Puede que sea una quimera que vuelve a ser reclamada y que haya que insistir para no perderla de vista, pues en el movimiento de sístole y diástole de los colectivos humanos, la justicia bombea más fuerte al servicio de los poderosos y de los políticos que no al de la gente corriente, a quien […]
Puede que sea una quimera que vuelve a ser reclamada y que haya que insistir para no perderla de vista, pues en el movimiento de sístole y diástole de los colectivos humanos, la justicia bombea más fuerte al servicio de los poderosos y de los políticos que no al de la gente corriente, a quien poco más le queda que exclamarse por este sesgo o acabar por bramar y, en el límite, dejarse llevar por la sangre.
A un sistema de administrar justicia que se consideraba al servicio de muy pocos, con leyes que se creían hechas a medida de los que gozaban del poder de un régimen sin muchas contrapesos, tuvimos que contraponer las ilusiones de un ejercicio de la justicia más equilibrado, donde la gente corriente pudiera sentir que se le hacía justicia, eran los años de la Transición, eran aquellos primeros años en que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) necesitaba de la gente de la calle para ascender al poder. La degradación pública posterior, de la mano de la corrupción, tiraría atrás muchas de las protecciones institucionales establecidas en favor de los ciudadanos. Ahora ya todo se derroca y no lentamente. La carcoma de la corrupción generalizada ha hecho su trabajo. Cada vez se pone más difícil la defensa de la gente frente a los abusos del poder. Tiempo, dinero, expertos para hacer prueba, todo pagado con dinero del bolsillo de la pobre gente, mientras empresas e instituciones se gastan un montón de dinero en asesores y abogados conectados directamente con los políticos, ellos mismos ex políticos, pagado todo con dinero que o bien salen del precio del producto que paga el ciudadano o de las tasas e impuestos que también paga el ciudadano.
La separación de poderes salta por los aires en la práctica. La simbiosis entre partidos, gobiernos y administración de justicia hace del ciudadano un sujeto repleto de derechos que o no se pueden ejercer fácil y llanamente y a bajo costo, o que se ven pisoteados por ententes técnicamente legales. Así, los derechos de los trabajadores han sido pisoteados por los partidos que han tenido o tienen responsabilidades de gobierno, bien sea con leyes, bien sea viciando el papel mediador de la administración o haciendo ver que se puede negociar entre iguales cuando una de las partes tiene dinero y poder y la otra no.
Aunque la ganancia inmediata haga creer lo contrario, una sociedad moderna necesita de una justicia equilibrada, dando pasos atrás nos encontramos lo que creímos haber abandonado para siempre, la violencia, y ésta acaba siendo el peor de los males.
Fernando G. Jaén. Profesor Titular de Economía y Empresa. Universitat de Vic.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.