: a) La emergencia de un mundo multicéntrico, multipolar, o multilateral, o como se prefiera. b) El declive convulso y caótico del Hegemón estadounidense que reemplazó al inglés a finales del siglo XIX y se convirtió en ÚNICO después de la destrucción de la URSS 1991 ( lo que los filósofos socialdemócratas en su relato “progresista verde” han simbolizado con el derrumbe del muro de Berlín en 1989). c) Los intentos descontrolados incluso desesperados, tanto económicos, como militares y diplomáticos (por ejemplo la realización de una cumbre como esta para recabar apoyos diplomáticos con retórica inversionista, con el fin de lograr legitimidad y continuar con la ofensiva militar). d) Que definitivamente, querámoslo o no, estamos en un periodo de “transición hegemónica” como las analizadas por ese gran intelectual italiano Giovanni Arrighi, en su conocido libro “El Largo Siglo XX. Ed Akal. 1999, donde enraizando la categoría sociopolítica Gramsciana de hegemonía, con la madre de todas las ciencias sociales, la Historia; nos pone frente a un proceso complejo y caótico de cambio sistémico (¿remplazo de Hegemón ?) que en todos los ciclos de acumulación permanente de capital descritos hasta la actualidad; el hispano portugués, seguido del ciclo holandés, luego inglés, y finalmente hasta la actualidad el estadounidense; implicó 4 cuatro características persistentes que Arrighi describe en las páginas 53 -56 op citada, y que deseo rescatar:
1) Construcción del Estado y conducción de la guerra, 2) Equilibrio de poder entre las potencias dominantes 3) Costes industriales de la protección, es decir conseguir que la guerra se pague por sí misma. 4) establecimiento de redes amplias de diplomacia residencial y comercial, para el desarrollo del comercio a larga distancia durante el llamado “capitalismo comercial” en los inicios del capitalismo, el que luego de la terrible y sangrienta acumulación de capital que produjo el saqueo de continentes enteros, primero el americano en la hegemonía hispano portuguesa. Luego el sur asiático de la hegemonía holandesa. Seguido por el capitalismo industrial basado en el saqueo de los subcontinentes indio, chino y del continente africano durante la hegemonía británica, y por último, la Relación de Producción globalizada del saqueo de TODOS los continentes anteriores durante la hegemonía estadounidense .
Tercero: Pero la guerra en la estepa ucraniana,también ha mostrado la profunda crisis conceptual en la que se debate la llamada Izquierda Marxista (en sus múltiples versiones europeas o latinoamericanas), desde la destrucción de la URSS y el triunfo del relato socialdemócrata de la caída del muro de Berlín y el fin de la historia. Prácticamente no hay dos versiones parecidas o creíbles. Los corazones, para no decir las mentes, de los Marxistas de hoy están partidos no por el análisis concreto de la situación concreta, sino por la nostalgia. Si apoyar a Rusia a la que todavía se asocia con la añorada Unión Soviética. O apoyar a Ucrania, que según la versión estadounidense astutamente muy difundida y lo peor aceptada; lucha por su derecho a la autodeterminación, principio defendido por Lenin. Claro que obviando la historia de ese país, el régimen nacionalsocialista de los seguidores de Bandera que actualmente dirige la guerra y sobre todo, la lucha por la autodeterminación del Donbass, de Crimea y demás regiones de habla rusa bajo jurisdicción ucraniana apoyada militarmente por Rusia.
Otro tanto sucede con China; que sigue en nuestros corazones como aquella heroica revolución guiada por el genial Mao Zedong. Y es obvio que ese reencuentro entre Rusia y China que corrigió la desgraciada ruptura de fines de los años 50, y que ha gestado la potente figura de Eurasia es algo para considerar muy positivamente y con esperanza. De igual manera se deben ver los espectaculares avances de la economía y los logros sociales de todo el pueblo chino, la fortaleza del Estado chino guiado por el partido comunista más grande del mundo, y su emergencia incuestionable como potencia mundial junto con su presencia en todos los continentes rivalizando con el Hegemón imperialista global en decadencia.
Pero hay varios hechos más que se deben considerar: Que tanto la Rusia como la China actuales, y la emergente potencia Euroasiática que se ha conformado (hasta que no se demuestre lo contrario) son grandes potencias capitalistas en ascenso que están luchando por sus intereses nacionales, en donde predomina el trabajo asalariado, se produce plusvalía, se acumula capital en grandes volúmenes y hay una intensa lucha de clases reflejada en huelgas y movimientos reivindicativos salariales.
Y sobre todo, que el Hegemón imperialista global en decadencia, por más debilitado que esté luchando por todos los medios que tiene a su alcance que son gigantescos, ilimitados y pavorosos, y aunque esté en decadencia o en vías de ser reemplazada, mientras pueda (ojo, mientras pueda), seguirá actuando como la pavorosa potencia capitalista que es. Por lo tanto, no se le puede alegremente mandar al cuarto de los trastos viejos. Hay que seguir considerándola como lo que es.
Con esto, surge la pregunta. ¿Es acaso el capitalismo ruso o chino mejor o peor que el capitalismo surgido históricamente en el llamado mundo Occidental ? Obviamente el modo de producción capitalista, así como el Sistema Global del Imperialismo, capitalista y neoliberal actual, son conceptos y categorías abstractas que contienen una realidad histórica concreta a las que NO se les puede aplicar nociones morales. Y si bien, para Latinoamericana y el Caribe la presencia histórica de Rusia y China no ha sido nunca comparable, ni por un instante, con la presencia sangrienta, genocida y saqueadora de de los imperios hegemónicos coloniales estudiados por Arrighi (mencionados arriba), NO por eso Rusia y China dejan de ser potencias capitalistas en ascenso y consolidación, que están en lucha con otras potencias rivales por sus intereses nacionales concretos. Y así, los marxistas que por principio luchan por la emancipación de la clase obrera , es decir por la liberación de los obreros de la explotación, opresión y alienación capitalistas, deben tener en cuenta esta consideración en el momento de tomar su decisión política, y de guiar a los obreros y a los pueblos que dicen guiar con sus declaraciones, y no dejarse llevar por el principio oportunista de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
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