Hacia el IX Encuentro de Solidaridad con Cuba
Hace ya algunos años una amiga, trabajadora social, me confesaba una íntima tragedia que me enterneció, acaecida en sus días de inocente escolar. Recibía ella una lección de historia en la que el profesor relataba los por menores de una de cuantas guerras en el mundo han sido, tal vez alguna de las muchas de la Europa Moderna.
Escuchaba mi buena amiga entre desolada por la sensación de irracionalidad del ser humano y reconfortada al abrigo de la ingenua creencia de que todo aquello de las guerras era cosa del pasado, métodos bárbaros barridos por el progreso de la humanidad. Cuando, a una de sus preguntas, el profesor, atónito, desfloró su candidez, confirmándole la vigencia de la pesadilla, mi amiga no pudo reprimir el llanto, sintiéndose de repente nacida a un mundo más oscuro.
Hoy, los ejércitos de un imperio cuyo potencial destructor la historia no ha conocido, «globalizan» su presencia para asegurar mercados, controlar recursos y rutas, aplastar disidentes y someter a naciones enteras. ¿Cómo explicar a un niño lo que ni muchos mayores llegan a comprender en sus últimas implicaciones? ¿Cómo justificar la miseria, el hambre, la muerte por enfermedades curables, el analfabetismo, la precariedad? ¿Quién da buena razón del camino que nos está precipitando al borde del colapso ecológico? ¿Cómo dar a valer las verdaderas razones que están detrás de la guerra?
En los dos últimos siglos, la humanidad ha conocido cambios de una magnitud nunca vista. Baste apenas estos datos: desde la primera revolución industrial, y a caballo del desarrollo tecnológico, el PIB mundial crecía un 5000%…y en ese mismo período de tiempo, de ser 2 veces más ricas que el resto del mundo, las potencias occidentales han pasado a serlo ¡7 veces más! Hoy es posible que tres personas -Bill Gates, G. Soros y E. Hison- acumulen fortunas superiores a los ingresos de más de un tercio de la humanidad, los 2500 millones de personas más empobrecidas del planeta. ¿Alguien hace el intento de justificarle esto a un niño?
El extraordinario desarrollo material de estas últimas dos centurias se ha producido sobre la base de un sistema de relaciones económicas y sociales profundamente desigual, cuya perpetuación exige de la guerra y la represión como elementos estructurales. Y sin embargo, a pesar de estos tiempos de guerra, tortura y saqueo imperialista, o quizás precisamente por ellos, el IX Encuentro de Solidaridad con Cuba se propone vindicar un hecho de armas, una historia de «hombres de poca niñez», aunque en esta historia empuñaran las armas hasta los rapaces de 13 años.
La historia es bien conocida; es la historia de la primera derrota del imperialismo estadounidense en las tierras de la América. La historia de la agresión a un pueblo corajudo que un día se decidió a empezar a escribir esa historia del revés, poniendo a los de abajo, arriba, para que a los niños, ya con escuela, se les pudiera mirar a la cara sin rubor.
¿Y por qué esa infame agresión a Cuba en el abril del 61?, ¿Por qué ese acoso preferencial del Imperio?, ¿Por qué Playa Girón?, pudiera preguntarse un niño. El historiador Arthur Schlesinger, asesor de Kennedy, daba respuesta a estos interrogantes en el informe que a petición del presidente redactara la comisión para América Latina: El problema de Cuba, decía, es la difusión de la idea de Castro de hacer las por uno mismo. Decía que la idea tenía un gran atractivo en toda América Latina, donde la distribución de la tierra y otras formas de riqueza nacional favorecen considerablemente a las clases propietarias […] y los pobres y carentes de privilegios, estimulados por el ejemplo de la revolución cubana, están exigiendo actualmente la oportunidad de vivir una vida decente.
Una razón más nos concita a reunirnos este abril en el IX Encuentro de Solidaridad con Cuba, y es que hay que celebrar que hace ya 45 años se prendió una luz más en el camino de los que luchan por «la oportunidad de vivir una vida decente», 45 años desde que un pueblo en armas defendiera su revolución demostrándonos que es bien posible la victoria del trigo sobre la grama.
* Víctor Delgado. Miembro de la Plataforma Canaria de Solidaridad con los Pueblos