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La crisis de la universidad pública

Fuentes: Rebelión

Introducción

Las movilizaciones universitarias anunciadas para noviembre vuelven a ponernos de frente al servicio universitario que, como no podía ser menos, al igual que el resto de servicios públicos, está en crisis; lleva años en crisis; la crisis empieza a ser su forma de existencia.

Conviene detenernos en qué significa hoy la crisis en la universidad pública (unipu), por qué se origina y cómo hemos llegado hasta aquí. Posteriormente, la contextualizaremos en la evolución histórica de la universidad en España descubriendo, con las lentes de la Crítica de la Economía Política, la materialidad que subyace a los cambios políticos, ideológicos y económicos.

La crisis y sus manifestaciones

El motivo inmediato de las movilizaciones es que la complutense ha solicitado un crédito al gobierno madrileño para afrontar las nóminas de diciembre.

Efectivamente, la falta de financiación es la expresión más nítida de la crisis de la unipu. Las dificultades de tesorería, la dependencia de créditos extraordinarios y los recortes condicionados acompañan esta insuficiencia financiera. Pero, no solo las universidades madrileñas, las andaluzas (préstamo a la UMA y denuncia de déficit estructural), las valencianas incluso las catalanas, han lanzado avisos de insostenibilidad ante años de infrafinanciación. Un exrrector lo resumía así: “la situación en Madrid es catastrófica, en Cataluña es crítica, en Andalucía va camino de serlo”. El resto les mira el trasero.

Otro elemento crítico lo encontramos en la situación del personal, que tras años de congelación y precariedad empezó a ver mejoras laborales hace unos años. Más adelante nos detenemos.

Además, la situación en la unipu se ha agravado con la debilidad informática que se ha puesto de manifiesto ante diversos ciberataques (ransomware) y campañas de phising en muchas universidades (UAB, UCLM, Unizar, US).

Un aspecto más ha sido el cuestionamiento de la reputación en casos como el de la URJC, con efectos económicos (matrículas), ante el caso del máster de Cifuentes.

Las facilidades otorgadas a las universidades privadas (unipris) como decisiones de autorización de títulos (Andalucía) u otras, dando lugar a competencia asimétrica.

Un último aspecto de esta crisis, sin pretender agotar los síntomas, es el estancamiento del alumnado (ver gráfico) con reducción en algunos segmentos (máster, grados de alta demanda) y particularmente en algunos territorios (Madrid, Cataluña, Valencia, incipiente en Andalucía). Adquiriendo más dramatismo en un contexto de creciente demanda universitaria. Por contra, la unipri, con precios cinco veces superiores, ha logrado acaparar más del 25 por ciento del alumnado (2024).

Preguntas guía y ruta

Tras esta somera presentación de la crisis de la universidad pública, se nos abren una serie de preguntas.

La primera es indagar el déficit presupuestario mirando ingresos y gastos. Enseguida, como ya hemos señalado, se nos plantea la cuestión del enfrentamiento político, principalmente, entre los titulares de las competencias (gobiernos autónomos) y las universidades. Esto nos adentra en el debate ideológico y la discusión unipu vs. unipri o sobre el modelo de universidad. Por último, desembocaremos en el papel de la universidad en la sociedad capitalista y, más concretamente, en la acumulación española de capital y sus requerimientos respecto de esta particular porción de la clase obrera.

En lo que sigue, abordamos la primera cuestión, dejando las restantes para la próxima entrega.

La lucha de clases en la unipu

Antes de entrar en la evolución presupuestaria, nos detenemos en el conflicto laboral de la universidad. Durante mucho tiempo la universidad fue una fuente de la temporalidad, la precariedad laborales, emergiendo figuras como el profesorado low-cost, autónomo universitario o el becariado a título gratuito. Por otra parte, contrastando con los privilegios de catedráticos.

Los años de la gran recesión y el recorte presupuestario impuesto por la UE (2008-2014) asentó aún más la indignidad laboral que suponían, entre otras, aquellas prácticas. Esta situación empieza a cambiar, sobre todo a partir de 2018: movilizaciones del personal universitario y los litigios (asociados, interinos) dan paso a los acuerdos sindicales que mejoran salarios (incluyendo inflación) y reposición del personal,  a las reformas legales que reducen temporalidad y encarecen carreras profesionales (Ley 20/2021, LOSU 2/2023, Estatuto del personal predoctoral de 2018 y modificación en 2024), y a diversas sentencias favorables al personal docente e investigador.

La insolvencia de la unipu

La dinámica del gasto, con un incremento del 24 por ciento desde 2012 alcanzó los 11.340 millones de euros, ha estado presidida por la elevación del gasto de personal, la restricción inversora y la inflación.

El gasto de personal ha crecido pasando de representar el 61 al 65 por ciento. Los bienes y servicios, tras un esfuerzo de contención, se han visto espoleados por la inflación (reducción desde el 14 al 13 por ciento); mientras las inversiones en modernización y digitalización, cada vez más necesarias, tras un periodo de fuerte restricción se han recuperado (reducción del 18 al 16 por ciento del presupuesto).

Por su parte, la evolución de los ingresos universitarios nos muestra: aumento de las transferencias corrientes, la principal fuente, pasando de un 60 a un 65%; una reducción de las tasas y precios públicos, que disminuye su peso desde el 21 al 16 por ciento, por estancamiento del alumnado y bajada de la matrícula (sic); las transferencias de capital suben acompañando a las inversiones.

Como se ve una situación, ingresos contenidos y gasto creciente, exige reformas estructurales a la propia universidad así como nuevas fórmulas de financiación, pero entre tanto aboca al déficit crónico de la unipu, que ha de ser cubierto principalmente por el gobierno autonómico. Con ello se abre la puerta a la particular relación unipu-gobierno autonómico, que habremos de tratar más adelante. Ni que decir tiene que la mejora laboral, la dotación de recursos adecuados, empezando por la seguridad informática, tienen que ver mucho con la suficiencia financiera.

La crisis como forma de existencia

La situación actual de la UCM, la más dramática, nos alerta de la insolvencia a la que se aboca a la unipu, pues es lo que le espera al resto. A medida que se vaya imponiendo el nuevo modelo universitario español en el que una de las claves es la extensión de la unipri, el papel de la unipu como generador masivo y socialmente barato de fuerza de trabajo universitaria para el capital europeo, se nos irá revelando con claridad meridiana. También, y por ello mismo, su carácter deficitario, y la tensión permanente con el gobierno de quien depende, el autonómico. De hecho uno de los aspectos en cuestión es la autonomía universitaria.

Un diagnóstico materialista (apuntes para próxima entrega)

Desde la Crítica de la Economía Política, la crisis no es un accidente: expresa la forma en que hoy la acumulación española de capital realiza el mandato de producir una abundante fuerza cualificada de trabajo (atributos técnicos, mentales, morales/valores) bajo la restricción fiscal, en el marco del mosaico autonómico que configura territorialmente al capital español: se demanda excelencia, digitalización, internacionalización, a la vez que se limita el esfuerzo presupuestario proporcional. Cuestiones que detallaremos en la segunda parte.

Pedro Andrés González Ruiz, autor del blog Criticonomia

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.