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Acabar de una vez la transición

Fuentes: Rebelión

Hay inflación de Estatut (y de 23-F). Sazonado con menas y capitanes legionarios bajo advocación y sacramento de Franco, bufantes por plantarse con dos cojones ante el Ministerio del ramo, para recordar a los Tenientes Generales allí apoltronados y vendidos a la anti-España que no sólo su batallón-bandera lleva nombre del césar marroquí, sino que […]

Hay inflación de Estatut (y de 23-F). Sazonado con menas y capitanes legionarios bajo advocación y sacramento de Franco, bufantes por plantarse con dos cojones ante el Ministerio del ramo, para recordar a los Tenientes Generales allí apoltronados y vendidos a la anti-España que no sólo su batallón-bandera lleva nombre del césar marroquí, sino que la Academia de Zaragoza donde se ha supuestamente formado ostenta a su entrada gran estatua del mismo sultán cristiano. Y eso que no viene a Valencia, a gozar de una capitanía general que mantiene (¿simbólicamente, o cómo qué?, no es un museo; y sabido es que los militares son muy «simbólicos», semióticos) una patita en la democracia y otra en la dictadura: nueva estatua enorme del citado miramamolín en el patio noble, y su escudo victorioso –teñido de sangre, exilio y prisión de algún millón de españoles, no pocos todavía vivos, como sus deudos– señoreando la puerta principal de dicho máximo recinto castrense. Simultáneamente, la ignominia de no tener en Valencia una simple calle dedicada al gran militar, gran hombre y ferviente católico Vicente Rojo Lluch, valenciano.

No les extrañe, pues, que un sector de militares, y de paisanos, empenten un ambiente guerracivilista (auspiciado por una cúpula aznarita del PP que se niega a que éste sea una derecha civilizada, agarrotando a cualquier Gallardón o Piqué). Sí, el ambiente que propicia esa cúpula me sirve para entender el que fomentó una derechota cerril y golpista hace tres cuartos de siglo. Distinta cuestión es que en el siglo XXI, en la UE, y en la OTAN, lo tienen crudo. No creo que su empellón anticatalán, su espíritu de considerar anti-España a media España, o de dictar autocráticamente una única y excluyente concepción de la misma, puedan llevar a ninguna involución. Al contrario, no vamos a peor sino a mejor, estamos en una evolución que no pueden parar, Aznar es sólo el rey que rabió, y lo de Catalunya –que deseo fervientemente, y creo, no dejará de ser parte de España, bajo los correspondientes pactos de Estado, que respeten muy mucho lo que los catalanes quieran– es culminar aquello que la II República estaba resolviendo, hasta que la fusilaron. Los menas y calderones meramente hacen el golpismo o pronunciamientismo posible en el XXI, UE y OTAN. Pronunciamientos mediáticos, alboroto, faroles y machadas. Con el reloj muy fuera de hora. Dejándonos en ridículo (patriotas ellos) ante la Europa democrática. El discurso del capitán melillense me recuerda al de Pétain, y Mena a Sanjurjo furioso (agosto del 32) ante la tramitación parlamentaria del primer Estatuto catalán. Hay que acabar de una vez la transición, lastrada ab initio por el pacto forzado de los demócratas con los antidemócratas, bajo amenaza de golpe militar.