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Comunidad Sionista de Chile: cómplices del régimen israelí

Fuentes: Rebelión

Si de verdad creyeran aquello de respetar a las víctimas deberían exigir entonces, sanciones ejemplares a las tropas SS – soldados sionistas – que en un 99,9% son responsables de crímenes de guerra y lesa humanidad. Soldados que han violado a mujeres, que han mutilado a niños, que violan a los prisioneros palestinos y que se regocijan de sus delitos. Terminar con el lobby para favorecer en Chile a las industrias de armas israelíes, que sirven para generar estados de verdadera fractura social.

La comunidad sionista de Chile, también conocida como Comunidad Judía de Chile (CJCH) ha expresado su cólera frente a la decisión del gobierno chileno, presidido por Gabriel Boric Font, de presentar un escrito de apoyo a la demanda puesta, originalmente por Sudáfrica, ante la Corte Internacional de Justicia (1). En ese documento, el país africano acusa al régimen nacionalsionista israelí de llevar a cabo un genocidio contra el pueblo palestino.

La reacción de los chilenos de creencia judía y cuya organización reivindica, mayoritariamente, su ideología sionista, no es extraña. Esto, pues el colectivo agrupado en la CJCH es fiero defensor del ente nacionalsionista israelí y sus actos. Esto de tal manera es así como, resulta más creíble designarlos comunidad israelí en Chile, que su apelación a creencias religiosas o ideológicas. Su fidelidad a un régimen extranjero es mayor que el respeto a las autoridades políticas que los rigen en el territorio chileno. Son admiradores de personajes como Netanyahu, Avigdor Lieberman, Itamar Ben Gvir, Bezalel Smotrich, Benny Gantz y otros sionistas irredentos y críticos feroces de sus conciudadanos chilenos.

Una CJCH donde mayoritariamente, y nobleza obliga dar a conocer, existen también creyentes judíos que no son sionistas y más aún condenan los crímenes cometidos en su nombre, criticando al régimen nazi sionista, que toma las banderas del judaísmo y el semitismo, en una simbiosis falsa y despreciable. Una CJCH que suele lanzar toda su artillería de ofensas y desprecio contra el gobierno chileno, acusándolo de tener conductas destempladas y de continuos ataques a la entidad israelí del procesado primer ministro Benjamín Netanyahu, contra quien pesa igualmente una orden de detención internacional por crímenes de guerra y lesa humanidad junto a su ministro de guerra Yoav Gallant.

El mandatario chileno es acusado de agresivo y distorsionador frente a lo que los sionistas chilenos denominan “la realidad de Israel” ocultando de esta forma el carácter genocida del ente sionista y tratar de limpiar su imagen y manipular la historia, al presentar el actual exterminio del pueblo palestino como si este hubiese comenzado el 7 de octubre de 2023, tras la legítima Operación Tormenta Al Aqsa llevada a cabo por las fuerzas de la resistencia palestina frente al invasor israelí. La ocupación, colonización y exterminio del pueblo palestino, no comenzó el 7 de octubre del 2023, sino que se extiende ya por 76 años, cuando se fundó un ente que llamaron Israel en mayo de 1948.

Efectivamente, el día 12 de septiembre de este 2024 se presentó ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por parte del gobierno chileno, el llamado escrito de intervención (2), en el marco de la demanda presentada por Sudáfrica contra Israel sobre la aplicación de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio en la Franja de Gaza. Una declaración efectuada al amparo del artículo 63 del Estatuto de la CIJ que establece el derecho de cualquier Estado a intervenir en un proceso ante dicho tribunal, cuando se trate de la interpretación de una convención en la cual también es parte. La cancillería chilena sacó una declaración pública dando cuenta de esta decisión.

Un texto que también alude a lo que fue la Opinión Consultiva de la CIJ sobre las consecuencias jurídicas derivadas de las políticas y prácticas de Israel en el Territorio Palestino Ocupado (TPO) incluida Jerusalén Este, concluyendo que el régimen de restricciones integrales impuesto por la entidad nacionalsionista israelí contra los palestinos en el TPO “constituye una discriminación sistemática basada, entre otras cosas, en la raza, la religión o el origen étnico”.

El gobierno chileno, con plena razón, afirma en su escrito que el organismo de justicia dependiente de la ONU debe mirar con especial énfasis las declaraciones de políticos y militares israelíes, del más alto nivel que han hecho llamados a asesinar a todas las personas que viven en la Franja de Gaza e ignorar las diferencias, si son parte de la resistencia armada o simplemente civiles. El escrito chileno argumenta además que la incitación al genocidio efectuado por civiles y militares israelíes es un delito autónomo, castigado bajo la Convención, incluso si no produce el resultado esperado por el autor, si no existe relación causal entre el discurso y los actos posteriores, y si de ello no se deriva ningún acto de genocidio.

El alegato chileno hizo estallar de indignación a los adherentes del ente genocida israelí en Chile, que sacaron urbi et orbi una declaración pública. Allí vomitan todo su desprecio al presidente chileno y a todo aquel que se atreve a sacar a la luz y denunciar los crímenes de lesa humanidad, el genocidio, los crímenes de guerra cometidos por la entidad nacionalsionista israelí. Un régimen criminal constituido en referente de esta CJCH que ciega, sorda y muda trata de invisibilizar décadas de crímenes y justificarlos bajo un victimismo crónico y ante el cual gran parte de las sociedades del mundo, incluyendo aquellas de los países donde sus gobiernos son aliados incondicionales del régimen israelí han decidió denunciarlo como hipócrita y cómplice.

Me refiero a Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Francia, entre otros, cuyos ciudadanos exigen el fin del genocidio y el castigo a los criminales que desde el 7 de octubre de 2023 han asesinado a 43 mil palestinos, el 70% de ellos mujeres y niños. 100 mil heridos, un proceso de limpieza étnica donde además se ha destruido el 75 % de la infraestructura de Gaza: escuelas, universidades, hospitales, iglesias cristianas, mezquitas, carreteras, calles, obras civiles. Cifras monstruosas que según la Revista Médica Británica The Lancet quedan cortas en materia de muertos, pues la cifra de víctimas letales hay que elevarlas, conservadoramente, al menos a 186 mil (3).

La Comunidad Judía de Chile (léase, también y reitero esto, como Comunidad Sionista de Chile) está presidida por la abogada Ariela Agosín Weisz; la sicóloga Dafne Englander como directora ejecutiva; Bartolomé Abramovich, cientista político, coordinador de asuntos públicos (que reemplazó en el cargo al abogado Gabriel Silber (ex diputado democratacristiano y uno de los principales lobistas de Israel en Chile); y finalmente, en el cargo de directora de comunicaciones, la periodista Yael Schiff Mordoj. Los ataques contra el gobierno chileno han llegado al extremo de acusar al presidente chileno – apoyado en ello por el embajador sionista en Chile Gil Artzyeli – como un gobierno antisemita y que su empeño principal es atacar a Israel. Una defensa de un régimen genocida, contra viento y marea, de una manera que resulta más creíble denominarlos Comunidad Israelí en Chile, que su apelación a su creencia religiosa o ideológica.

Resulta hipócrita exigirle, al presidente chileno, una posición de mudez y mirar para al lado para que “adopte una posición equilibrada que promueva la paz y el entendimiento”. Esto es inaceptable, sobre todo cuando el régimen israelí está empeñado en exterminar a la población palestina en una adaptación del plan de solución final del Tercer Reich. Es evidente la manipulación y la desinformación implícita en esta despreciable declaración de los sionistas chilenos, sobre todo cuando pretenden situar el actual proceso de exterminio como una respuesta a la legítima operación político-militar de la resistencia palestina el 7 de octubre del 2023. No es así, incluso antes del nacimiento de esta entidad que denominaron Israel en mayo de 1948 los sionistas comenzaron a ocupar, colonizar y exterminar la población palestina. Este proceso criminal no cumplirá un año, se extiende por 76 años.

Afirman los sionistas chilenos agrupados en la CJCH que las declaraciones del mandatario chileno “producen un enorme daño a la paz social en Chile”. Pero… ¿en qué mente distorsionada cabe la idea que el denunciar a criminales, genocidas, usurpadores, a una “sociedad de ladrones” como lo definía el propio político de origen polaco David Grün (conocido como David Ben Gurion) puede afectar nuestra paz social? Una muestra evidente de la megalomanía y mitomanía que afecta a los “Israel lover”. Las decisiones del gobierno chileno presidido por Boric, han sido hasta ahora acertadas, se unen a la legítima acción de propiciar el castigo a entidades que violan los derechos humanos más básicos, de millones de palestinos, como también libaneses, iraquíes, sirios, entre otros pueblos.

El crónico cuento que denunciar y llamar a castigar los crímenes de la violenta sociedad israelí puede generar un recrudecimiento del antisemitismo es inaceptable. No podemos seguir amplificando este cuento delirante, falso e hipócrita. Los únicos antisemitas son los colonos sionistas extranjeros que ocupan Palestina, que despojan de sus tierras al pueblo semita palestino. Los únicos antisemitas son los extremistas israelíes, que asesinan día a día a hombres, mujeres y niños del pueblo semita palestino. Los antisemitas son aquellos que bombardean al pueblo semita libanés, sirio, yemení, iraquí.

En esta línea de señalar que la comunidad sionista chilena siente temor del aumento del antisemitismo, se han expresado otras figuras de la CJCH como la periodista Patricia Politzer. Profesional, que tras el 7 de octubre de 2023 ha tomado un papel de auto declarada activista sionista, con críticas también al presidente chileno dadas a conocer en medios internacionales. Una Politzer que frente al régimen nacionalsionista señala que “Israel para los judíos es garantía de seguridad. Como judío, puedo vivir como se me antoje gracias a que existe el Estado de Israel”, como también ha expresado que “Boric no calibra el miedo de los judíos chilenos”

Frente a esta peregrina afirmación me preguntaba ¿Qué miedo? ¿No pueden salir a la calle? ¿Se les impide circular libremente por el país? ¿Se bombardean sus sinagogas? ¿Se destruyen sus escuelas, centros médicos, se les lanza fósforo blanco? ¿Se les detiene, ultraja, se les hace pasar por centros de control como animales? ¿Acaso se les controla en cientos de puntos de control impidiéndoles transitar libremente? ¿Tal vez se les detiene, expulsa o confina hasta ubicarlos en enormes campos de concentración negándoles atención médica o se les deja morir de hambre? (4)

Dicho en buen romance, lo afirmado por la Sra. Politzer es puro cuento, de una bajeza que pretende sacra la lágrima fácil, sin sustento alguno. Parte del lavado de imagen de aquellos que, en base a mitos, pretenden presentar títulos de propiedad fundados en la creencia exótica que un dios los tiene por un pueblo elegido y a quienes les prometió una tierra. El adoptar y adaptar la lengua hebrea o darle un origen semita a nombres que no poseen ese génesis (5) es parte de la estrategia de dominio del sionismo, amparado por el imperio británico desde fines del siglo XIX hasta el fin del mandato de este país en mayo de 1948 y posteriormente por Estados Unidos y los suyos, tras la Segunda Guerra Mundial.

Las contradicciones y evidente intríngulis narrativa de esta CJCH se expresa en toda su magnitud en el párrafo donde vuelven a poner en el tapete el cuento del antisemitismo y afirman: “como se ha dicho, criticar a Israel no es antisemita. Pero, apuntar a Israel con oprobio y buscando sanciones internacionales desproporcionadamente con respecto a lo que se hace contra cualquier otro país o grupo terrorista en el medio oriente, sí es antisemita”.  La incongruencia de esta idea se expresa en los efluvios del temor al inevitable castigo que le espera a una sociedad regida por criminales, donde al fin la comunidad internacional se decida a sancionar severamente al régimen más criminal que haya dado la humanidad en los últimos 80 años.

No podemos dejarnos amedrentar por acusaciones de antisemitismo o negacionismo que es concretada por su propio actuar negacionista frente a los crímenes de lesa humanidad, el genocidio llevado a cabo por más de siete décadas contra el pueblo palestino. Requerimos un Tribunal Penal Internacional con sede en Al Quds, en la explanada de las mezquitas, como paso lógico que permita dar las sentencias más altas que tenga el derecho internacional a asesinos de niños y mujeres. A aquellos que violan a los prisioneros palestinos, a los que han construido un muro de apartheid, a los que han robado bienes y territorios al pueblo palestino durante 76 años. A quienes impiden el retorno de los refugiados.

Es tal la hipocresía de esta CJCH que sostienen en el párrafo final de su declaración: “reiteramos, una vez más, sin perder la esperanza de ser escuchados, nuestro llamado al respeto por las víctimas…» Es increíble la hipocresía de esta gente, pues si de verdad creyeran eso, deberían condenar abiertamente los crímenes de la sociedad israelí, exigir el fin de la ocupación, la colonización y el exterminio llevado a cabo contra un pueblo pacífico como el palestino. Si de verdad sus palabras fútiles tuvieran honestidad deberían entonces, sumarse al llamado internacional de detener a Netanyahu y su ministro de la guerra Yoav Gallant (6) y dejar de construir una entidad sobre la sangre del pueblo palestino.

Si de verdad creyeran aquello de respetar a las víctimas deberían exigir entonces, sanciones ejemplares a las tropas SS – soldados sionistas – que en un 99,9% son responsables de crímenes de guerra y lesa humanidad. Soldados que han violado a mujeres, que han mutilado a niños, que violan a los prisioneros palestinos y que se regocijan de sus delitos. Terminar con el lobby para favorecer en Chile a las industrias de armas israelíes, que sirven para generar estados de verdadera fractura social. Si de verdad hablan de esperanza en ser escuchados, eleven su voz por el fin del genocidio palestino. Si esto no sucede todo es, pura y vana palabrería, como a las que nos tiene acostumbrada la Comunidad Israelí de Chile (CJCH).

  1. https://news.un.org/es/story/2024/01/1526992
  2. https://www.minrel.gob.cl/noticias-anteriores/chile-presenta-ante-la-corte-internacional-de-justicia-su-escrito-de
  3. https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(24)01169-3/fulltext
  4. https://segundopaso.es/2024/06/26/7648/la-activista-sionista-patricia-politzer-boric-no-calibra-nuestro-miedo/
  5. Chaim Weizman. Nacido en Motol, Rusia, se nacionalizo británico en 1910. David Ben Gurion nacido como David Grün en Polonia. Se asentó en Palestina en 1906. Moshe Sharett, nació en Rusia, su nombre original era Shertok. En 1906 se asentó en Palestina donde fue activo en el Movimiento Laborista. judío». Levi Eshkol. Nacido como Levi Shkolnik en Ucrania Golda Meir. Nacida como Golda Mabovitz en Kiev, Ucrania. Su familia emigró a Milwauki en 1906. En 1921, junto con su marido Morris Meyerson (el nombre fue cambiado a Meir en 1956), se trasladaron y asentaron en Palestina. Jordán»). Menahem Begin Nacido en Brest-Litovsk, Rusia (ahora Brest, Bielorrusia). Ytzhak Shamir Nacido en 1915 en Ruzinoy, un pueblecito del Este de Polonia. Su apellido era Jazwernicki y lo cambió. Ehud Barak, Nacido como Ehud Borg, hijo de inmigrantes de Europa del Este en Palestina. Posteriormente adoptó el nombre hebreo de Barak. Ariel Sharon, su nombre real Arik Scheinerman, Nacido en Palestina durante la ocupación británica en 1929, de padres inmigrantes rusos colonos sionistas en Palestina. Shimon Peres, su verdadero nombre Shimon Perski, nació en 1923 en Vishnia, Polonia (ahora Bielorrusia). https://www.nodo50.org/pretextos/isrrael1.htm.
  6. https://espanol.almayadeen.net/noticias/politica/1912992/fiscal-pide-orden-de-arresto-contra-benjam%C3%ADn-netanyahu-y-yoa