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Abel Caballero, la Cruz de los Caidos y el desplome del muelle en el Marisquiño

Fuentes: Rebelión

Abel Caballero es un alcalde que a pesar de tener una gran record electoral no deja de ser, en opinión de muchos, un demagogo, representado todo aquello que se criticaba en las plazas durante el 15- M. Es del PSOE, pero bien pudiera ser del PP y viceversa. Le acusan de haberse distinguido por ganarse […]

Abel Caballero es un alcalde que a pesar de tener una gran record electoral no deja de ser, en opinión de muchos, un demagogo, representado todo aquello que se criticaba en las plazas durante el 15- M. Es del PSOE, pero bien pudiera ser del PP y viceversa.

Le acusan de haberse distinguido por ganarse su popularidad a golpe de talonario para hacerse publicidad en el Faro de Vigo y en otros medios, y en verdad está en casi todas sus páginas. Se dice que gasta mucho en publicidad institucional y por eso está todo el tiempo en lo medios. A pesar de haberse adaptado totalmente a un modelo de ciudad especulativa sin embargo quiere presentarse como el adalid del pueblo. Pero en la ciudad de Vigo, como en muchas otras ciudades, hay muchos problemas: alto desempleo, pobreza severa, infravivienda, falta de articulación social y urbanística y no digamos articulación cultural; faltan muchas cosas y sin embargo presume de haber conseguido records del mundo: la ciudad mejor iluminada del mundo, la ciudad más acogedora del mundo, etc., etc… Y desde luego Vigo no es una ciudad fea pero el mundo es muy grande y en Galicia hay ciudades bellísimas. También trae figuras de la canción popular, que paga el ayuntamiento, y el mismo suele hacer de telonero. La última fue con el grupo Maná, y tras unas palabras demagógicas del omnipresente alcalde de Vigo,-diciendo que la actuación era gratis-pudo actuar ese grupo musical. Hasta cantantes locales han compuesto canciones laudatorias del alcalde, así el cantante Toni Lomba le ha compuesto la canción de «Vaya Tío». En una cabalgata de Reyes precedió el mismo a los Reyes magos, dándose un baño de multitudes, con la consiguiente decepción y asombro por parte de los niños. Quizás haya en España algún político más populista pero será difícil encontrarlo.

Uno de los hechos más controvertidos en el que estuvo involucrado fue el asunto de la cruz de los caídos, un monumento nacional católico fascista-falangista del año 1961 que se ubica a los pies del Monte O castro y frente al Ayuntamiento; diversas asociaciones viguesas intentaron aplicar la ley de memoria histórica y pese a las negativas del Ayuntamiento y de Abel Caballero ,consiguieron que un tribunal dictara resolución, en el año 2014, para el derribo de ese monumento nacional católico fascista; pero Abel Caballero y el ayuntamiento se negaron a la ejecución y recurrieron al Tribunal Superior de Galicia, que en una deshonrosa sentencia, salvó de la piqueta a esa horripilante Cruz que todavía hoy acecha a los ciudadanos que pasean delante del Ayuntamiento. Abel Caballero dice que es una cruz «desfascistada» y que ya solamente es un elemento cristiano. A Abel le encanta hacer guiños a un electorado conservador y le encanta cultivar el simbolismo católico por ello también suele presidir las procesiones de Cristo de la Victoria, una procesión marinera con apoyo popular pero que el Alcalde también se ha encargado de fomentar en los últimos años.

Como todas las ciudades, Vigo tiene muchos problemas, pese al Superman de su alcalde. Su gestión se ha caracterizado por gestos urbanísticos más que discutibles. Gasta mucho dinero en ornamentación. Él lo llama «humanizar los barrios», colocando macetas de flores y farolas por doquier en unos barrios con problemas estructurales y de planificación que nunca se abordan. O la más que controvertida iluminación navideña, ya que se gasta más en esa iluminación que en ayuda de urgencia social. A Abel le gusta deslumbrar, bien sea cantando el «Despacito» delante de los niños o un Villancico en las televisiones locales o derrochando el dinero público en una iluminación navideña , según sus propias palabras, «mejor que la de Tokio o Nueva York». Sin embargo y pese a ser socialdemócrata ni se le ocurre municipalizar el transporte de la ciudad en manos de la empresa VITRASA.

Cuando su vida política, después de haber sido Ministro de Transporte, presidente del PSOE gallego y otras muchas cosas parecía estar agotada, quiso hacerse escritor millonario de best sellers con novelas del tres al cuarto sobre los Templarios pero para eso, aunque no lo parezca, hay que tener talento y no solamente juntar una palabra tras otra; y tras el fracaso como escritor de best sellers, regresó pronto a la vida política y fue nombrado, esta vez, Presidente de la Autoridad Portuaria en Vigo- puestos que deberían ser técnicos, pero debido al sistema prebendatario y clientelar del sistema político español se han convertido en puestos para políticos-. Ya como Presidente de la Junta del Puerto fue acusado, por sus rivales políticos, de gastarse dinero en publicidad de autobombo. Es también curioso que Abel Caballero, ahora como alcalde, quiera descargar todo tipo de responsabilidad por el gravísimo accidente que tuvo lugar en el muelle del paseo marítimo, en la Autoridad Portuaria, organismo del que fue también presidente del 2005 al 2007.

El accidente del muelle del paseo marítimo durante el festival del Marisquiño es de tanta gravedad que las responsabilidades deberían ser criminales por la negligencia que ha concurrido en este caso y solo el hecho de que no haya habido-casi milagrosamente- ninguna víctima mortal es lo que ha podido evadir el título de las tragedias más importantes de la década en Galicia. Desde el primer momento, Abel Caballero negó cualquier tipo de responsabilidad y se mantuvo en un perfil bajo, lanzando acusaciones a la Autoridad Portuaria. Pero sí que tiene responsabilidades y esperemos que los Tribunales lo demuestren.

En España abundan los políticos -aunque tengan la mayoría absoluta- populistas, que utilizan el pan y circo como eje de sus actuaciones; políticos que no suelen cuestionar lo más mínimo el statu quo dominante y que aparentan ayudar al pueblo con macetas de flores y farolas y alumbrados «mejor que los de Nueva York y Tokio» y que por medio de la publicidad pagada están todo los días en los medios. Se añoran alcaldes y alcaldesas discretos que no aspiren a grandes mayorías y que en vez de pan y circo prefieran programas nada bulliciosos, nada espectaculares y si más necesarios; alcaldes o alcaldesas sé que preocupen por los servicios sociales y los servicios públicos de la ciudad y no de su propia imagen y que no paguen ni un euro en publicidad de autobombo; alcaldes y alcaldesas que no vayan a las procesiones y liturgias católicas ni besen el anillo del obispo. En Galicia hay algunos alcaldes así.

Si Abel Cabello fuera mínimamente moderno o estuviera comprometido de verdad con los ciudadanos dimitiría de forma inmediata por este gravísimo accidente producto de una negligencia anunciada, advertida e inadmisible. Pero no lo hará: se abrazará con todas sus fuerzas a su alcaldía como se abrazó con todas sus fuerzas a esa cruz nacional católica fascista que frente al ayuntamiento de Vigo y a los pies de Monte O castro preside el quehacer diario de este dinámico alcalde vigués y presidente de la Federación de Municipios de España.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.