Ya ha salido la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el «asedio» en el Parlament catalán que tuvo lugar el 15 de junio de 2011. De las 19 personas acusadas de atentado contra instituciones del Estado con peticiones de penas de hasta 8 años (al final parece que eran 5 años y medio), después de […]
Ya ha salido la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el «asedio» en el Parlament catalán que tuvo lugar el 15 de junio de 2011. De las 19 personas acusadas de atentado contra instituciones del Estado con peticiones de penas de hasta 8 años (al final parece que eran 5 años y medio), después de tres años de investigación, se ha exculpado a 18 y a uno lo han condenado a presentarse en comisaría durante cuatro días por una falta de daños por haber pintado con spray la gabardina de la diputada Montserrat Tura.
La sentencia ha caído como una bomba en el mundo político, mediático y catalanista de derechas, y se está haciendo hervir la olla con exclamaciones grandilocuentes y airadas: «Es inaceptable», «están dando carta blanca a los violentos»… Finalmente, la fiscalía, el Parlament y el Gobierno catalán recorrerán la resolución. En cuanto a mí, que estuve presente en aquellos hechos como realizador del futuro documental «El despertar de las plazas» (http://vimeo.com/45844043 se trata el tema en los minutos 24′ al 31′), sólo puedo decir que, para mi sorpresa, la verdad ha aflorado y ha dejado con un palmo de narices a los que montaron una operación de manipulación grotesca contra el movimiento 15M. No sólo pude comprobar que no pasó nada grave, sino que además, coincido con algunas de las apreciaciones de la sentencia que intentan enmarcar el caso. Vayamos por partes.
Primero que la sentencia dice que no se puede probar que los acusados estuvieran en el lugar de los hechos ni que hicieran lo que se les imputa. Por lo tanto, a los que no les gusta esta sentencia ¿quizás querrían que sin pruebas se les condenara igualmente porque en aquella movilización pasaron hechos que consideran inaceptables? O sea, ¿desearían que pagaran ellos como cabezas de turco simplemente porque supuestamente participaron en una movilización que desaprobamos? Convendréis conmigo que, por muy en contra que esté de aquel «acoso» al Parlament, no se puede querer pasar por encima de una investigación que ha durado tres años, no? Y esto deja en el aire que la policía detuvo personas indiscriminadamente y sin fundamento, lo que es muy grave contra las personas que han sufrido este dedo acusador que ahora se demuestra infundado.
Dicho esto, ahora vamos al fondo de la cuestión. ¿Qué pasó? Porque, de tanto repetir que hubo gran violencia, al final la mayoría de la gente se ha quedado con la idea de que fue así, pero es falso. Sólo diré que, mientras estaba allí, una familiar me llamó preguntando exclamada sobre lo que «estábamos haciendo allí» y, ante mi sorpresa, me explicó que los medios de comunicación iban que petaban diciendo que se estaba atacando a los diputados y acosando el Parlament, es decir, una especie de nuevo 23F… el tsunami mediático era tan grande, que esta familiar no me creía cuando le negaba que esto estuviera pasando, y no me creía a pesar de que yo estaba allí interesado en filmar todo el que pudiera suceder y a pesar de esta persona tiene absoluta confianza en mi criterio y honestidad. Al llegar a casa vi los representantes políticos de todos los partidos (ICV incluida) desgarrándose las vestiduras y todos los medios, más o menos correa de transmisión de las diferentes fuerzas políticas, también cargando. Al día siguiente, todos los periódicos abrían portada completa con el titular «Indignante» en referencia a la «ilegítima» movilización de los indignados frente al Parlament.
Pero aquella concentración fue absolutamente normal. Es más, demasiado normal y carente de violencia, dado el nombre con el que se denominaba a los manifestantes, que supuestamente estaban «indignados» en contra de un sistema poco democrático que funciona en pro de los intereses económicos de unas élites.
Repasemos la historia telegráficamente: Manifestación el 15 de mayo por una democracia real. Acampada en Puerta del Sol. Desalojo forzoso. Acampada en Plaça Catalunya en solidaridad. A una semana de las elecciones municipales se montan acampadas en varias ciudades que catalizan el descontento popular. Los medios toman con simpatía el movimiento ante la demanda de la Junta Electoral Central y del Gobierno del PP de desocupar las plazas. Lo ven como un desafío ciudadano original, en respuesta a la crisis y que el PP desaprobaba. Llegan las elecciones y paradójicamente PP y CiU sacan buenísimos resultados. La alta abstención del electorado de izquierdas hace que el partido «socialista» se desplome y deje unos «magníficos» resultados a la derecha. Las acampadas continúan, pero según el Ajuntament de Barcelona y la Generalitat el circo ha terminado. Han sido útiles hasta aquí, pero ya no los ven con tan buenos ojos y los quieren hechar de la Plaça Catalunya. El 27M tiene lugar un intento de desalojo por parte de los Mossos. El tejido social generado en base a las semanas de presencia en la calle y el apoyo mediático recibido, hacen que miles de personas rodeen los Mossos en solidaridad con los acampados y se consigue detener el desalojo pacíficamente. La violencia de los Mossos deja muy mal parado al consejero de Interior Felip Puig. La acampada continúa. Los indignados no son un movimiento folclórico y denuncian la falta de democracia y el secuestro neoliberal existente, por lo tanto, se oponen a la aprobación de unos presupuestos que recortan el gasto social en pro de pagar deudas, rescatar bancos y continuar la fiesta. Se anuncia con antelación una movilización contra los presupuestos que se simbolizará rodeando el Parlament. Nadie cree que se impedirá el recorte del presupuesto, pero al menos se quiere hacer público y evidente el fraude.
Felip Puig diseña una estrategia para revertir el apoyo popular al movimiento, esconder las vergüenzas del gobierno convergente y salvar su nombre. No organiza la entrada de los diputados de ninguna manera especial, simplemente hace que los Mossos carguen a las 7h de la mañana contra los concentrados para crear un corredor en una única puerta. Con el ambiente caldeado y los ánimos encendidos, Felip Puig prevé que cualquier cosa puede ocurrir. La entrada del President y 30 diputados más en helicóptero subraya la escenificación de la peligrosidad de entrar por tierra. Los otros 105 diputados entran como les da la gana. Algunos en furgonetas policiales, otros en coches particulares, e incluso algunos, como Boada, Tura, Llop, López Tena entran caminando en medio de los manifestantes indignados, como Heidi paseando por un campo de tulipanes… No se que hubiera pasado, por ejemplo en Ucrania, pero aquí los diputados pudieron llegar al Parlament. Por el camino los abuchearon, insultaron, y a alguno le empujaron, escupieron, rociaron con spray o le echaron el interior de un bocadillo. Son cosas algo gamberras y desagradables, nos pueden parecer mal o que nosotros no lo haríamos, pero convendréis conmigo que no son muy graves. Repito que no son muy graves. En los campos de fútbol pasan cosas así, en las manifestaciones los Mossos son abucheados e insultados, y los manifestantes somos empujados e incluso golpeados o disparados con balas de goma o foam. Pero claro, ellos son señorías y no pueden tolerar que les pase esto.
Si realmente no querían que les pasara esto, el dispositivo hubiera podido ser muy diferente. Sabiendo que habría miles de indignados queriendo demostrar su animadversión hacia los presupuestos, se podría haber concentrado los diputados en un punto lejano, haberlos montado en un autocar y, con la protección de los Mossos que habrían cerrado el Parc de la Ciutadella, habrían entrado el autocar hasta el Parlament con toda tranquilidad. ¡Os dais cuenta! ¡El dispositivo policial no era tan difícil! Creo que opositaré para Consejero de Interior o Jefe de los Mossos porque tengo las cosas claras y un talento natural para el cargo… De esta manera, los diputados habrían hecho su trabajo y aprobado los recortes (contrarios a lo que dijeron en campaña electoral) y los manifestantes habrían hecho también su trabajo y mostrado su rechazo al verdadero asedio a la democracia que se perpetraba dentro del Parlament.
Pero Puig necesitaba que algo pasara. Y se creó una manipulación mediática de libro. Luego las televisiones tenían dificultades para mostrar imágenes violentas porque casi no había habido (¡mucho menos que en la mayoría de manifestaciones!), En cambio tenían decenas declaraciones condenatorias, pero eran pura opinión interesada o intoxicada por el tsunami mediático. Una y otra vez pasaban las mismas imágenes: unos diputados abucheados y una persona tirando una botella de agua a una furgoneta blindada de los Mossos… Entonces vino lo de las líneas rojas que decía el President, y todos los partidos (ICV incluida) cerraron filas corporativamente. Se habló de nazismo, de golpe de estado, de kale borroka, de guerrilla urbana, y se hicieron denuncias por atentado a las instituciones del Estado (de las que se desmarcaron ICV y algunos miembros del PSC). Se hizo tal revuelo que ahora están obligados a ratificarse en la versión vendida porque, desdecirse ahora, sería percibido por el público como un gran engaño y no se puede desmontar la credibilidad de los medios de comunicación y la establishment político.
Por favor, ¡dejen de hacer el ridículo!
Jordi Oriola Folch, realizador audiovisual
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