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Cada año fallecen por accidentes relacionados con la caza entre 40 y 50 personas, el balance de animales muertos se dispara hasta los 30 millones

A sangre y fuego: el impacto de la caza en España

Fuentes: El Salto

Comienza la temporada de caza, una actividad que mueve más de 3.500 millones de euros anuales en España. En todo el Estado se expiden unas 800.000 licencias anuales y hay 332.000 federados, que disponen para su actividad de cerca del 80% del espacio natural. La noticia conmocionó a la pequeña localidad de Villalba de los […]

Comienza la temporada de caza, una actividad que mueve más de 3.500 millones de euros anuales en España. En todo el Estado se expiden unas 800.000 licencias anuales y hay 332.000 federados, que disponen para su actividad de cerca del 80% del espacio natural.

La noticia conmocionó a la pequeña localidad de Villalba de los Alcores (Valladolid), de apenas 400 habitantes: el 13 de octubre, un menor de 13 años fallecía tras recibir una bala perdida durante una montería. Solo dos semanas antes, otro joven de 31 años perdía la vida tras dispararse accidentalmente su escopeta en un monte situado entre las localidades de San Ildefonso y Palazuelos de Eresma (Segovia).

Aunque ambas muertes reavivaron el debate sobre una actividad que cada vez parece contar con un mayor número de detractores, lo cierto es que tienen poco de excepcionales. Cada año fallecen por accidentes relacionados con la caza entre 40 y 50 personas según Mutuasport, la principal compañía de seguros del sector. El balance de animales muertos se dispara hasta los 30 millones al año.

Coto privado

España es país de cazadores: hay 332.000 federados y se expiden del orden de 800.000 licencias anuales, lo que lo convierten en uno de los países con más afición a esta práctica de toda Europa. El sector mueve más de 3.500 millones de euros al año y genera unos 54.000 empleos, según el estudio estudio La caza. Sector económico , elaborado en 2012 por Fedenca y la Real Federación Española de Caza. Y, pese a todo, no deja de representar a un porcentaje ínfimo de la población: apenas un 1% que, según organizaciones como Ecologistas en Acción, disfruta de un innegable privilegio al disponer para su actividad cerca de un 80% del espacio natural.

«Actualmente la caza se practica sobre casi todo el territorio que no está ya ocupado por núcleos urbanos, infraestructuras de transporte y parques urbanos», señala Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción. «Es decir, se caza en la práctica totalidad de los espacios naturales existentes. Seguramente estamos hablando de más del 80% del territorio, cuando el número de cazadores apenas supera las 300.000 personas».

En opinión de Oberhuber , el desequilibrio es claro: «Un sector muy minoritario disfruta de casi todos los espacios naturales y condiciona de forma brutal su estado de conservación, hasta el punto que limita o impide otras actividades humanas mucho menos impactantes y cada vez mas reclamadas por la población, como pasear, ver pájaros, montar en bici o recoger setas. Los cazadores están impidiendo o dificultando que la mayor parte de la población disfrute de sus derechos. Por eso desde Ecologistas defendemos los derechos de los no cazadores a disfrutar de la naturaleza».

Esa defensa se ha plasmado recientemente en una curiosa iniciativa por parte de la organización ecologista: expedir un carné simbólico que acredite a su portavoz como persona no cazadora. «Con ello buscamos que los no cazadores defiendan sus derechos», asevera Oberhuber. «El número de cazadores se viene reduciendo en la última década de forma muy evidente. Sin embargo, gracias al apoyo del PP y de muchos grandes terratenientes que son dueños de fincas de caza están logrando que las administraciones continúen legislando a favor de este sector de forma descarada. Queremos que se visibilice esto y empiece a cambiar».

Perros, las otras víctimas

Entre los colectivos que están luchando por esa visibilización, se encuentra la plataforma NAC (No a la caza), una organización que nació en 2010 para protestar contra una modalidad concreta, la caza con galgos, y que actualmente ha ampliado objetivos para luchar contra todas las demás. A lo largo de 2018 han organizado manifestaciones en 31 ciudades de España que han tenido réplicas en otras urbes europeas como París, Lyon, Verona o Colonia.

«La caza no tiene sentido en una sociedad avanzada como a la que aspiramos llegar», opina David Zurdo, portavoz de NAC. «La diversión bajo el acoso y la muerte de animales debería ser desterrada de cualquier cultura. Sin excusas. Porque no hay argumento que justifique la muerte de 30 millones de animales tan solo en nuestro país, la de otros tantos por el envenenamiento de nuestros campos y acuíferos por culpa del plomo de los cazadores, la muerte de personas que salen al campo a disfrutar de él y son alcanzados por disparos de los cazadores y, por supuesto, el maltrato y la muerte que sufren los animales que se utilizan como herramientas, que son los perros y hurones que acaban abandonados en el fondo de un pozo o colgados en un árbol».

Los perros son, sin duda, parte esencial del fenómeno. En una sociedad cada vez más concienciada sobre su bienestar y protección, su utilización en la caza es motivo de constante disputa entre partidarios y detractores de esta actividad. «Los perros usados para cazar seguirán vivos mientras le sean útiles a sus dueños», apunta Zurdo. «A partir de los cinco años, los galgos ya no sirven para cazar y son desechados. A los que han sido buenos les espera una vida de explotación para la cría en busca de nuevos campeones. Los setter, podencos, bracos o pointer tienen una vida útil algo mayor, pero su fin es el mismo, ya que el cazador no va a mantener a un perro que no le es útil. Tampoco nos podemos olvidar de los perros de rehalas y de presa que se utilizan para lanzarlos contra jabalíes y caza mayor. Muchos de ellos mueren por las heridas causadas por la víctima».

En este sentido, las cifras son confusas. Los propios cazadores denuncian frecuentemente que los defensores de los derechos de los animales las inflan y manipulan. Para Zurdo, se quedan cortas. «Los datos de abandono son aproximados, pues es imposible saber cuántos hay», reconoce. «En España el número de galgos oscila entre 500.000 y un millón, pero tan solo hay registrados 200.000 en la Federación Española de Galgos. En cuanto al abandono de perros de todas las razas, los datos de Fundación Affinity hablan de 105.000 abandonos al año, pero solo recogen los animales recogidos por las protectoras: no están reflejados los de las perreras municipales, los muertos en las carreteras, los ahorcados, etc. Seguramente el abandono o en España ronde los 200.000 perros al año», asegura.

Horizonte 2020

Ante esa sensibilidad cada vez mayor, formaciones políticas como el PACMA ven crecer su número de votantes. En las últimas elecciones generales de 2016 consiguió 286.702 votos para el Congreso y 1.213 871 votos al Senado, convirtiéndose en la fuerza extraparlamentaria con más sufragios. Silvia Barquero, su presidenta, está convencida de que el rechazo a una actividad como la caza no hace sino crecer de manera paralela. «La caza es una actividad violenta que acaba con la vida de millones de animales cada año, y es también un peligro para las personas que pretendemos disfrutar de la naturaleza de manera pacífica», apunta.

Las últimas noticias sobre accidentes de caza parecen dar razones a PACMA: «No es la primera vez que tenemos que lamentar accidentes mortales», explica Barquero. Una situación que, en su opinión, puede cambiar de cara al futuro con voluntad política. «En 2020 entrará en vigor la prohibición de cazar en parques nacionales, lo que desde PACMA consideramos que se podría hacer perfectamente extensible a parques naturales, regionales, reservas de la biosfera y humedales Ramsar, para empezar con la prohibición de la caza, protegiendo así a la fauna salvaje».

David Zurdo, de NAC, lo ve claro. «La caza está cada vez peor vista. En apenas 20 años el número de licencias ha bajado de 1.200.000 a 850.000, y eso que en muchos casos las licencias salen gratis. Las licencias de galgueros pasaron en cuatro años de 14.000 a 10.000. Esperamos que dentro de 10 años, si no antes, no quede ningún galguero». Y concluye con visible optimismo: «A la caza la mueve y la mantiene el dinero. A quienes defendemos la vida de los animales nos mueve nuestra conciencia y nuestros sentimientos, y eso es imparable».

Fuente: http://www.elsaltodiario.com/biodiversidad/sangre-fuego-impacto-caza-espana