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Francia

El feminacionalismo del FN/RN: una apropiación del feminismo con fines racistas

Fuentes: Viento Sur

En medio de la crisis política que vive el país desde las últimas elecciones europeas, el feminacionalismo de extrema derecha [1] no cesa. Esta campaña para las elecciones legislativas anticipadas desencadenadas por la disolución de la Asamblea Nacional por Macron el 9 de junio es una oportunidad para que Rassemblement National (RN) reactive su instrumentalización […]

En medio de la crisis política que vive el país desde las últimas elecciones europeas, el feminacionalismo de extrema derecha [1] no cesa. Esta campaña para las elecciones legislativas anticipadas desencadenadas por la disolución de la Asamblea Nacional por Macron el 9 de junio es una oportunidad para que Rassemblement National (RN) reactive su instrumentalización favorita de los derechos de las mujeres.

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El lunes 17 de junio, Jordan Bardella compartió un vídeo en Twitter en el que se dirigía «a todas las mujeres de Francia». En su carrera por el puesto de Primer Ministro, Bardella apuesta por el feminacionalismo imperante, presentándose como «el [futuro] Primer Ministro que garantizará indefectiblemente a todas las niñas y mujeres de Francia sus derechos y libertades».

En 2 minutos y 33 segundos, el Presidente de RN repasó los ya conocidos tópicos feminacionalistas. Tras atacar a la izquierda radical, Bardella se postula como garante de la igualdad entre mujeres y hombres, destacando «la libertad de vestirse como se quiera» y «la libertad de disponer de su cuerpo» antes de añadir que «en Francia, las mujeres son libres, y lo seguirán siendo». Enumera los escasos votos de los diputados de RN en la Asamblea Nacional a favor de las mujeres, en particular para un mejor tratamiento de la endometriosis, o para la lucha contra las mutilaciones genitales, que a menudo se destacan como forma de denuncia de prácticas culturales no europeas.

Bardella también mencionó el apoyo de los diputados de RN al tratamiento del cáncer de mama, y prometió luchar contra los desiertos ginecológicos. La mayoría de las medidas mencionadas se refieren al acceso de las mujeres a la atención sanitaria, y se trata de posturas consensuadas y de bajo riesgo. Sólo una de las medidas que menciona en la lucha contra la violencia contra las mujeres se refiere al voto para aumentar el número de plazas de alojamiento de emergencia para mujeres víctimas de violencia, de nuevo una postura poco controvertida.

«Marine Le Pen apoyó la inclusión del aborto en la Constitución». Bardella no precisa que la mitad de las y los diputados de RN no votaron a favor del texto en el Congreso de Versalles. Fue el partido que más se abstuvo durante la votación, con un 26%, y un 14% votó en contra. Como señaló el colectivo Grève Féministe en un artículo publicado en Libération en mayo, los diputados de RN también votaron en contra de una resolución que condenaba a Polonia por prohibir el aborto. El grupo también se abstuvo en la introducción del derecho al aborto en la Carta Europea de Derechos Fundamentales. En cuanto a la lucha contra la violencia de género y sexual, las y los eurodiputados de RN votaron en contra de una resolución destinada a combatir el acoso sexual en las instituciones de la UE.

También en el Parlamento Europeo, en septiembre de 2022, las y los eurodiputados de RN votaron en contra del salario mínimo europeo, una medida destinada a mejorar la situación de muchas mujeres. En julio de 2022, ya habían votado en contra de la enmienda para elevar el salario mínimo francés a 1.500 euros, presentada en el marco del proyecto de ley de protección del poder adquisitivo. En cuanto al acceso de las mujeres a puestos de responsabilidad, en julio de 2023, el RN votó en contra del proyecto de ley para reforzar el acceso de las mujeres a puestos de responsabilidad en la función pública la Asamblea Nacional. A pesar de presentarse como aliado de las mujeres, RN tiene la costumbre de obstaculizar cualquier posible avance en materia de justicia social para las mujeres[2].

Bardella termina su discurso reafirmando la lucha contra la inseguridad, «que atenta contra la libertad de cada mujer en Francia para circular por la calle y los espacios públicos», optando por centrarse en una sola forma de violencia de género que, como veremos más adelante, le permite estigmatizar a la juventud de origen inmigrante y de los barrios populares. Por último, propone la deportación de las personas delicuentes extranjeras que cometan violencia sexual y de género, una medida propuesta a menudo por RN y que refleja el tema de la remigración, elemento central de la teoría del Gran Reemplazo tan apreciada por el movimiento identitario. Al dirigirse específicamente a las mujeres y pedirles el voto para RN, Bardella reactiva la retórica feminista-nacionalista de Marine Le Pen y de muchos otros actores políticos de la extrema derecha.

La intensificación de una dinámica feminacionalista ya consumada

Nada de esto es nuevo. Si acaso, esta campaña electoral es una oportunidad para intensificar la dinámica feminacionalista que ya conocemos desde hace más de una década. Cuando Marine Le Pen tomó el relevo de su padre al frente del partido en 2012, se embarcó en una estrategia de normalización en la que el uso de la retórica feminista y de los derechos de las mujeres forma parte integral.

Como han demostrado Nonna Mayer, Anja Durovic y Abdelkarim Amengay, esta estrategia de «normalización de género»[3] parece haber dado sus frutos entre las mujeres votantes, que han «alcanzado» a los hombres en el voto a RN[4]. Si bien esta reducción de la brecha de género en el voto a la extrema derecha se observó en las elecciones presidenciales de 2012, 2017 y 2022, ahora también es evidente en las elecciones intermedias, en particular en las últimas elecciones europeas.

Francia es uno de los pocos casos en los que la «brecha de género de la derecha radical» se ha reducido, lo que indica una tendencia preocupante en la creciente identificación de las mujeres con la extrema derecha y sus programas políticos. Para atraer aún más esos votos femeninos, los partidos de extrema derecha están dispuestos a capitalizar el camino ya recorrido por el feminacionalismo.

Al diferenciarse del partido Reconquête de Éric Zemmour, que ha demostrado atraer a más hombres que mujeres[5], RN aprovecha la oportunidad que le brinda la aparición de este nuevo partido de extrema derecha. Durante la campaña presidencial de 2022, Bardella declaró que la cuestión de las mujeres era «un importante punto de divergencia» entre RN y Reconquête. Al afirmar que una de las diferencias fundamentales entre RN y Reconquête es el respeto de los derechos de la mujer, y al afirmar que «no cree que las mujeres deban ser excluidas del poder», Bardella se opone discursivamente a las opiniones sexistas y patriarcales de Zemmour.

Esta estrategia de distinción es una continuación del enfoque iniciado por Marine Le Pen, pero ahora se beneficia de un contexto de oportunidad política particularmente favorable. Éste se caracteriza no sólo por la emergencia de un nuevo partido de extrema derecha, cuya sobrepuja racista y antifeminista permite normalizar aún más a RN, incluso en materia de género -aunque sus programas sean de hecho muy similares-, sino también por un feminacionalismo que se extiende a diferentes ámbitos políticos. Es el caso, en particular, de los movimientos sociales de la extrema derecha identitaria, pero también de las políticas desarrolladas por los actores del feminismo de Estado macronista.

La retórica feminacionalista de los partidos políticos de extrema derecha, en particular de la RN, se apoya en las movilizaciones identitarias de mujeres que se han desarrollado en los últimos cinco años. El colectivo de mujeres no mestizas Némésis, que se reivindica como «feminista identitario», pone en práctica esta apropiación del feminismo por parte de la extrema derecha, esta vez a nivel de movimientos sociales. Fundado por Alice Cordier en 2019, este colectivo forma parte del movimiento identitario y defiende una agenda etnodiferencialista heredada de la Nueva Derecha. Desde su creación, goza de una gran visibilidad en los medios de comunicación, alentada por los canales de televisión de Bolloré, y su activismo se despliega en las redes sociales o a través de acciones de agitprop destinadas a interrumpir las manifestaciones feministas[6].

Las jóvenes activistas de clase media y alta, a menudo estudiantes o ya tituladas superiores, sitúan la lucha contra el acoso callejero en el centro de su movilización. Al presentarlo como la principal amenaza sexista, perpetrada exclusivamente por hombres inmigrantes o de origen inmigrante, y al defender una política estrictamente antiinmigración y antiislam, las activistas adaptan esta causa a la agenda etnonacionalista propia del movimiento identitario y de los movimientos de extrema derecha en general.

La racialización del sexismo está en el centro de la apropiación del feminismo por parte de la extrema derecha: con el objetivo de atribuir las actitudes sexistas y la violencia a los Otros, principalmente inmigrantes y jóvenes franceses de origen inmigrante y obrero, este proceso desplaza la causa del sexismo de las desigualdades estructurales de género a la cultura. Al mismo tiempo, las activistas feministas nacionalistas de extrema derecha consideran que las luchas feministas contemporáneas están desfasadas y ya no son relevantes, y sitúan la amenaza sexista fuera del hogar -cuando la mayoría de la violencia sexual tiene lugar en círculos íntimos- y fuera de las fronteras nacionales. Así, la solución propuesta a los problemas de la violencia sexual y de género ya no es la prevención y la educación para la igualdad, sino exclusivamente la represión penal y las políticas antinmigración.

Utilizado a menudo para referirse a la explotación de la retórica y las ideas feministas por parte de actores de extrema derecha, el concepto de feminacionalismo recoge de hecho una dinámica ideológica más amplia que la de la extrema derecha. La socióloga Sara Farris, que originó el concepto, lo define como una convergencia de actores tradicionalmente opuestos que se unen en torno a una postura antiinmigración y/o antiislam en nombre de los derechos de la mujer. Entre estos actores se encuentran partidos nacionalistas de extrema derecha, actores neoliberales y gobiernos, así como ciertas feministas y demócratas, entendidos como los actores institucionales encargados de promover políticas de defensa de los derechos de las mujeres desde el aparato estatal.

En este sentido, es importante subrayar que el desarrollo del feminacionalismo no se limita a RN o a la extrema derecha en el contexto francés. También ha sido alentado por otros actores políticos bajo los mandatos presidenciales de Macron, empezando por Marlène Schiappa. Exministra de Derechos de la Mujer y luego ministra delegada de Ciudadanía en el Ministerio del Interior, Schiappa trabajó por una política de seguridad en la lucha contra la violencia sexual y de género, teñida de la racialización del sexismo. Al dar prioridad al despliegue de agentes de policía en determinados barrios, proponer los llamados Quartiers de Reconquête Républicaine (QSR), vincular más estrechamente la lucha contra el «comunitarismo y el separatismo» a la lucha contra la VSG, y proponer la expulsión de los extranjeros culpables de VSG, Schiappa ya estaba desplegando una política fundamentalmente feminacionalista.

Al situar la criminalización del acoso callejero en el centro de la agenda política del feminismo de Estado, Schiappa estaba abriendo una brecha en la consolidación del feminacionalismo. Enmarcada principalmente como un problema territorializado y racializado, del que se dice que es competencia exclusiva de los hombres jóvenes inmigrantes o de origen inmigrante poscolonial, principalmente norteafricanos y africanos que viven en barrios obreros, toda la campaña política y mediática en torno al acoso callejero ha sido una gran oportunidad política para las fuerzas de extrema derecha.

Acoso callejero y violencia de género en el espacio público: una causa estratégica explotada por la extrema derecha

Es principalmente a través de la apropiación selectiva de ciertas causas feministas bien definidas como las fuerzas de extrema derecha afirman defender los derechos de las mujeres. El acoso callejero y, más ampliamente, la violencia contra las mujeres en el espacio público, son causas estratégicas en este sentido: fácilmente adaptables a la agenda política de la extrema derecha, les permiten presentarse como defensores de los derechos de las mujeres sin dejar de ser fieles a sus reivindicaciones identitarias y antiinmigración.

La apropiación por parte de la extrema derecha de la lucha contra el acoso callejero ya se consumó durante la campaña para las elecciones presidenciales de 2022. Las y los candidatos de los partidos nacionalistas se posicionaron sobre esta cuestión, proponiendo una política de seguridad y antiinmigración como la mejor manera de proteger a las mujeres en la calle. Marine Le Pen propuso endurecer las penas por acoso callejero, tipificando como delito el «desprecio sexista».

Durante la misma campaña, Bardella ya se había erigido en defensor de las mujeres contra el acoso callejero y lo había vinculado a las poblaciones inmigrantes o de origen inmigrante, en particular mediante un discurso racista pronunciado en BFMTV en hora de máxima audiencia, en el que reafirmaba el tema de la emigración:

«¡A los acosadores franceses hay que meterlos en la cárcel, y a los extranjeros en el avión! Siempre, siempre los mismos perfiles. Hay que decir a esta gente: si venís a Francia, comportaos con las mujeres como nos comportamos con las mujeres en Francia. Si vienen a Francia para comportarse como se comportan allí, entonces tienen que quedarse allí».

Zemmour, por su parte, presentó su candidatura presidencial como «la que mejor defiende a las mujeres», y subrayó, en un tono crítico con las feministas, que el peligro para las mujeres de hoy no es «un hipotético patriarcado blanco».

Una vez reelegido en 2022, Macron puso en práctica la propuesta presentada por Marine Le Pen, y reforzó la represión del acoso callejero al tipificarlo como delito cuando se comete con circunstancias agravantes (enumeradas por la ley Schiappa de 2018). Como en muchos otros temas, como la ley de inmigración, la macronía adopta así la misma línea que RN, y sigue una política de extrema derecha.

Tras ser penalizado por Schiappa y ser objeto de debates públicos y políticos saturados de la racialización del sexismo, el acoso callejero se está convirtiendo en una causa a la que se unen todos los representantes y activistas de extrema derecha. Un análisis de esta evolución en torno a la causa contra el acoso revela la oportunidad que representaba para la intensificación del feminacionalismo.

Esta dinámica se reproduce con motivo de las elecciones legislativas del 30 de junio y el 7 de julio. Con la extrema derecha a las puertas del poder, es mucho lo que está en juego. Es esencial reafirmar la lucha por los derechos de las mujeres y contra el feminacionalismo, contra cualquier intento de la extrema derecha de apropiarse de las ideas y las luchas feministas. Más allá de ciertas causas feministas que pueden ser explotadas por la extrema derecha, y que son explotadas únicamente con fines nacionalistas y racistas, huelga decir que ningún proyecto feminista auténtico puede ser defendido por los reaccionarios y el campo nacionalista.

El programa del Nuevo Frente Popular, la unión de la izquierda formada a raíz de la disolución de la Asamblea Nacional, se inscribe en una lógica feminista de emancipación social de las mujeres y las personas LGBTQ+, en particular proponiendo una amplia lucha contra la violencia sexual y de género y la violencia LGBTfóbica, rebajando la edad de jubilación -una cuestión fundamentalmente feminista- o introduciendo la igualdad salarial y creando permisos menstruales. Estas medidas, combinadas con propuestas más amplias sobre justicia social y derechos de los trabajadores, antirracismo, derecho a la vivienda y defensa de las libertades civiles, son las que más posibilidades tienen de promover la emancipación real de las mujeres. Contra las políticas racistas y capitalistas de los bloques nacionalistas y burgueses, por la justicia social, feminista y medioambiental, sólo hay una alternativa: ¡el Nuevo Frente Popular!

Artículo original: Le fémonationalisme du FN/RN : une appropriation du féminisme à des fins racistes Traducción: viento sur

Notas:

[1] A menudo utilizado para designar la utilización del feminismo con fines nacionalistas y racistas, Contretemps ha dedicado varios artículos a este concepto aquí y aquí.

[2] En el episodio 5 del podcast Minuit dans le siècle de Ugo Palheta, Mathilde Larrère explica el antifeminismo de la RN desde una perspectiva histórica, señalando que el partido sigue siendo un enemigo mortal de las mujeres hasta el día de hoy.

[3] La expresión está tomada de las investigadoras Catherine Achin y Sandrine Lévêque, cf. su artículo «Jupiter is back. El género en la campaña presidencial francesa de 2017», French Politics, nº 15, 2017, pp. 279-289.

[4] Véase en particular: Abdelkarim Amengay, Anja Durovic, Nonna Mayer, «L’impact du genre sur le vote Marine Le Pen», Revue française de science politique, vol. 67, 6, 2017, p. 1067-1087; Nonna Mayer y Anja Durovic, «¿Un vent de renouveau? La recomposition des gender gaps électoraux à l’élection présidentielle française de 2022», Revue française de science politique, vol. 72, 4, 2022, p. 463-484.

[5] Véase Anja Durovic y Nonna Mayer, op. cit.

[6] Véase Magali Della Sudda, Les nouvelles femmes de droite, Hors d’atteinte, 2022. Véase también el episodio titulado «Au cœur du nouveau militantisme féminin d’extrême-droite» en el podcast Minuit dans le siècle presentado por Ugo Palheta, en el que Magali Della Sudda habla de su libro.

Fuente: https://vientosur.info/el-feminacionalismo-del-fn-rn-una-apropiacion-del-feminismo-con-fines-racistas/