Me hizo el honor Heriberto Feraudy Espino (1940) de solicitarme realizar la presentación de su último libro en la Feria del Libro de La Habana. Se trata del título “Para no olvidar. Miradas desde la memoria” (Ruth Casa Editorial, 2023)
“Para no olvidar. Miradas desde la memoria”, resulta un libro fascinante sobre 35 personalidades en la Revolución. Aportación de interés como fuente testimonial para avanzar en la deuda que tenemos: La de hacer la Historia de la Revolución en el poder. Es además –¡en contribución de importancia y urgencia!– un documento precioso para enseñar Historia de la Revolución.
El libro es prologado por Germán Sánchez Otero, uno de los cientistas sociales cubanos que sigo desde que en 1973 de la mano de su amigo y mi profesor Federico Chang, conocí su artículo sobre el Moncada en el contexto americano de la época. Ahí con Germán tienen los lectores un acicate más para leer la obra. Me libera de explicar en sistema lo que ha hecho Feraudy. Nunca lo podré hacer mejor que el prologuista. Me referiré al libro tal como lo leí, sentí y sumí en mi condición de historiador y maestro de Historia.
El autor
Escritor, investigador en temas históricos, etnológicos, sociológicos y culturales, africanista, políglota, Embajador… intelectual orgánico del más genuino sustrato popular, Feraudy es esencialmente un intelectual comunista de la escuela martiana y fidelista.
Héroes de la Guerra de Liberación
Confirma “Para no olvidar. Miradas desde la memoria”, que la nuestra es tierra de héroes y heroínas. Nos dice que la historia total la hacemos todos, los héroes conocidos, los menos y los desconocidos: Los Héroes-Héroes, inobjetables, y los que alguna vez abandonaron y dudaron, rectificaron y se consagraron en el heroísmo cotidiano. Narra lo inédito de quienes ya están en la Historia, y también nos presenta la historia de “gente sin Historia”. Desde las personalidades en su anecdotario, fija caracteres y valores. Los antihéroes y demás antagonistas también se sienten en el relato. Logra Feraudy esa latencia porque no hay historia sin contrarios.
La entrega mayor del libro que presento, está en el dibujo preciso del heroísmo que se vive hacia dentro de las personalidades, a nivel de psicología, sentimiento, eticidad y conciencia política. Cuando Feraudy describe a los héroes nos los coloca en situaciones que lejos de las estatuas, los humaniza, para dejarnos en la admiración de lo posible-heroico: Bien domina el autor la dialéctica del heroísmo y la continuidad fidelista: ¡Nosotros entonces habríamos sido como ellos, ellos hoy habrían sido como nosotros![1]
Cuando describe al Comandante Efigenio Ameijeiras Delgado fajándose a tiro limpio de ametralladora con un avión de la tiranía: ¡sentimos los corajes del coloso!
Camilo Cienfuegos lo despertó una madrugada a punta de cañón en desquite de disgusto. Sentimos al héroe de la Sierra y el Llano, de Yaguajay, muy bravo, pero no con el joven policía rebelde Feraudy, y si con un pequeño grupo de combatientes de su columna, que armados, indisciplinados y pasados de tragos, había sido reducidos, conducidos y encerrados en un calabozo por la nueva e imparcial policía revolucionaria.
Recordaba el devenido en policía, las palabras de su Comandante Jefe del II Frente, Raúl Castro Ruz, cuando les dio la misión que tendrían en la capital, y les alertó: “Van para La Habana coqueta…”. Y sus hermanos de la tropa de Camilo habían pecado frente a esas “seducciones habaneras”. Honor hace el autor al sentido de la disciplina y legalidad de Camilo, que instruyó de causa a los alborotadores, y fueron conducidos presos a La Cabaña.
De la Guerra de Liberación al internacionalismo
El Jorge Risquet Valdés que conocí pletórico de energías, inteligente y sobre todo listo, rápido en pensamiento y acción, está muy bien presentado en el texto. La memoria de Feraudy es sin dudas un homenaje del autor al jefe y amigo que peleaba su último combate.
A la convocatoria que me hizo Risquet para trabajar por el reconocimiento de la heroína Mariana Grajales Cuello como Madre de la Patria, debo precisamente mi amistad con Feraudy, a quien ya conocía y con quien coincidía por su incansable activismo en la lucha contra la discriminación racial. La desmemoria sobre el aporte de los negros a la historia y cultura patria, y en particular la labor por esclarecer la condición independentista de José Antonio Aponte Ulabarra, el héroe de mi barrio en Centro Habana, ya nos había identificado.
“Busca a Feraudy y ponte de acuerdo con él”. Pienso que mi amistad de hoy con el autor, como las muchas que en Cuba, América Latina y África supo tejer Risquet, resulta uno de sus legados más trascendentales: De esos legados que hacen los inmortales.
El autor nos comparte su memoria del otro gigante del internacionalismo que fue el Comandante Manuel Piñeiro Losada. Fidel tuvo en Risquet y Piñeiro a los más brillantes articuladores de sus ideas sobre la lucha antimperialista a escala global, el movimiento de liberación nacional, y las misiones solidarias militares y civiles realizadas por más de 400 mil cubanos y cubanas. Y junto con los jefes fidelistas también Feraudy recuerda desde sus vivencias -en pasajes inéditos- a Eliseo Reyes Rodríguez, el Capitán San Luis, y a Ulises Estrada Lescaille.
Fundadores del MINREX
Dos fundadores el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) Raúl Roa García héroe de la cultura política cubana –protagonista y el mejor cronista-analista de la Revolución del 1930-34-, fundador con Fidel de la diplomacia revolucionaria, y su continuador inmediato como canciller, Isidoro Malmierca Peoli, están en el libro en sus dimensiones personológicas.
Roa en su culta jovialidad criolla, en el espíritu “jodiende” como lo calificara su propio hijo Raúl Roa Kourí. Tuve el honor de conocerlo, y la oportunidad de preguntarle sobre la historia, y de sentado se paró, gesticuló, caminó, se me creció hasta en estatura… En torbellino de imágenes me llegó el Julio Antonio Mella que escuchó en el Patio de los Laureles, las tánganas con Pablo de la Torriente y Gabriel Barceló… Feraudy me hizo recordar ese privilegio que tuve cuando iniciaba mis primeros balbuceos como historiador. El canciller Malmierca, formado en la Juventud Socialista, fundador de los Órganos de la Seguridad, con un carácter muy distinto al de Roa: Serio, de “rostro frío e impenetrable” nos lo define Feraudy, para de inmediato presentárnoslo en su intimidad, tarareando y cantando las canciones de Juan Formell y los Van Van: “¡No lo podía creer!”, ratifica el autor cuando nos regala su memoria.
“El Papa cubano”
Activista también en lucha contra los prejuicios hacia los creyentes, el autor sitúa en la historia a José Felipe Carneado Rodríguez, el veterano militante del primer Partido Comunista “hombre de combate y de pelea”, que se destacó en la lucha contra el Machadato y el Batistato. Y al triunfo de la Revolución fue miembro del Comité Central del Partido y Jefe de su Oficina de Asuntos Religiosos durante 32 años de su fructífera vida.
Carneado era por demás un ser amable y profesor cultísimo. Concitó el respeto de todos, me consta que hasta entre los émulos del anti marxismo llamado “ateísmo científico. Los religiosos de las más disímiles Iglesias y denominaciones encontraron en el dirigente comunista atención, comprensión y apoyo. Mis amistades religiosas situadas en los mundos católicos –mi madre en particular-, protestantes y afrocubanos lo adoraban.
El tema religioso, la santería y lo abakuá confluye en las memorias de Feraudy, en sus amistades, en sus acciones de hermanar a Cuba con sus raíces africanas.
De cimarronas y héroes de la cultura cubana
Me emocionó el dibujo sobre Leyda Oquendo Barrios, la cimarrona la conceptualiza Feraudy! Preciosa cientista y activista revolucionaria, maestra y amiga. El pincel del autor traza a luz y color la sensibilidad de Nisia Agüero Benítez, otra cimarrona. Estaba en el público asistente, modesta y siempre presente, no he compartido como con Leyda en su cercanía, pero de conocerme, esta gloria de la cultura nacional me saludó como al discípulo amigo de toda la vida, y le di mi beso de respeto y cariño.
En igualdad que ratifica Feraudy coloca a Panchita, una cubana del mundo del trabajo, fiel en su integridad cultural e histórica, en la responsabilidad y peso de dignidades, por ser biznieta de la Madre de la Patria Mariana Grajales.
En el libro de Feraudy están presentes amigos y maestros, héroes de la cultura artística y literaria: Los más reconocidos: Nicolás Guillén, Harold Gramatges Leyte-Vidal, Pablo Armando Fernández, Rogelio Martínez Furè… y otros también dignos de reconocimiento, más anónimos fuera del ámbito de su realización: Marcelino Arozarena Ramos; Rigoberto López, Eloy Machado Pèrez (El Ambia) Serafín «Tato« Quiñones…
De la cultura científico social nos da su testimonio sobre Walterio Carbonel y Pedro Deschamps Chapeaux, para continuar con quienes tuve el privilegio de aprender y compartir en amistad: con Fernando Martínez Heredia –y con Fernando su “odisea” por Antonio Guiteras Holmes-, Esteban Morales Domínguez, y Juan Valdés Paz…
La memoria-semblanza de Eusebio Leal Spengler, es la que yo hubiera hecho de tener el genio literario y la precisión política de Feraudy.
Figuras internacionales
En su vínculo con Cuba está Chávez, nuestro mejor amigo, el Ooni de Ife, amigo africano que honró al autor con un noble título, por sus méritos personales y por ser un Embajador de Fidel.
Hay respeto hacia el ex presidente mexicano Luis Echavarria y su hijo, que lo invitan y agasajan como personalidad distinguida. Pero este Feraudy que hace gala de su escuela de diplomacia revolucionaria, no olvida y así lo precisa que al “expresidente parte del pueblo mexicano no le perdona la Masacre de Tatlhelolco”.
Dos ejes de la colección
Un eje en esta colección de personalidades está en la crítica al dogma, al izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo que supo diagnosticar Lenin, mal del que no se ha podido curar el movimiento revolucionario, del que no nos hemos librado hasta hoy en Cuba.
“Diversionismo ideológico” era la principal y más grave acusación que en los años setenta se puso de moda, entre los sensores dueños de lo ideológica y políticamente correcto. Y no se trataba de que tal fenómeno no existiera y calificara por aquellos días la labor enemiga coordinada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a través de la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA) y demás centros de la actividad subversiva, sino en cómo los oportunistas encaramados en cargos y jefaturas dentro de la Revolución, manipulaban a los honrados intoxicados de izquierdismo, para quitarse la amenaza de quienes sabían les harían difícil su subsistencia mediocre.
En confluencia con lo anterior, o como patología en paralelo, otro eje está en recordarnos la mención guevariana a las “historias ocultas” en las Revoluciones, las miserias, los intereses personales y los prejuicios humanos, que tenemos que vencer los hombres y mujeres en emancipación, los que voluntariamente estamos y hacemos en Revolución. A la sabiduría de Leal acude Feraudy para resolver este acertijo humano: “El mismo diría –se refiere el autor al destacado continuador de Emilio Roig de Leuchsenring– que nadie es perfecto. Todos los seres humanos tienen sus luces y sus sombras”.
La amistad
Se aprecia en el libro la admiración y el respeto del autor por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque. Narra Feraudy que intercedió ante el Comandante a favor de un compañero, porque a pesar de ser reiteradamente propuesto por su ejemplar entrega revolucionaria, no se le otorgaba la militancia en el Partido. La apreciación que le dio el Comandante de la Revolución sobre la persona de referencia fue ríspida y muy negativa. Y la respuesta de Feraudy en este libro que les invito leer, constituye un monumento a la ética, a la profesionalidad intelectual y a la amistad:
Pública en el texto la opinión del Comandante de la Revolución, y a la vez dedica una de sus semblanzas al compañero tan fuertemente imputado, a quien –para no dejar dudas– desde el título, asume como su amigo.
¡Feraudy le dio a su amigo y compañero de heroísmo cotidiano, la oportunidad de decir y publicar su verdad! Verdad dura: Abandonó el campamento militar de los revolucionarios, que en la profundidad de la mexicana selva de Tamaulipas, se preparaban con Fidel para la heroica travesía del yate Granma: “inmaduro, analfabeto político y con residencia en USA –declara el aludido- no medí que abandonaba al hombre y la causa más importante del siglo XX”.
Conocemos por el propio criterio del hombre cuestionado su juicio sobre lo ocurrido. La autocrítica pública que ya en sí es un hecho de vergüenza y valor personal. La memoria y el testimonio nos dejan así una lección abierta a interpretaciones, que en sus varios caminos todas confluyen en pensarnos como sujetos en la historia. Para mí esta memoria fue un regalo hermoso, que luego de las emociones de los Héroes-héroes, me conmovió, que agradezco también por todo lo que puede aportar a la reflexión de mis estudiantes. Para que se piensen los jóvenes y los no tan jóvenes que hoy, bajo las presiones del imperio abandonan la causa más importante de la nación cubana en los siglos XX y XXI.
Recuerdos de un fidelista
Con el título de “Recuerdos de un fidelista”, el autor aborda su mirada sobre el Comandante en Jefe. Se refiere a las visitas casi diarias que hacía Fidel a la Universidad de la Habana, para conversar con los estudiantes, citas que no abandonó ni durante los tensos días de la crisis de octubre en 1962. De sus diálogos con los jóvenes… La ascensión al Pico turquino en columna liderada por Fidel nos traslada casi cinematográficamente a la Sierra Maestra, y a lo vivido con sus condiscípulos…
Confirma Feraudy la visión política del Comandante en sus relaciones internacionales, en particular con las personalidades y líderes africanos: En estas experiencias, afirma que pudo constatar que una de las mayores virtudes de Fidel era “su profunda sensibilidad humana y solidaria”.
Pero Fidel no solo está en el capítulo de memoria. La obra en su conjunto resulta un homenaje al Comandante en Jefe: “Recuerdos de un fidelista” bien pudiera ser el título del libro, por su sentido de realización, hacer y mensaje.
La unidad para el hoy
“Para no olvidar. Miradas desde la memoria” tributa a la lucha política que hoy trascurre en Cuba. Visto el asunto de las personalidades en el plano político, en el espacio definitivo de la lucha de clases, es José Salvador Massip Ysalgué quien se encarga de responder. Este fundador de la cinematografía revolucionaria y del nuevo cine latinoamericano, a la pregunta que le formula Feraudy sobre su filme Baraguá responde:
“El ataque al cuartel Moncada, el desembarco del Granma y la Sierra Maestra están de pie sobre una acumulación tremenda de muchas experiencias revolucionarias anteriores. Esta película era una reacción sobre esa gran derrota que fue el Pacto del Zanjón, que fue la mayor derrota que haya sufrido la revolución en toda su historia quizás. Era necesario mostrar como en estas circunstancias la historiográfica clásica académica, que algunos inadecuadamente llaman burguesa, la atribuyeron a factores que se pueden clasificar de externos: la división fundamental entre los cubanos. Se obvian factores ideológicos que son los decisivos”.
“Son los factores que yo llamo de una asimetría ideológica –continúa Massip– donde hay un grupo de revolucionarios peleando por la independencia, pero que no son tan revolucionarios como otros que además tiene un carácter más popular, que vienen más de abajo”.
¿Cuántos cuadros y militantes hoy mismo, atendemos esta sabia precisión teórico-práctica de Massip? ¿Cuántos nos quedamos solo en la referencia a la unidad, sin profundizar en los contenidos de principios y esencia, en los posicionamientos ideológicos que precisan de actuación pedagógica, crítica correctiva y hasta de sanción-reeducación, posicionamientos que en última instancia hacen conciliable o irreconciliable la unidad, la forjan en puro acero, o la dejan fraguar con las impurezas que provocaran su fractura? La unidad no se puede construir a costa de eludir, esconder y/o “perdonar” errores e inconsecuencias de naturaleza ética, de ilegalidad e irrespeto.
El currículo oculto
El libro en la medida que trata a las personalidades que Feraudy conoció, se convierte también en una biografía política, intelectual y ética del propio autor. Aquí está en trazos muy honestos lo que los pedagogos referimos como “currículo oculto”. El currículo que devela el libro nos coloca a un hombre en sus circunstancias, y nos permite verle en medio del entramado histórico Les invito a que descubran este otro relato implícito y no menos aportador. Solo me voy a referir a claves principales:
“De Roa –cuenta el autor- supe por primera vez a través de una revista Bohemia donde describía lo sucedido aquel fatídico 30 de septiembre cuando resultó asesinado el líder estudiantil Rafael Trejo. Este hecho marcó mi vida para siempre –nos dice el autor- A partir de esa lectura me hice el firme propósito de iniciarme en la lucha revolucionaria. Lo que puede la lectura y el ejemplo; tenía entonces yo 14 años de edad”.
Y el texto que ha escrito nos deja claro que cumplió el jovencito su propósito. Se incorporó como combatiente al Ejército Rebelde a los 18 años, y tras el triunfo de enero fue fundador de la Policía Nacional Revolucionaria con 19 abriles.
No vivió Feraudy de su inmediato pasado, en complacencia de acomodos. Se fue a completar su formación profesional. Y en la Universidad continuó su hacer de rebeldías. Ingresó en la naciente Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), y se la pasó en conflictos dentro de la Universidad… Desde entonces se ganó el atributo de díscolo y conflictivo. Fue uno de los protagonistas de una complicada página en la Universidad de La Habana donde todos los militantes de la UJC de la Facultad de Humanidades fueron sancionados por supuesta “desviación ideológica”.
Feraudy se va de voluntario para la Isla de la Juventud, y es de los jóvenes que fertiliza con trabajo duro, la idea de Fidel de convertir la pretérita isla en la Isla de la Juventud. Es 1967, y por sus resultados como obrero de la construcción sus compañeros lo seleccionan para representarlos en el acto de conmemoración del 26 de julio en Santiago de Cuba. Del regreso de Santiago Leyda Oquendo le avisa que su diario personal, perdido en la travesía hasta Gerona, estaba en poder del secretario de la UJC en la Isla, el mismo compañero que al frente de la organización juvenil en la Universidad había sido quien lideró la sanción colectiva de la que fue objeto. Nuevo conflicto, ahora con quien se había apoderado de su diario…
De regreso de la Isla dirige una fábrica de la Empresa de Confecciones textiles. Allí es elegido en asamblea trabajador ejemplar, primer requisito de masas que debe ser cumplido para ingresar en el Partido Comunista de Cuba (PCC). No le otorgan la militancia en aquel primer proceso por “el problema ideológico” que había tenido en la Universidad.
En plenitud de su labor como Embajador, le alertó el Comandante de la Revolución Almeida que le estaban preparando “una cama”, y no pasó mucho tiempo sin que se develara la urdimbre de intrigas que le aviso el Comandante y amigo…
Y como todo hombre de méritos no hay en Feraudy anatemas y juicios fiscales, no dibuja a los sujetos del mal hacer, no pierde tiempo en gente vergonzante, si precisa su existencia en alerta de vigilancia prospectiva, y expone sus conductas para que sea el juicio del lector quien tome partido. Hay si en descargo, una fina ironía, porque sin dudas quien narra sus memorias ganó las partidas.
En tiempos donde aún el tejido fidelista de la unidad se resentía de las herencias de los sectarismos que padecieron todas las organizaciones revolucionarias, en los complicados años sesenta de la universidad habanera, Feraudy era amigo y condiscípulo de Silvio Castro Fernández, héroe de la lucha clandestina en las milicias del Movimiento 26 de Julio de la capital, y allí en “la Colina” se hizo de la amistad del profesor Juan Nuiry Sánchez también héroe clandestino y combatiente de la Sierra, fundador del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, quien lo invita a compartir sus tareas. Súmese la secuencia de figuras del Partido Socialista Popular –el primer Partido Comunista- que conoce y sobre las que acumula las amistades y los respetos que las memorias se evidencian.
Y es que Feraudy deja sed de saber. ¿Cuántos valiosos e inéditos testimonios aún conserva? ¿Cuánto análisis históricos en privilegio de saberes nos podrá aportar sobre la Historia de la Revolución? Visto en esta perspectiva “Para no olvidar. Miradas desde la memoria” debiera ser el primero de varios tomos.
La enseñanza de la Historia
Llega el libro que presentamos en un momento de mucho debate sobre la enseñanza de la Historia. Concluyo con dos comentarios recién compartidos en mi muro de Facebook:
La profesora universitaria e historiadora banense Teresa Zaldívar Zaldívara a propósito de un Taller sobre la motivación en la Historia comentó: “No olvidar que la historia la hacen los hombres y la escriben los hombres. No podemos olvidar eso que se conoce en el mundo académico: ¨La gente sin historia¨. Mientras nos empeñemos en darle más valor a la historia desde el poder y no reconozcamos a la ¨gente sin historia¨ los estudiantes o los vecinos nos seguirán viendo como “viejos panfletarios”.
Pavel Revelo Álvarez, vicedecano en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Camagüey coincide: “Teresa Zaldívar, por eso es tan importante la reconstrucción o reescritura de la historia estimando las fuentes orales, los tesoros vivos que portan informaciones inéditas y a veces son aplastados, silenciados o desestimados por un pensamiento moderno basado en las teorías cientificistas, tecnocráticas y positivistas…”.
Mis colegas de coincidencia necesitan de libros de la magnitud pedagógica de “Para no olvidar. Miradas desde la memoria”.
La creación de Heriberto Feraudy Espino: literatura histórica, apegada a los hechos y multiplicada por la imaginación, inmersa en el mundo de lo real, mágico y maravilloso de un negro cubano, antillano y caribeño, que en Revolución se comprometió, aprendió y peleó por los caminos de su tierra y del mundo… resulta una entrega de excelencia para la educación patriótica y ciudadana:
Necesitamos, urge, dotar el discurso de la enseñanza con hechos y personalidades que por sí mismas creen motivos para la acción, conciencia, valores y sentimientos. Hacer, estudiar, investigar, incorporar y sentir, comunicar, proyectar, formar a lo Feraudy, es lo que necesitamos hoy del maestro y la maestra cubanos. Hay que poner corazón: ¡“bomba”! como se dice en Centro Habana mi barrio de niñez y juventud, que primero lo fue del fundador Aponte.
Gracias.
Nota:
El libro puede adquirirse en: https://ruthtienda.com/inicio/1168-para-no-olvidar-memorias-desde-el-recuerdo.html
[1] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto celebrado en la escalinata de la Universidad de La Habana honrando a los mártires del 13 de marzo, el 13 de marzo de 1965. En: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1965/esp/f130365e.html
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