Cuba se prepara para conmemorar el 1ro. de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, en dígase condiciones austeras; va con la buena nueva de haber arribado el 26 de abril al millón de visitantes internacionales -de una meta de 3 en este 2024-, pero con su sector turístico en medio de un escándalo internacional: el extraño caso de los cadáveres viajeros.
El caso ha sido más que reportado en decenas de medios de al menos América y Europa, mientras la prensa cubana, inefable, casi en silencio total; sólo Prensa Latina y Portal Cuba se han referido al hecho y, ojo, son medios orientados al exterior.
Lo ocurrido es más dañino para la imagen del turismo criollo que el esfuerzo de cien oficiales CIA, porque la simple anécdota es un revelador indicio de carencias mucho más graves que un error fúnebre.
Por tanto, nadie venga con la justificación barata de inculpar a las sí «éticamente inaceptables» medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra Cuba, vulgo bloqueo. El extraño caso de los cadáveres viajeros – enviados dos a Canadá y Rusia, cada uno al país equivocado – es negligencia monda y lironda, pura irresponsabilidad y, a entender de este periodista, prueba al canto de la baja competitividad del turismo criollo, sin dudas una de las causas de su muy baja tasa de ocupación lineal, de su presumible pobre índice de retorno, de ese «misterio nacional» que es su rentabilidad, mientras se construyen hoteles cuyo destino parece ser estar repletos…de habitaciones vacías.
Datos a la mano: las inversiones asociadas al turismo promedian más o menos 39,2% del total en el período 2020-23 – todas o en alto grado con capital nacional -, mientras las asociadas a agricultura, alimentación, salud y ciencia e innovación tecnológica promedian por sector un 4,3%, respectivamente.
¿Va a alimentarse a los presuntos turistas con importaciones, hambre ya en boca de media Cuba? ¿Cómo se explica, quién pide cuentas en la Asamblea Nacional del Poder Popular, por ejemplo? ¿Cuál prensa al interior de Cuba investiga, más cuando prestigiosos economistas criollos señalan esa sí, auténtica distorsión, al decir del premier Manuel Marrero?
Describiendo el caso
De acuerdo con diversos medios, el pasado 22 de marzo el turista canadiense Faraj Allah Jarjour (68) falleció de un infarto mientras nadaba en las paradisíacas aguas de Varadero, Matanzas. Según relatan familiares presentes, su cadáver permaneció ocho horas sobre una tumbona, hasta ser recogido por un auto; no había ambulancia o carro fúnebre a disposición.
Apenas comenzaba el sufrimiento. La familia pagó 10 mil dólares canadienses por el traslado del cadáver a Canadá, más 15 mil de gastos de funeral…para un aún desconocido turista ruso; los Jarour se enteraron tras ser informados por los empleados de la funeraria, que al proceder a embalsamar el cadáver vieron que las fotos del occiso no se correspondían con el cuerpo presente.
Peor aún: los familiares no supieron de su ser querido hasta más o menos un mes después: se le sepultó en una localidad ¡al norte de Rusia! Se calcula que tomará alrededor de un mes más para que puedan dar el último adiós a su patriarca, quien en vida fue un prestigioso florista.
«Permuta de cadáveres», diríase, mientras se recuerda al clásico del cine cubano «La muerte de un burócrata», de Tomás Gutiérrez Alea. Por ahora parece responsable la firma criolla ASISTUR aunque según noticias ésta no se ha pronunciado sobre tamaña negligencia.
Macabro, bien macabro este extraño caso de los cadáveres viajeros; dolor y desconcierto aparte de al menos una familia, porque el supuesto difunto ruso -en verdad Jarour-, fue sepultado sin que se haya reportado una queja. Parece que nadie se molestó en identificar correctamente al occiso, por esos lares de Rusia, cuya burocracia o sus funerarios parecen estar más ocupados con «lo de Ucrania», que con elementales trámites de control de muertos comunes y corrientes.
Mientras la familia Jarour sufre, diplomacias van y vienen: la ministra de Exteriores canadiense Mèlanie Joy, apuntó en X: «He hablado con mi homólogo cubano, @BrunoRguezP, sobre el caso del señor Jarjour. Compartimos la máxima preocupación por la inimaginable situación que enfrenta su familia, con quienes hablé ayer. Canadá seguirá ayudando a la familia Jarjour hasta que se resuelva esta situación».
Joy, con el debido respeto, no tiene idea de que en este «hervorio caribeño de las ninfas», lo inimaginable puede ser cotidiano. Por su parte, el canciller criollo, Bruno Rodríguez Parrilla, respondió: «Conversé telefónicamente con Canciller @melaniejoly por desafortunado incidente en traslado de restos de ciudadano de Canadá fallecido en Cuba… Autoridades cubanas investigan hecho para esclarecerlo. Trasladé disculpas y sentidas condolencias a familiares y allegados de fallecido».
¿»Desafortunado incidente»? Protocolos, protocolos, ya devueltos los 10 mil dólares canadienses por gastos de traslado, y pregunta en pie: ¿se y cómo se indemnizará a la familia Jarour por los daños y perjuicios ocasionados, así como a consecuencia? «La salud de Dina Ghoulam, casada con Faraj Jarjour desde hace 35 años, ha empeorado en el último mes, sobre todo con los giros de guión que se han acumulado desde el fallecimiento de su esposo», reporta SWI.
¿Único caso, el de Jarour y el ruso desconocido?
Pues no. De seguir la pista en el tiempo, aparece esta breve cronología:
2014. Gigel Tonea. Muerto a consecuencia de un golpe de propela de una lancha que incursionó en el área de bañistas del hotel Gran Club Santa Lucía, en la cayería del Norte de Camagüey.
2019. Suzanne L’Esperance, una turista procedente de Quebec, Canadá, falleció tras sentirse mal y ser trasladada de urgencia a un hospital; según reportes, se sintió preocupada por el pésimo estado del centro hospitalario, por lo que pidió a sus hijos ayuda para retornar a Canadá; éstos iniciaron los trámites pero se toparon con que el hospital pedía 13 mil dólares en efectivo – o incluso más – para permitir a la mujer marcharse; al salir del hospital en busca del dinero, la turista canadiense cayó muerta de un infarto.
2020. Antoinette Traboulsi, turista canadiense asesinada y enterrada en una playa de Varadero, golpeada antes de morir en su rostro y en el cráneo, lo que eventualmente le produjo la muerte, reveló el reporte forense. La mujer había llegado al país que llamaba “su segunda casa”, el 13 de noviembre de 2020 a tomarse unas vacaciones tras el “duro trabajo que tuvo en el hospital con el coronavirus”.
Nathalie Fraser, de 52 años de edad, fue también asesinada en el balneario, principal polo turístico del país. Fraser había desaparecido el pasado 18 de enero, luego de haber arribado a Cuba en diciembre. Su cadáver fue encontrado a finales de ese mes, cerca de la localidad turística de Varadero, en las cercanías de Matanzas, en un hecho del que lo último que se supo es que su novio, un músico cubano, fue arrestado.
¿Se han esclarecido estos crímenes, existe información de prensa cubana sobre los mismos? ¿Cuántas veces este periodista ha denunciado que desde 1975 los Anuarios Estadísticos de Cuba no publican cifras sobre el delito?
2024. Mientras los casos de Jarour y el ruso desconocido navegan por Internet, otro es denunciado. «Jennifer Trottier,hija de Marc-André Trottier, fallecido en un balneario de Cayo Largo, dijo que su padre murió en circunstancias que aún no andan claras y que hasta el día de hoy no está segura de si recibió las cenizas de su ser querido…La joven denunció, además, que no tuvo ayuda de la embajada de Canadá en la isla. ‘Como inicialmente había un error en los números, recibimos los restos de un hombre que había fallecido en Panamá y que también debía regresar a Montreal’ explicó Trottier…Añadió que días después recibió las cenizas de su padre, aunque todavía tiene dudas sobre la veracidad de las mismas».
Todos los casos aquí reseñados tienen varias referencias en Internet, pero ninguna de la prensa cubana: ya se hace inaceptable que uno de los más de siete millones de cubanos residentes y usuarios de Internet apunte en Google «turista canadiense muerto en Cuba», se encuentre con este inventario de cadáveres y no tenga respuestas en los medios criollos; por cierto de propiedad socialista de todo el pueblo, no usurpación en favor de tales o más cuales. No se olvide, aunque tal parece que «hay amnesia».
¿Encender la luz?
No será sorpresa para este periodista que tales o más cuales se disgusten por este artículo, y hasta lleguen a decir que su autor está dañando la imagen del turismo cubano; como si sus índices ya no avisaran que va mal, muy mal; no sólo por el bloqueo estadounidense, o a consecuencia de lo que por ahí se nombra «guerra cognitiva», en esa rara afición a crear eufemismos ideològicos observable en Cuba; hasta un colega dado al humorismo los está coleccionando.
Sin perjuicio de lo anterior, el turismo va mal, muy mal, porque en primer lugar muchos se hacen los sordos ante esta cita del gran periodista polaco Ryzsard Kapucynski: «El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse.”
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.