Estimado compañero Julio Anguita: El escribirte estas palabras se debe a querer responder a tu escrito del pasado 1 de Junio «Refundar, Reconstruir el PCE». Los griegos llamaban deúteros ploûs a la navegación hecha, a falta de un viento propicio, a fuerza de remos, un viaje lento y bastante seguro, hacia el puerto buscado. Esta […]
Estimado compañero Julio Anguita:
El escribirte estas palabras se debe a querer responder a tu escrito del pasado 1 de Junio «Refundar, Reconstruir el PCE».
Los griegos llamaban deúteros ploûs a la navegación hecha, a falta de un viento propicio, a fuerza de remos, un viaje lento y bastante seguro, hacia el puerto buscado. Esta inquietante definición se adecua, a mi entender, al reto que te has propuesto de provocar e iniciar un proceso de reflexión personal y colectiva en torno a la vigencia, necesidad, utilidad y viabilidad de lo que en principio denominas Entidad Comunista.
Los vientos propicios escasean en estas democracias «a la carta» cuando se trata de impulsar posiciones revolucionarias. Incluso, a veces, excesivos vientos propician llegar a puertos erróneos o a la deriva. Por eso, creo acertada esa reflexión personal que asumes, a fuerza de remos. Ese viaje lento y seguro, requiere provisiones ideológicas a las que podremos llamar, en su conjunto, cosmovisión. Las cosmovisiones se edifican a base de tropiezos y autoanálisis, en donde la calidad de sus respuestas depende del valor de las preguntas.
«Capitán, mi capitán», has enfrentado el reto con preguntas dramáticamente acertadas (¿es necesaria y posible la revolución-transformación?, ¿sigue siendo utopía nuestro impulso y nuestra meta?, ¿qué contenidos definen a utopía?, ¿sigue siendo capital-trabajo la contradicción fundamental?, ¿asumimos personal y colectivamente la tarea de superarla?, ¿en qué situación está y cuál es el papel del movimiento obrero?). Pero, como tú nos enseñaste con tu coherencia, el alcance y sentido de las preguntas están determinados por los intereses de los que tienen el poder para canalizarlas; y como dijo Benedetti «Tenemos que recuperar la objetividad, como una de las formas de recuperar la verdad, y tenemos que recuperar la verdad como una de las formas de merecer la victoria». Es por lo que veo complicado, en esta coyuntura, la reflexión colectiva con las estructuras y hábitos comunistas verticalizados en los tiempos de paz o democracia burguesa.
Junto a las cuidadas preguntas que haces, propias de un remero infatigable, creo que también es importante saber qué integra a las personas al orden social establecido, cómo las personas pueden cambiar ese orden, liberarse de sus exigencias e imposiciones y construir un orden social diferente, más justo y humano. El salvadoreño y asesinado luchador Martín-Baró ya nos avisó que la persona es portadora de la contradicción social fundamental que separa a la población en clases o grupos contrapuestos, ya que en cuanto persona es miembro de una clase y, por consiguiente, negación y afirmación de la clase antagónica. En la práctica, la presencia de estas contradicciones en cada individuo asume múltiples formas, desde las posibilidades abiertas o cerradas, objetivamente a su conciencia (el máximo de conciencia posible), hasta las formas de su percepción y pensamiento, sus afectos y actitudes y, en última instancia, la frecuente dualidad de su acción que, buscando la propia realizaci ón humana, constituye una verdadera fuente de deshumanización para sí mismo y para otros. Habrá que seguir entonces la historia de los grupos o las personas al interior de las clases sociales, su toma de conciencia, la asunción de su realidad social, su organización, para comprender cómo pueden llegar en un momento determinado a optar por un determinado compromiso.
Te refieres a Entidad Comunista como a otro tipo de Organización Comunista. Quisiera, desde mi humilde formación política y algo más picosocial, colaborar en la desintegración de eso que llamas eutanasia a ritmo lento de la Organización Comunista. Desde un enfoque dialéctico, siguiendo al profesor Martín-Baró, los principales parámetros para el análisis de una organización son tres: la identidad, el poder de que dispone y la significación social de lo que produce esa actividad.
La identidad requiere una totalidad, una unidad de conjunto, y que esa totalidad tenga una peculiaridad que permita diferenciarla de otras totalidades. Tres aspectos conforman la identidad básica de una organización: su formalización organizativa (definición de sus partes y regulación de las relaciones entre ellas), sus relaciones con otras organizaciones y la conciencia de sus miembros. Considero fundamental adelantar estas reflexiones a las de tipo cosmológico, ya que son el soporte sólido para el inicio del cambio.
El poder de una organización hay que examinarlo a la luz de su particular situación en una determinada sociedad; qué diferenciales de recursos logra en sus relaciones con otros colectivos frente a los aspectos más significativos de la existencia o de cara a los objetivos que como organización persigue. Un aspecto importante lo constituye la autonomía o dependencia respecto a los recursos de que dispone para lograr poder en la vida social. Es claro que cuanto menos autónomo sea el poder de un grupo, más limitado será su valor y lo que con él pueda lograr. Además, si el surgimiento de una organización política depende de alguna forma de conciencia social, su supervivencia depende del poder que obtenga, poder que debe plasmarse en una estructura organizativa que haga posible la satisfacción sistemática de sus intereses a través de una acción eficaz al interior de la sociedad.
La existencia y la supervivencia de un colectivo humano dependen esencialmente de su capacidad para realizar acciones significativas en una determinada circunstancia y situación históricas. Ahora bien, la importancia de una acción o actividad grupal tiene una doble dimensión: externa, de cara a la sociedad o a otros grupos (tiene que ser capaz de producir un efecto real en la vida social para afirmar su identidad, es decir, para canalizar la satisfacción de los intereses que representa), e interna, de cara a los miembros del colectivo mismo (si obtiene la realización de aquellos objetivos que corresponden a sus aspiraciones individuales o a una aspiración común). Un aspecto muy importante para comprender la naturaleza de las formaciones políticas es el hecho de su imbricación múltiple; esto genera identidades parcialmente comunes con fronteras difusas, poderes compartidos por varios colectivos (lo que a veces permite sumar sus recursos, pero a veces ocasiona disgregación), y acciones cuyo efecto puede repercutir en más de una organización o movimiento aunque varios de ellos no hayan participado como tales en la actividad del caso.
La importancia de la actividad para la comprensión de una organización se entiende cuando se analiza la naturaleza y funcionamiento de algunas que, como ciertas corrientes de agua, aparecen y desaparecen según las coyunturas históricas y la viabilidad práctica de su aporte en cada situación social. Por todo ello, hay que ser muy consciente y preparado como colectivo político de que la acción colectiva tiene un efecto en la realidad misma del grupo que la realiza, bien sea consolidándolo, bien debilitándolo, bien sea desintegrándola.
Compañero, he querido sumarme a tu compromiso, desde mi no militancia en el PCE, aunque con enorme respeto a su significado histórico y de futuro. Yo continúo en puerto, en mi condición de bánausoi, en un barco a la deriva llamado Izquierda Unida a la espera de que las utopías se hagan carnes. Siempre confié en un «PCE en IU». Ánimo y pundonor para el duro viaje. Saludos fraternales.