Francisco J. Báez Contreras, de Ecologistas en Acción, reflexiona sobre la posición a tomar ante el cierre que la empresa Fertiberia anuncia tras la sentencia de la Audiencia Nacional (tras recurso a una decisión de la Dirección General de Costas en la misma línea) en la que pide el cese de los vertidos de esta industria a la Ría. En juego muchos puestos de trabajo, pero también la Salud y el Medio Ambiente de una de las ciudades más contaminada de Europa: Huelva
A la hora de plantearse participar en una movilización a favor del empleo en la industria, en contra del cierre o despidos en algunas industrias, se presentan sensaciones y pensamientos ambivalentes. Cuando no se ha dejado de manifestarse, de escribir, de luchar por una Huelva libre de contaminación, para que cesen las emisiones y vertidos de fábricas obsoletas, reclamando siempre la búsqueda de alternativas, exigiéndolas a las administraciones, y comienzan a llegar los momentos críticos donde algunas industrias pueden cerrar, y sus trabajadores van a ser víctimas de la ceguera de años que han tenido los dirigentes políticos, empresariales y sindicales, no resulta fácil continuar con el mismo discurso, pero se hace más necesario que nunca. Hace más de 20 años, cuando la mesa para la recuperación de la avda. Francisco Montenegro fueron muchas las personas y colectivos que pusieron el problema encima de la mesa. Una década más tarde la coordinadora ecologista mantuvo en solitario la pelea por evitar la introducción de más industrias contaminantes en Huelva y provincia, cuestionando el maquillaje de las supuestas medidas correctoras de la junta en los vertidos y emisiones, y planteando un saneamiento integral de la ría y la puesta en marcha de planes de producción limpia en las industrias donde eso fuera posible y el planteamiento de alternativas en el resto. Siempre se ha mantenido que los propietarios de las multinacionales iban a utilizar como excusa a quienes defienden el medio ambiente, cuando quisieran echar el cerrojo e irse a producir donde pudieran seguir contaminando y les resultara más barato. Ya en pleno siglo XXI, además de ecologistas ha cuajado un potente movimiento ciudadano con las mismas premisas, que ha recogido miles de firmas, mantenido toda clase de iniciativas, recabado la colaboración de instituciones, universidad, etc, desde la base de diseñar el futuro de esta ciudad para las generaciones futuras, y la respuesta de quienes tienen la obligación de anteponer los intereses generales a los particulares siempre ha sido la misma, esconder la cabeza bajo el ala, acusarles de catastrofismo, defender lo indefendible y matar al mensajero. Se han puesto encima de la mesa ejemplos notorios de ciudades que se han transformado, y los dirigentes sindicales por su cortedad de miras, los políticos por cifrar sus expectativas en los votos a corto plazo, otras instituciones porque viven aprisionadas en el estrecho círculo de subvenciones, prebendas, y el alcalde porque no ha tenido la valentía y el arrojo de liderar lo que reclamaban las fuerzas más dinámicas de esta ciudad, todos han condenado a Huelva a seguir siendo una de las ciudades más contaminadas de Europa, y de las que tienen más mortalidad por cáncer y, ojo, son ellos y sólo ellos los responsables de que puedan ir más personas al paro cuando han tenido muchos años para poner los medios y evitarlo.
¿Es compatible asistir a una movilización con un discurso distinto que reclama creación de otro tipo de empleo, cuando la convocatoria es por el empleo en las mismas industrias? No lo parece.
Es de sentido común ser solidarios con las personas que van a perder su empleo, pero la solidaridad va más allá, es la hora de crear plataformas, mesas que demanden inversiones, aunque parezca difícil con estos administradores que tenemos.
Es el momento de hablar de oportunidades económicas de futuro. Y el futuro, al menos dentro de la UE, no es la química contaminante e insostenible.
Es por supuesto momento de ser optimistas, a pesar de la crisis, dicen que en los momentos de crisis se suelen dar saltos adelante, puede ser más fácil persuadir a más gente y colectivos de exigir juntos alternativas a lo que se pierde y a lo existente.
Son momentos de denunciar a esos políticos que no han querido -y siguen sin querer- debatir alternativas al problema laboral, que han seguido y siguen apostando por una industria que está condenada a cerrar, porque estamos en la UE y no en la selva, han pasado años en los cuales era evidente la adaptación a directivas más respetuosas con el medio ambiente, y no ha sido Fertiberia la única que ha mirado para otro lado como si no fuera con ellos o estuviera radicada su actividad en un país diferente.
Hay que desenmascarar a quienes siguen viendo conspiradores de forma paranoica por todos lados -desde ecologistas hasta el defensor del pueblo, costas, tribunales, la UE…- y la situación surrealista que niegan, y reconozcan la raíz del problema.
La gente de Huelva no puede aceptar que se siga premiando y tolerando a quienes delinquen, cuando por mucho menos a cualquiera embargan por no pagar una simple multa o empapelan por hacer una actividad sin licencia. ¿Es imaginable un negocio de venta de droga en cualquier punto de Huelva junto a escuelas, con varios empleados, y se pusiera el grito en el cielo porque lo cierren y quede gente en el paro? Creo que sobran palabras con este ejemplo.
Ha llegado la hora de exigir un debate global y democrático sobre el futuro de esta ciudad. Los primeros interesados deberían ser los trabajadores y trabajadoras tanto los que dependen de la industria química como las miles de personas que llenan las listas del paro y esperan un trabajo. Los responsables de sindicatos, partidos e instituciones tienen un reto por delante: diseñar propuestas en ese debate tan necesario.