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A Jorge Turner le digo

Fuentes: Rebelión

Son muchas las obras científicas escritas por la pluma genial de Federico Engels. Quizás las más célebres sean El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, el Antidüring, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre y el Discurso ante la tumba de Marx. Esta última es una exposición […]

Son muchas las obras científicas escritas por la pluma genial de Federico Engels. Quizás las más célebres sean El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, el Antidüring, El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre y el Discurso ante la tumba de Marx. Esta última es una exposición breve pero magistral de la concepción materialista de la historia formulada por Marx y el propio Engels cuarenta años antes en Bruselas.

En ese memorable y ya inmortal discurso en homenaje al amigo y compañero muerto tres días antes en Londres, Engels pronuncia una frase que resume la magnitud de la pérdida que para la ciencia y para el movimiento revolucionario mundial significó la partida del fundador de la teoría materialista del conocimiento, igualmente llamado materialismo dialéctico: «Qué gran cerebro ha dejado de pensar, qué gran corazón ha dejado de latir».

He traído a mi memoria esa frase de Federico Engels, porque creo que expresa de modo insuperable el sentimiento que la muerte de Jorge Turner ha provocado en quienes lo conocimos, lo tratamos, lo quisimos y lo admiramos durante muchas décadas. En verdad, qué gran cerebro ha dejado de pensar y qué gran corazón ha dejado de latir.

Turner era un hombre sabio y un hombre bueno. Un hombre culto y un hombre generoso. Cordial y afable con todo aquel que se le acercaba, su generosidad era más bien magnanimidad.

Lo conocí por allá de los finales de los ochenta del siglo pasado cuando era embajador de su patria panameña en México. Pasamos juntos, como tantos otros, el trago amarguísimo de la invasión de Panamá por la soldadesca estadounidense, la que en una sola noche asesinó en el barrio popular El Chorrillo, con sus bombas de fósforo y napalm, a más de cuatro mil personas. A familias completas: madres, padres, abuelos, hermanos, hijos.

También por esa época pasamos juntos momentos muy gratos. Cuando cumplió setenta años, su infaltable compañera, María Guerra, le organizó un festejo con amigos que, como yo mismo y María Esther, mi también infaltable compañera desde hace cuarenta y tres años, lo adoraban.

Algunos festejantes pronunciaron palabras de gratitud y admiración al maestro, al erudito latinoamericanista, al infatigable revolucionario, al patriota y antiimperialista, al amigo magnánimo. Turner sólo sonreía, gratificado por esas muestras de cariño, admiración y respeto.

No me escapé. Pero tuve tiempo para hilar algunas rimas que expresaran mi pensamiento y mis sentimientos sobre Jorge Turner. Hoy, aquí, consigno esas rimas que en forma de epigrama compendiaban y compendian el papel que Turner representaba para nosotros, sus amigos y correligionarios:

A Jorge Turner le digo,

y así las gracias le doy,

que en el duro tiempo de hoy

mucho ayuda ser su amigo

para seguir siendo fiel

a esa hermosa utopía

que prendió en nuestra alma un día

y que abandera hoy Fidel.

Eran los tiempos del derrumbe de la Unión Soviética y del campo socialista de Europa del Este. Eran tiempos de confusión y desesperanza. Pero Turner era inquebrantable. Confió hasta el último aliento vital en la justeza de sus ideas y de la causa que abrazó desde su juventud. Cercano desde siempre a la gesta heroica de la revolución cubana, Turner nunca abandonó esa trinchera. Era tan cubano como panameño, mexicano y revolucionario.

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, periodista, conferenciante, luchador social, Turner fue un modelo vivo de humanidad, de sabiduría, de simpatía, de buen humor. Tuve la inmensa fortuna de ser su amigo y personalmente lo voy a extrañar muchísimo. Como amigo, como maestro, como guía. Hasta siempre, querido camarada Turner.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.