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Cuba en la encrucijada

Un giro al modelo de desarrollo

Fuentes: Rebelión

Diversos economistas como Ernest Mandel, Che Guevara, Michael Lebowitz o Camila Piñeiro, en épocas más y menos recientes, han llamado la atención sobre el hecho de que no hay una brújula exacta o un mapa preciso para el establecimiento del socialismo en la realidad sobre bases firmes, y, sin embargo, se ha de pasar cuanto antes a establecerlo desmantelando del modo más apresurado posible las relaciones asimétricas y enajenantes instauradas entre los hombres en las sociedades capitalistas o socialistas burocratizadas y mercantilizadas. Los dilemas mundiales actuales justifican el ocuparse de estos asuntos, el ocuparse de la dirección y las velocidades de las transformaciones necesarias; Cuba, en este caso específico.

Si bien «el modelo que falló», como llaman Samuelson y Nordhaus al «comunismo soviético», no parece haber caído tanto por una causa económica, sino por ciertos tropiezos políticos, sobre lo cual aportan evidencias Roger Keeran y Thomas Kenny, lo cierto es que su exitoso en líneas generales modelo de desarrollo económico de planificación excesivamente centralizada y mayormente cerrado se aviene cada vez menos, como punto de referencia, a las circunstancias presentes de Cuba, donde la descentralización y apertura hipertrofiadas pueden jugar un papel dinamizador imprescindible, en lo cual se ha avanzado bastante, pero no lo suficiente.

La sociedad cubana exige medidas urgentes que den base al desarrollo económico acelerado y propicien el restablecimiento y la expansión de la calidad de servicios públicos vitales como la salud, la generación de electricidad, el transporte y la educación. La satisfacción de necesidades elementales, entre ellas la alimentación y la vivienda, se han restringido sumamente en el contexto actual de inflación, falta de divisas y recursos de todo tipo, donde se hace cada vez más difícil sostener o ampliar la producción, los servicios y el desarrollo científico-tecnológico y cultural. Las características naturales y demográficas de Cuba, su historia, así como el contexto mundial adverso donde concurre, en el que tiene notorio peso la hostilidad estadounidense, demandan en su conjunto cambios radicales que coloquen el país en condiciones de lograr de forma acelerada un elevado desarrollo económico y humano sostenible. En este texto se propone a los decisores un modelo de transición socialista encaminado a reanimar la economía y a acelerar la superación del subdesarrollo.

El modelo vigente de desarrollo no genera una dinámica de crecimiento aceptable y afecta incluso la calidad de los servicios sociales alcanzados por el país en la segunda mitad del siglo XX. Se impone lograr una inserción externa efectiva de la economía, debido a sus limitaciones internas de recursos naturales y bienes de capital. Ello no significa abandonar la meta comunista, sino un cambio de modelo para conseguirla cuando ya no se cuenta con una gran economía planificada en la retaguardia, luego del derrumbe del socialismo europeo y soviético.

El país debe diseñar e introducir en la vida social una economía mixta en transición, un capitalismo regulado de transición socialista que estimule la inversión extranjera directa y el intercambio mercantil sin monopolio estatal del comercio exterior. Tal modelo sería una economía capitalista en transición cuyos pilares son el libre mercado, la regulación estatal, la actividad de investigación-desarrollo-innovación, las energías renovables, la transformación digital, la empresa estatal socialista mínima y en expansión, el control obrero de la empresa estatal, los sindicatos, las organizaciones políticas y de masas, el poder popular y el papel dirigente del partido comunista. Este modelo persigue poner en máxima tensión las fuerzas productivas y crear un clima favorable para los negocios en respuesta al bloqueo estadounidense, reúne en una misma estructura social las relaciones capitalistas de producción y un mecanismo de transición al socialismo integrado por aquellos elementos que orientan su movimiento hacia dicho sistema económico-social.

Los objetivos del modelo de desarrollo Capitalismo Regulado de Transición Socialista son la inserción del país en la economía capitalista mundial, la inserción del país en la contemporánea y futura economía socialista internacional y el desarrollo humano sostenible acelerado. A su diseño y aplicación corresponden, entre otras, las siguientes decisiones: observar de modo más estricto la rentabilidad de la empresa estatal socialista, redimensionar, privatizar o cerrar las no rentables; mantener con alta calidad los servicios públicos fundamentales para el funcionamiento armónico de la sociedad (salud, educación y otros); estimular de manera especial la producción cooperativa y su participación en proyectos y programas de investigación, desarrollo e innovación; fomentar sin dogmatismo y con el mayor énfasis la empresa privada nacional y extranjera en áreas que requieran máximo dinamismo, inversión, tecnología y competitividad internacional, sin monopolio estatal del comercio exterior y permitiendo a empresarios extranjeros la adquisición de propiedades en territorio nacional; bajos impuestos que estimulen la producción; intervención del Estado donde el mercado sea incapaz de responder a los intereses de la sociedad (necesidades desatendidas, objetivos de desarrollo sostenible, protección de las pequeñas empresas nacionales, etc.); profundización de la democracia socialista, control obrero de la producción en la empresa estatal socialista, papel del sindicato en la defensa de los derechos de los trabajadores; eliminación futura de la empresa privada según el avance de la revolución socialista mundial, la expansión de los sectores más socializados y el ensanchamiento del internacionalismo proletario.

En otros momentos y lugares la transición al socialismo podrá transcurrir de cualquier otra manera insospechada. En el caso cubano será siempre importante la conexión isla-mundo, pues para su funcionamiento elemental el país requiere un intenso intercambio de todo tipo con el exterior. El funcionamiento mercantil prevaleciente del mundo no puede ni debe ser deshecho solamente por la isla, su anulación es una invitación de la historia, una responsabilidad universalmente compartida.

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