María Sostrés Tarrida y Cristina Valls Fernández, españolas que sufrieron agresiones sexuales por parte de policías durante el operativo de Atenco en mayo pasado, han manifestado su deseo de regresar a México y se dijeron preocupadas por la situación de las y los detenidos. Así lo indicaron a Cimacnoticias integrantes del Colectivo de Solidaridad con […]
Así lo indicaron a Cimacnoticias integrantes del Colectivo de Solidaridad con la rebelión zapatista de Barcelona, quienes se encuentran de visita en México como parte de la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos y quienes han estado en contacto permanente con ambas mujeres desde su regreso a España.
Iñaki García García, integrante del Colectivo, relató que el proceso por el que están pasando las mujeres expulsadas del país hace ya casi un mes y que les impide regresar en un periodo de cinco años.
García García, refiere que ellas vinieron a México interesadas en visitar las comunidades indígenas, «su experiencia aquí incluso antes de los hechos, les ha marcado de por vida en sentido positivo», añadió el activista.
El Colectivo ha estado en contacto permanente con María y con Cristina, incluso fueron los únicos que las recibieron a su llegada al Aeropuerto recién que fueron deportadas y desde entonces las han apoyado, además de que ellos se encargaron de avisar a sus familiares sobre lo ocurrido en Atenco.
Al recordar cómo fue que ellas llegaron, Iñaki no puede evitar el llanto: «ellas eran concientes de que el maltrato que recibieron no era comparable por ser extranjeras al que recibía la gente de México» y añade que ellas les comentaron que «tenían como un cierto privilegio»
Tanto María como Cristina les relataron que al momento del operativo los policías «agarraron parejo», pero cuando llegaron a la cárcel «empezaron a cambiar los tratos». Cuando ellas llegan al penal, las separan del grupo y las someten a un interrogatorio.
Pero en el trayecto al penal, en el camión, ellas relatan que al igual que las otras mujeres, fueron insultadas, vejadas y humilladas por los policías quienes las insultaban de «etarras y de pinches güeras». Además relataron que no sólo las mujeres fueron violadas, ellas presenciaron la violación de dos hombres, con un tolete.
Con una voluntad firme, refiere Iñaki García, ellas quieren pelear y están dispuestas a denunciar, pero todavía están en un proceso de asimilación de los hechos.
Cuestionado sobre cómo es su vida ahora, el activista y defensor de derechos humanos explicó que ellas no han podido hacer su vida normal: «en este momento tienen la vida rota, no saben qué hacer» y reitera que «su mayor preocupación es volver».
El apoyo de sus familiares ha sido incondicional, pero se han mantenido al margen porque ellas son muy independientes, señaló Iñaki García, aunque también ha resultado difícil para ellos asimilar la situación.
Sobre si se han sometido a exámenes médicos en España, dijo que ambas han acudido al médico por presentar lesiones como consecuencia de la golpiza que recibieron, una de ellas presentó sangrados en el oído y la otra luxación de hombro. Aceptaron recibir atención psicológica.
Para ambas ha sido muy difícil, y el enfrentar un proceso jurídico lo es aún más, pero están dispuestas a presentar la denuncia por abusos y contra la expulsión porque dicen, fue ilegal, aunque todavía están precisando detalles, informó.