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Con o sin ETA, el BBVA, el Santander... seguirán robando

A Ramón Fernandez Durán, humildemente

Fuentes: eutsi.org

Parece que, en los últimos años, nadie es capaz de sobreponerse a la tentación de escribir sobre los «procesos de paz» y/o la actividad de ETA. Poco importa si hay algo nuevo que decir, algo para proponer. Así, en muchos de los casos -como el escrito de Ramón- no van, en mi opinión, más allá […]

Parece que, en los últimos años, nadie es capaz de sobreponerse a la tentación de escribir sobre los «procesos de paz» y/o la actividad de ETA. Poco importa si hay algo nuevo que decir, algo para proponer. Así, en muchos de los casos -como el escrito de Ramón- no van, en mi opinión, más allá de la mera autocomplacencia (siendo malo) o de la rabia por querer cambiar las cosas y no adivinar las formas (punto de vista más comprensivo). La fórmula es, por lo demás, repetitiva: un noventa por ciento de contar la historia de ETA (fría y serenamente; más allá del bien y del mal) y un diez por ciento lleno de subjuntivos, primera persona del plural, exhortando a hacer un algo que nunca se concreta en nada salvo pedir a ETA que baje la persiana.

Hace dos días, recibí y leí un texto, firmado por Julio Anguita -en calidad de miembro del colectivo Prometeo- que se adapta al modelo arriba señalado. La lección de historia es muy similar a la de Ramón Fernández. El diez por ciento del subjuntivo es, en este caso, sustituido por una serie de interrogantes y puntos sobre los que hablar.

Este afán por circunscribirse a ETA comienza a recordarme la cantinela de muchos militantes anarquistas cuando, tras caer el muro de Berlín, decían eso de «ya lo habíamos dicho». De propuestas constructivas, poco o nada. Me recuerda también a ciertos partidos políticos vascos (del Ebro para abajo, hoy por hoy, estoy desinformado), de izquierda (dicen) que justifican su existencia o nacimiento en base a no aceptar la tutela de ETA, pero que jamás plantean política alguna para que los simples mortales podamos saber si son de izquierda efectivamente. Por izquierda, derecha y centro hay mucha gente autojustificándose por factores exógenos.

Me gustaban más las críticas de hace quince años, las críticas de otra izquierda que primaba los factores éticos y políticos a la hora de analizar la validez de la lucha armada; críticas que se ejercían como instrumentos de construcción política, no de espectáculo.

Tengo la impresión de que no es sólo ETA quien esta fuera de juego. Tengo la impresión de que con el tema de ETA se cubre el vacío de prácticas y de ideas. No quisiera frivolizar con un tema importante y que afecta de forma personal a tanta gente; pero tampoco me resigno a recordar que hay más cosas en este mundo. Al César lo suyo, ¿verdad? Pero, ¿qué clase de izquierda se supone que existe? La misma rancia aristocracia partidista, con un discurso gastado y aburrido que vive del cuento de la antiglobalización, las oenegés y el ser tan funcionales al estado como la lucha armada. ¿Qué tipo de propuestas superadoras, dialécticas, se pueden formular con ese escaso bagaje?

Es también harto repetitivo recurrir al argumento de que el estado utiliza la lucha armada para legitimar el recorte de las libertades y atribuir a la existencia de ETA la desmovilización social ante las diversas salvajadas que sufrimos. Si bien hay parte de razón -no lo niego- no es toda. Hay sobradas muestras a lo largo de la Historia para comprobar que al estado no le hace falta demasiado para dar una vuelta más de tuerca. En la película Brazil, de Terry Gilliam, el terrorista es un fontanero por cuenta propia.

Quisiera mostrar mi desacuerdo con afirmaciones concretas de Ramón Fernández. Una es la que alude a ETA como lacra para los presos; ni que decir de los números (más militantes en chirona que en la calle) utilizados para reforzar la aseveración. Todo el mundo habla de los presos y, lo que es peor, por los presos. Hasta el PNV se preocupa por los presos. Dejemos que sean ellos y ellas quienes se expresen; no utilicemos más una realidad próxima a nosotros pero de la que no participamos en primera persona. En el área autónoma se respetan (aunque sea porque no hay más remedio) las decisiones de otros grupos. No niego el derecho a opinar que asiste a cualquiera. Faltaría menos.

Tampoco me gusta que se patrimonialicen ni la insumisión, ni la ocupación, ni similares; menos aun que se sacralicen y, por sistema, se coloquen como antagonistas del MLNV. Puede haber otra parte de razón, pero ni podemos vivir de prácticas pasadas, ni de criticar unas prácticas sin poner jamás las nuestras en tela de juicio. No basta con el «ya lo habíamos dicho». Y aunque el fuerte trazo del antiautoritarismo recorre los cinco continentes, Euskal Herria ni fue Nicaragua, ni es Chiapas, ni es Irlanda.

¿Ayudar a desbloquear?

Ayudar a desbloquear. Lindas intenciones. Pero, ¿cómo? Es el nuestro un país raro; hace unos años pasamos de no negociar nada a negociar todo, hasta las cervezas, que decía un compañero. Habría que hablar si el negociar es en sí algo bueno. Para algunos y algunas lo es, es buen negocio.

Aparecen Elkarri y otro tipo de iniciativas de esas que consisten en manifiesto, tríptico, chapa, panfleto, subjuntivos y un par de manifestaciones. Se prima la política de la delegación: firma, unos euros y sábado de recorrida empujando el carrito del bebé. Se sobrealimenta la actividad y representatividad de los partidos políticos. Fomentar esta sustitución de las voluntades personales desmoviliza tanto o más que la actividad terrorista. Elkarri se disolvería logrados sus objetivos. No sé cuáles son, mas, en la práctica, tenemos a Jonan Fernández con cargo nuevo y los delfines con Lokarri. O Ramón Zallo de asesor del presidente Ibarretxe. Verdaderamente, se me escapa el alcance de las iniciativas, como Ahotsak y otras citadas por Ramón Fernández. Al menos se reconoce que son elitistas (por lo tanto incapaces de trascender al vulgo).

Con o sin ETA, el BBVA, el Santander, etcétera, seguirán robando. La antigua militancia de extrema izquierda seguirá con su funcionariado y la nueva con las oenegés. He de reconocer que no tengo la más mínima idea de cómo parar tanta sinrazón, pero, cuidado, yo también tengo mi versión de la Historia y sé jugar a las extrapolaciones. De todos modos, no tengo voluntad de darle más vueltas al tema. Humildemente.

http://www.eutsi.org/kea/content/view/322/30/lang,es/

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