Podríamos afirmar que el “gobierno del cambio”, o de los intentos por impulsarlo, terminó el pasado 4 de febrero. No hubo “golpe de Timón” para profundizar el Cambio. Se oficializó ‒en palabras del mismo presidente Petro‒ la profundización de la estrategia que se priorizó desde el principio, o sea, la alianza con sectores de los partidos políticos tradicionales para lograr la aprobación en el Congreso de las llamadas “reformas sociales” (salud, pensional, laboral).
Es importante reiterar la idea central del “timonazo” al que aspirábamos. No se trataba de acabar con el llamado “sancocho nacional” y/o de excluir a otras expresiones políticas del ejercicio de gobierno. Era, por lo menos, evaluar lo avanzado hasta el momento y rectificar en cuanto a retomar el eje central de la política aprobada en el Plan Nacional de Desarrollo (cambio de matriz energética, nuevo tipo de industrialización y construcción de autonomía productiva a todo nivel).
La experiencia de estos 30 meses de gobierno (2 años y medio) ha demostrado que, los “políticos de profesión” se han aprovechado de las buenas intenciones (¿o ingenuidad?) del presidente Petro para fortalecer sus fuerzas e influencia dentro del gobierno, Estado y sociedad. Es muy similar a lo que han hecho los grupos armados ilegales que, amagan con “construir la paz” mientras expanden su control territorial y económico, y se disputan entre ellos las rentas criminales (narcotráfico, minería ilegal, extorsión, etc.) que son la base y razón de su existencia.
Es el resultado de querer hacer el “cambio” con los mismos de siempre o de querer “construir la paz” con quienes viven de la guerra. Tanto los “políticos de profesión” como los “policías rurales” de los narcos, representan los intereses de sectores de la burguesía que vive de la burocracia estatal y de la intermediación de contratos públicos (corrupción legalizada), y de las burguesías emergentes que aspiran a legalizar la riqueza acumulada a lo largo de décadas y acceder directa y abiertamente al “poder” en los territorios que controlan.
Mientras tanto, otros sectores sociales productivos que han venido construyendo ‒con mucho esfuerzo y dedicación‒ una producción “lícita” en diversas áreas de la economía y de la cultura, que en general lo han hecho en contravía a las políticas neoliberales de todos los gobiernos, como son los pequeños y medianos productores agrarios (cafeteros, cacaoteros, flori y fruticultores, arroceros, etc.) y una gran cantidad de “emprendedores” que hoy aportan un importante porcentaje del PIB y de las exportaciones de nuestro país, no encuentran en el actual gobierno una actitud de diálogo y apoyo mutuo, que no requiere de intermediación política.
Estos sectores productivos son también expresión de burguesías emergentes, pero de tipo productivo. Son ellos los que necesitan políticas de verdad “revolucionarias” para impulsar formas diferentes de industrialización que son posibles y viables aprovechando las nuevas realidades que se están presentando a nivel global, en donde las tecnologías de punta ofrecen grandes oportunidades siempre y cuando, esos pequeños y medianos productores se asocien y organicen en forma colaborativa y creativa, y cuenten con apoyos estatales para impedir que los grandes consorcios capitalistas financieros los sigan explotando a través de los bancos.
La estrategia escogida por el gobierno Petro de priorizar las reformas sociales y otras que ‒en el fondo tiene un fuerte tufillo asistencialista y burocrático‒, estaba dirigida a golpear indudablemente la “caja menor” de la oligarquía financiera (EPS, fondos de pensiones, empresas de servicios públicos, etc.), requería de la acumulación de mayores fuerzas sociales, económicas y políticas para hacerlas efectivas. Con la fuerza con que se accedió al gobierno, que escasamente era del 51% de lo electores, o sea, más o menos el 30% de la población, no era posible impulsar un proceso de transformaciones estructurales.
Pensar que los “políticos de profesión” se iban a rebelar frente a esa oligarquía financiera es una ilusión vana, fruto de cálculos ingenuos y de una visión “leguleyista” que nos hace creer que con reformas legales se va a realizar el “cambio”. Es lo que ocurre actualmente cuando después del famoso reality del 4 de febrero, donde el presidente Petro le entregó la dirección del “nuevo sancocho nacional” a la burguesía burocrática representada por Armando Benedetti, y a pesar de haberse llamado a “sesiones extraordinarias” y de tratar por todos los medios de reimpulsar el trámite de la reforma a la salud en el Congreso, ello no ha sido posible.
Entonces, ahora se llama nuevamente a la “movilización popular” para presionar esas reformas cuando la gente del común se ha dado cuenta de la debilidad interna de un gobierno que mostró públicamente que se debate entre un cambio de verdad y una apariencia de cambio. Lo más importante que puede ocurrir de ahora en adelante es que los sectores más avanzados del movimiento social y del Pacto Histórico recuperen su autonomía con base en la reflexión y el debate interno, e impulsen acciones para disputarle la dirección política del “proceso” a quienes ‒por circunstancias particulares‒ hoy han sido colocados en esa instancia por el presidente Petro.
Nota: Lo ocurrido ayer en la Cumbre de Gobernadores deja ver cómo las burguesías emergentes (y burocráticas) que han surgido en los territorios y regiones van a tratar de liderar y aprovechar el nuevo proceso de “descentralización política, fiscal y administrativa”, que en la década de los años 80s y 90s era una reivindicación de tipo popular y democrático. La reforma al Sistema General de Participaciones (SGP) aprobada por el Congreso y sancionada por el presidente Petro es un avance en esa dirección, pero si el movimiento popular y las fuerzas democráticas no se apropian nuevamente de esa tarea, serán las cúpulas corruptas de esas burguesías emergentes las que utilizarán esa bandera para consolidar su poder y ponerlo al servicio de sus intereses. La iniciativa del gobernador de Antioquia del “Referendo por Autonomía Fiscal para las Regiones” es parte de ese proceso.
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