Accidentalmente la zona desmilitarizada entre las dos Coreas se convirtió en una refugio natural, pero hay pocos lugares en el mundo con acotada intervención humana. ¿Qué tipo de vínculo está en juego hoy entre sociedad y naturaleza? ¿Por qué se habla de Antropoceno? ¿La especie humana pone en peligro el planeta o es el capitalismo como forma específica de organización social?
Hay una región en el mundo donde no viven humanos que accidentalmente se convirtió en una reserva natural. Es la Zona desmilitarizada de Corea (ZDC). No se dejen engañar por el nombre, es una de las fronteras más custodiadas y militarizadas del mundo. La zona es de 4 km de ancho y 238 km de longitud, de punta a punta en la península coreana, osea son 1500 km2, en donde prácticamente no existe gente.
En estos últimos 72 años, desde el armisticio de la Guerra de Corea en 1953, se ha convertido en un refugio o reserva natural de gran valor ecológico. De manera accidental, porque no se creó para eso, de hecho se han realizado campañas de desmantelamiento de vegetación para aportar a la visibilidad y observación del enemigo.
Lo que hoy se ve vía satelital y con algunas cámaras que se han instalado es la gran biodiversidad de especies silvestres y autóctonas: más de 6100 entre aves, peces, reptiles, mamíferos. Muchas en peligro de extinción que encuentran allí su hábitat natural porque también en esta área hay ecosistemas diversos: montañas, llanuras, bosque y humedales. Corea del Sur tiene un jardín botánico muy cerca de la ZDC y en la aplicación de Google Arts & culture se puede acceder al registro fotográfico.
Que estemos hablando de una de las pocas zonas con acotada intervención humana me llevó a pensar en el Antropoceno. El Antropoceno plantea que estamos viviendo en una nueva etapa geológica donde la intervención humana —a través de actividades industriales, agrícolas y urbanas— provoca alteraciones irreversibles en los procesos biofísicos del planeta. Una de esas alteraciones es la pérdida de biodiversidad, otra es el calentamiento global y los desequilibrios en los ciclos de elementos como carbono, agua, fósforo, etc.
La propuesta de establecer el Antropoceno como nueva etapa geológica la popularizó el químico Paul Crutzen a principios de los 2000. La geología oficial dice que seguimos en el Holoceno, una época iniciada hace 11.700 años dentro del Cuaternario. Pero Crutzen se paró en una conferencia científica y dijo “no estamos más en el holoceno estamos en en el Antropoceno”.
El prefijo Antropho viene del griego y significa humano. Hoy existen grupos de trabajo interdisciplinarios que desarrollan esta perspectiva. Hay debates en torno a si debe o no establecerse formalmente como nueva época geológica, en parte porque las escalas del tiempo geológico son muy largas. También hay distintas hipótesis sobre su punto de inicio: algunos lo ubican tras la Revolución Industrial, otros en el siglo XVI con la colonización y el genocidio en América, y otros en los años 50, con la llamada Gran Aceleración. Incluso hay propuestas alternativas al término: Capitaloceno, Tecnoceno, Chthuluceno, entre otras.
Pero más allá de estas diferencias, hay un consenso fuerte: la actividad humana bajo el capitalismo genera disrupciones planetarias en los ciclos naturales. En la actualidad, los procesos antropogénicos o humanos son una fuerza de cambio geológico. Y prácticamente no queda rincón del planeta sin su intervención. Esto nos obliga a pensar las características sociohistóricas de esa intervención, y qué tipo de vínculo está en juego entre sociedad y naturaleza.
Volviendo al ejemplo de la zona desmilitarizada, la contradicción es evidente: una reserva natural creada por un conflicto militar. Portales como National Geographic advierten que si mejoran las relaciones diplomáticas entre Corea del Norte y del Sur, ese espacio quedaría “en peligro”, porque podría ser intervenido por la actividad humana. Pero detrás de esta idea está la concepción de que el peligro para la naturaleza es “la humanidad” en general. Y así surgen propuestas conservacionistas que plantean, por ejemplo, dejar la mitad del planeta sin habitar. Como si el problema fuera cuántos somos, y no cómo vivimos y producimos.
No es la especie humana en general la que pone en riesgo la vida planetaria, sino una forma histórica y específica de organización social: el capitalismo. Y el capitalismo no es la única forma posible de sociedad; ha habido muchas otras en la historia, y puede haber otras en el futuro. En ese sentido, el Antropoceno no es una etapa geológica “natural”, sino que es profundamente social. Y lo social lo podemos cambiar.
Porque si esta frontera nacida de la guerra terminó siendo refugio de vida quizás podamos imaginar lo contrario: una humanidad que habite el planeta no como una plaga, sino como parte de un ecosistema común.
No es cuestión de desaparecer, ni de dividir el mundo entre zonas habitables y zonas prohibidas, sino de transformar las bases materiales de las sociedades en las que vivimos. Que no estén organizadas según lo que quieren los ricos o las empresas sino para las personas. Es una necesidad urgente si no queremos vivir en condiciones ambientales cada vez más insoportables.
Una sociedad comunista tendría también el desafío de encontrar una relación equilibrada entre naturaleza y sociedad, pero podría hacerlo porque no partiría de la apropiación ni desde la exclusión, sino desde la interdependencia. No se trata de retroceder a un pasado idealizado, sino de inventar un futuro donde cuidar la vida no sea un lujo, sino el centro mismo de lo que somos.
Lihuen Eugenia Antonelli, Redacción Ciencia y Ambiente, @lihuiliyo
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Antropoceno-una-nueva-epoca-geologica