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La intrahistoria del matrimonio igualitario: «Aznar nos ofreció una ley si renunciábamos a llamarlo así»

Fuentes: El Diario

Se cumplen 20 años de la reforma del Código Civil que ha permitido que más de 75.000 parejas del mismo sexo se hayan casado desde entonces a pesar de la hostil reacción de la derecha y la Iglesia, que salió a la calle para pedir la retirada de la norma mientras se debatía en las Cortes.

“No estamos legislando, Señorías, para gentes remotas y extrañas. Estamos ampliando las oportunidades de felicidad para nuestros vecinos, compañeros de trabajo, amigos y familiares”. Con estas palabras el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero justificaba en el Congreso el 30 de junio de 2005 la aprobación del matrimonio igualitario: un solo párrafo, un pequeño grupo de palabras incorporado al Código Civil llevó a España a convertirse en el tercer país del mundo en permitirlo y a levantar una imborrable oposición capitaneada por la Iglesia y el Partido Popular. Pero lograr la ley, que acaba de cumplir 20 años, no fue fácil.

Detrás de la reforma, que entró en vigor el 3 de julio, una red de activistas y políticos convencieron, debatieron y se expusieron a los homófobos ataques de los obispos y la derecha, pero antes tuvieron que soñarla. El germen fue la ley de parejas, algo por lo que las organizaciones LGTBI salieron a la calle por primera vez en 1995. “En ese momento el matrimonio no lo veía nadie, ningún responsable político ni a derecha ni a izquierda, pero al final el Gobierno de Felipe González nos comunicó que estaba trabajando en una normativa de uniones civiles”, recuerda Miquel A.Fernández, entonces activista de Lambda Valencia

Sin embargo, la llegada del popular José María Aznar a la Moncloa en 1996 torció los planes y acabó con esa posibilidad. El PP fue rechazando sistemáticamente en el Congreso las iniciativas de la izquierda para regular las parejas de hecho a nivel estatal y llegó a presentar su propia ley, pero no convencía a las organizaciones. “No hacía referencia al sexo de los convivientes, eliminando cualquier atisbo de reconocer el carácter de familia de nuestras parejas”, recuerda Fernández, que formó parte del grupo motor que en aquellos años refundó lo que entonces se llamaba Federación Estatal de Lesbianas y Gays (hoy FELGTBI+).

La organización, que agrupaba a diferentes colectivos locales, fue el ente desde el que el activismo peleó por el matrimonio, que se convirtió en su principal meta al tiempo que intentaba convencer a una sociedad que era reticente. “Fuimos ganando terreno social y para ello la manifestación del Orgullo fue una herramienta imprescindible porque en aquellos años fue cuando pasó de ser minoritaria a ser muy masiva”, describe Beatriz Gimeno, que fue presidenta de la FELGTBI cuando se logró el matrimonio. “En aquellos momentos lo que íbamos consiguiendo eran leyes de parejas autonómicas con más o menos derechos asociados, pero el matrimonio se convirtió en prioridad tras la refundación de la Federación”, recuerda la activista.

Pedro Zerolo fue el primer presidente de esa recién reformulada organización, que comenzó a moverse intensamente en despachos y en la calle para explicar por qué España debía acabar con la discriminación legal a la que sometía a las personas homosexuales y bisexuales. Tocaba convencer a los partidos políticos, un proceso que culminó con la presentación de varios proyectos de ley en las Cortes para legalizar el matrimonio: Izquierda Unida fue el primero que lo hizo, a los pocos días el PSOE y después se sumaron Iniciativa per Catalunya, el BNG y la Chunta Aragonesista.

El ‘no’ a Aznar

Todas las propuestas se debatieron el 25 de septiembre de 2001. Y fueron tumbadas con la oposición del PP y CiU. De aquel debate, la activista Boti García Rodrigo, expresidenta de la FELGTBI, recuerda la intervención de José Antonio Labordeta, diputado de CHA. “La derrota será una victoria estéril del PP porque hay que adaptar la legislación a la realidad. Esta cámara no puede estar para frenar el empuje de la calle”, dijo. “Ese empuje se estaba construyendo. Sabíamos que no podíamos defender nuestros derechos solos en un rinconcito y que teníamos que contar con sindicatos, organizaciones… En este sentido Zerolo marcó la impronta desde el principio”, rememora Rodrigo, también exdirectora general de diversidad y derechos LGTBI del anterior Ministerio de Igualdad.

La mecha social y política estaba prendida y para los colectivos agrupados en la FELGTBI el matrimonio era irrenunciable. Tanto que incluso llegaron a rechazar la propuesta que el Gobierno de Aznar les hizo casi al final de su mandato, entonces sí, de una ley de parejas “con todos los derechos”. “En Moncloa un alto cargo nos ofreció una ley tan amplia como quisiéramos, pero siempre que renunciáramos a llamarlo matrimonio”, señala Rodrigo, que recuerda como tras decirle que ‘no’, los activistas salieron del despacho y se miraron unos a otros: “Nos paramos y dijimos ¿pero qué hemos hecho?”. Gimeno también estaba en aquella reunión. “Nos dio vértigo porque nos estaban ofreciendo todos los derechos, pero pensamos que si aceptábamos la lucha se iba a desactivar”. Rodrigo añade: “Elegimos la utopía a la realidad, elegimos ir a por todas”.

Los activistas LGTBI Carla Antonelli, Pedro Zerolo, Boti García Rodrigo, Miquel A. Fernández y Beatriz Gimeno. Archivo de Miquel A.Fernández

Al poco tiempo Aznar perdió en las urnas y el PSOE de Zapatero ganó las elecciones de 2004 con un programa que incluía la modificación del Código Civil para posibilitar las bodas entre parejas del mismo sexo, incluido “el ejercicio de cuantos derechos conlleva”. Esta era una forma implícita de nombrar la adopción, que levantaba ampollas entre los sectores conservadores y que no contaba con tanto respaldo social como el matrimonio, reconoce Fernández, que acaba de publicar Pedro Zerolo. Vida y legado de un pionero por los derechos civiles (Cúpula).

El político socialista ya era por entonces concejal por el PSOE en el Ayuntamiento de Madrid y a partir de julio de ese año se convertiría en responsable de la Secretaría de Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG del partido. “Él fue un hilo conductor con el partido fundamental. A Zapatero habíamos ido a verle a Ferraz con él y fue cuando aceptó el matrimonio y convenció al PSOE”, sostiene Gimeno, que reconoce que “no pensamos que [el expresidente] lo fuera a cumplir tan rápido”.

Pero lo hizo. Y en menos de siete meses llevó al Consejo de Ministros el proyecto de ley, un paso con el que comenzó también la hostil campaña desplegada contra la reforma por la derecha, que ocupaba entonces la oposición, y los sectores católicos, con la Conferencia Episcopal a la cabeza. El argumento era nominativo: que no lo llamen matrimonio, repetían sistemáticamente al tiempo que advertían de consecuencias apocalípticas. El Consejo General del Poder Judicial llegó en su informe sobre la ley a afirmar que el matrimonio “o es heterosexual o no es” y aseguró que se trataba de “un cambio radical” igual que lo sería “llamar matrimonio a la unión de más de dos personas o la unión entre un hombre y un animal”.

La oposición de los obispos y la derecha

Durante el tiempo que la norma se debatía en las Cortes, el PP llevó al Senado al psiquiatra Aquilino Polaino, que aseguró que las personas homosexuales “se les puede ayudar con terapia reparativa”. Pero el culmen de la oposición a la reforma del Código Civil llegaría en junio de 2005 con la celebración de una manifestación en Madrid convocada por el Foro Español de la Familia que se convertiría en la alianza definitiva entre la Iglesia y la derecha. “Hicieron una pinza perfecta, fue una reacción muy visceral que intentaba presionar pidiendo la retirada de la ley”, esgrime Fernández, que fue número dos de Zerolo en la Secretaría de Movimientos Sociales del PSOE.

Bajo el lema “La familia sí importa”, miles de personas marcharon contra el matrimonio coreando cánticos como “Zapatero se te ve el plumero”, según la crónica de ABC. Entre ellos se encontraban una veintena de obispos, incluido el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, y varios representantes del PP situados tras una pancarta que rezaba “Por el derecho a una madre y a un padre”. El secretario general del PP, Ángel Acebes, el eurodiputado Jaime Mayor Oreja, o el portavoz en el Congreso Eduardo Zaplana, eran algunas de las caras más visibles. “Nunca vi tantos obispos en mi vida”, recordaba Zapatero hace algo más de una semana en el acto de conmemoración del 20 aniversario de la ley organizado por el Gobierno.

“Aquello era de una homofobia tan grosera y tan terrible. Tuvimos que discutir en platós, radios y entrevistas incluso aquello de que nos íbamos a casar con nuestros gatos. Nos daba la risa, pero era muy cansado porque tenías que entrar a debatir eso”, recuerda Gimeno. El expresidente socialista hacía también memoria recordando aquello: “Con la hipocresía y la falta de dignidad que les caracteriza nos insultaron, salieron a la calle, a mí me acusaron de ser más o menos el diablo porque iba a acabar con las familias…”, lamentó Zapatero en el acto, que reconoció en su intervención que el tema de la adopción “hubo que debatirlo en el Consejo de Ministros”.

La ley fue aprobada definitivamente en el Congreso por 187 votos a favor. Pulsaron el botón verde los diputados del PSOE, Izquierda Unida, PNV, Coalición Canaria, BNG y CHA, la diputada del PP Celia Villalobos (el resto del grupo votó en contra) y los diputados de Convergencia Democrática de Cataluña Merce Pigen y Carles Campuzano (el resto se abstuvieron).

Los activistas LGTBI, a las puertas del Congreso el 30 de junio de 2005 tras la aprobación definitiva del matrimonio igualitario. Fundación Pedro Zerolo

Pero la guerra sin cuartel declarada por los ultracatólicos y la derecha contra la norma no terminó ahí. Ni mucho menos. El PP recurrió al matrimonio ante el Tribunal Constitucional y las declaraciones públicas de sus dirigentes no se detuvieron, al contrario, se intensificaron durante años. El exministro del Interior Jorge Fernández Díaz aseguró que “la pervivencia de la especie no está garantizara” y Ana Botella pronunció su recordada frase sobre las peras y las manzanas. La exdiputada autonómica catalana Montserrat Nebrera llegó a defender que el matrimonio igualitario es “como la unión entre dos hermanas, un perro y una señora o una señora y un delfín” y Manuel Cendán, exalcalde de Ares (A Coruña) la definió como “una ley contra natura”. “Y un hombre con una cabra y una mujer con un perro”, dijo el concejal del PP de Molina del Segura (Murcia) Cayetano Ros.

Todos ellos anunciaron tras la aprobación del matrimonio que no oficiarían bodas del mismo sexo. Pero al mismo tiempo, la sociedad fue integrando sin mayor problema una realidad que, a pesar de todo, el PP no quiso contradecir cuando volvió a gobernar. Desde entonces, 75.661 parejas se han casado gracias a una ley que se ganó en la calle y luego en las Cortes. “Recuerdo que un día volvíamos Beatriz [Gimeno] y yo de una reunión en taxi cuando en la radio informaron de los debates que se estaban sucediendo en el Congreso. Y recuerdo que, en un momento dado, el taxista, que no nos conocía de nada, se volvió y dijo ‘pero bueno, que se lo den ya, si no quitan nada a nadie’”, cuenta Boti García Rodrigo, que califica la aprobación como “uno de los momentos más felices de mi vida”. Todavía recuerda lo que pensó y dijo aquel día tras la sesión: “Creíamos en la utopía y la hemos tocado”.

Fuente: https://www.eldiario.es/sociedad/intrahistoria-matrimonio-igualitario-aznar-ofrecio-ley-si-renunciabamos-llamarlo_1_12435050.html