Tenemos gente emprendedora, ingeniosa, que ama el medio ambiente. Ese es un aspecto relevante que se le mostró al mundo.
En la COP 16, evento que concluye el 1 de noviembre y que ha concitado la presencia de delegaciones de 196 países, se ha visto de todo. Desde conferencias que evidencian el grado de deterioro de la tierra como consecuencia de las malas prácticas del ser humano, hasta quien vaticinó—quizá no lejos de la realidad—que la intensidad de los calores aumentará de tal manera que ríos y lagunas comenzarán a secarse.
Esa visión apocalíptica la comparten muchos, razón por la que entendí, haya quienes me miraron mal porque andaba con una botellita plástica con agua. “Si sigue así—me dijo una mujer sexagenaria con marcados visos de intelectualidad—no habrá quien se aguante el calentamiento global”
Estamos acabando con la naturaleza, es cierto. El problema es qué y cómo le vamos a legar a las nuevas generaciones los territorios que habitan.
Entendemos ahora los cuestionamientos de Greta Thunberg, la joven activista por el clima, oriunda de Suecia, quien calificó a los adultos de «irresponsables que solo piensan en ustedes y no en quienes habitarán el planeta.»
Por supuesto, Santiago de Cali—en medio del caos vehicular que representó el cerramiento y peatonalización de vías centrales—ha recibido sinnúmero de visitantes del exterior, pero también del interior de Colombia.
Despertaron muchos aplausos las comparsas de Nariño y Cauca, que transmitieron un poco de su cultura y del compromiso con el medio ambiente. Pero también el sabor de la marimba, el cununo y las tamboras del Pacífico. Los turistas vitoreaban con entusiasmo y, al final de cada concierto, hacían fila para tomarse fotos con los artistas.
La COP 16 convirtió las calles de la capital vallecaucana en un verdadero carnaval, con las mismas características que describe Gabriel García Márquez, en las escenas de “Cien años de soledad”, al referirse a la visita de los gitanos a Macondo. El jolgorio se extiende hasta la medianoche, especialmente en el Bulevar del Río. Ojalá y esta cumbre siguiera por todo el 2024, pero debe terminar y nos deja un profundo mensaje de cuidado de la tierra.
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