Cuando escuché que la comandante Cantera había fichado por el PSOE tuve una mala sensación. No sabía a qué se debía, pero ahí estaba, una sensación en la boca del estómago que me decía que algo no estaba bien. Me puse a leer las noticias para ver si afloraba ese pálpito. Leí un atinado artículo […]
Cuando escuché que la comandante Cantera había fichado por el PSOE tuve una mala sensación. No sabía a qué se debía, pero ahí estaba, una sensación en la boca del estómago que me decía que algo no estaba bien. Me puse a leer las noticias para ver si afloraba ese pálpito. Leí un atinado artículo del teniente Segura en el diario digital público http://blogs.publico.es/un-paso-al-frente/2015/10/04/zaida-al-psoe/, pero con ser cierto todo lo que dice, no iba por ahí mi pálpito, casi, pero no.
Hoy creo haber dado con la clave de mi malestar. La lucha de la comandante Cantera sirvió para visibilizar un problema que estaba oculto, al ser tan valiente, se convirtió en la cara y la voz de un colectivo que no tenía voz y que sufría en completo silencio su drama. Visibilizo las dificultades que tiene cualquier militar que sufre acoso para denunciar su situación. Si es tu jefe el que te acosa tienes que denunciar pasando por él, o sea, tienes que presentar el parte a la persona que te acosa. Si no lo haces así incurres en falta y las consecuencias pueden ser graves. Con lo cual la denuncia se convierte en una utopía en la mayoría de los casos. En esa mayoría de los casos, el militar acosado solo puede apretar los dientes y pedir un cambio de destino (sin la garantía de que eso vaya a solucionar las cosas, ya que hay tránsito de información entre las unidades). Lo que ha pasado con la comandante dejó claro que a los jefes les importan poco las evidencias, les importa poco la verdad, solo les importa proteger a los suyos hagan lo que hagan. Y quedó más que claro que una mujer nunca iba a ser de los suyos, por muy oficial que sea, el machismo está muy asentado en la jerarquía militar.
El acoso no tiene por qué ser una cuestión de machismo o de lucha de clases, es simplemente una cuestión de desigualdad. El ser que acoso a la comandante Zaida Cantera lo hizo porque podía, porque estaba en una situación de poder sobre ella, era su jefe. Mientras no se creen mecanismos para evitar el poder absoluto de los jefes respecto a los subordinados, casos como este se seguirán repitiendo.
Aunque la lucha y la visibilidad de la comandante Cantera no haya traído aun ningún cambio a nivel normativo, si ha supuesto un cambio a nivel de opinión, lo que en el futuro llevará seguro a los cambios normativos. Su valor y su tesón dio fuerzas y un atisbo de salida a todas las compañeras y compañeros que sufren acoso.
Pero esta incursión en política lo cambia todo, deja de ser la voz de todos los que sufren acoso en el ejército, para convertirse solo en la voz de ella misma otra vez, una voz que vela solo por sus intereses particulares. El que se incorpore al partido que estaba en el gobierno cuando sufrió el acoso, es una incongruencia difícil de explicar. Esa incongruencia cuestiona su credibilidad y ese cuestionamiento hace daño al colectivo, un daño difícil hoy de cuantificar. ¿En qué situación pone a las soldados que denuncien acoso a partir de hoy?
Ojo, que me parece lícito luchar por los intereses particulares, todos tenemos que velar por nuestro futuro, pero no me parece bien hacerlo perjudicando a los que dejas atrás. Es un absurdo denunciar el sistema y acabar formando parte de él y no vale la excusa de la regeneración porque te engulle.
Javier del Canto, cabo en activo del Ejército del Aire.
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