Ecologistas en Acción considera que la Agenda 2030, que busca la consecución de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados en el seno de la ONU, tiene la virtud de enumerar los principales problemas sociales y ambientales de este siglo, pero yerra en el análisis de las causas.
El 18 de julio de 2018, el Gobierno español, representado por los ministros Josep Borrell y Teresa Ribera, se presenta en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York al primer examen voluntario de la Agenda 2030, que busca la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para esa fecha. En el marco de este evento, Futuro en Común, un espacio que representa a organizaciones y movimientos sociales de diferentes sectores, entre los que está Ecologistas en Acción, ha presentado el informe Una Agenda 2030 transformadora para las personas y el planeta. Propuestas para la acción política en el que se evalúa la situación de partida en España. También se hacen propuestas para impulsar una agenda que suponga una transformación profunda del modelo de producción y consumo en pos de una economía que respete los límites del planeta y en el que todas las personas tengan igualdad de oportunidades.
Para Ecologistas en Acción la Agenda 2030 es contradictoria. Los ODS tienen la virtud de reconocer los principales problemas sociales y ambientales a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI, desde el cambio climático o la pérdida de biodiversidad a las desigualdades económicas o de género. La organización considera asimismo que es necesaria la consecución de acuerdos globales que traten de poner remedio a estos problemas. Sin embargo, a su juicio, para que estos acuerdos sean efectivos hace falta un análisis un poco más profundo y riguroso de las causas que han llevado a estos problemas, así como de sus posibles soluciones.
«El hecho de que el crecimiento económico se haya incluido como uno de los objetivos es una muestra que los ODS parten de un análisis erróneo«, señala Luis Rico, coordinador de Ecologistas en Acción. «En primer lugar, no se puede poner a la par el crecimiento económico, que no es más que un indicador económico, con necesidades humanas como el poner fin a la pobreza o luchar contra el cambio climático. En segundo lugar, cada vez es más patente que el crecimiento económico es uno de los principales motores de los problemas sociales y ambientales puesto que muchas de las actividades que provocan más sufrimiento y degradación de los ecosistemas, como la venta de armas, la contaminación de los mares o la especulación inmobiliaria, son actividades que suben el PIB, ergo generan crecimiento económico. En un mundo finito y bastante saturado, el crecimiento infinito no es una opción«, ha concluido Rico.
Por ello, Ecologistas en Acción señala que para que los ODS sean una verdadera agenda de cambio y solución de los principales problemas globales se debe empezar por cuestionar el modelo económico actual, que fomenta el lucro privado, la concentración de la riqueza y la degradación de los ecosistemas planetarios. De otra manera, la Agenda 2030 no será más que otro intento fútil de declaración de buenas intenciones que no llega a buen término.
La situación de partida dista mucho de la consecución de los objetivos, como muestra el informe presentado por Futuro en Común y otras evaluaciones realizadas. Por este motivo, solo una verdadera transición ecológica, es decir, un cambio del modelo de producción y consumo que apueste por el trabajo digno, por el comercio local y ecológico y que anteponga el cuidado de la vida al lucro empresarial, conducirá hacia una agenda exitosa.
En este camino, supondrían un buen comienzo medidas inmediatas como:
1. La derogación de las leyes mordaza.
2. La retirada del apoyo a los tratados comerciales y de inversión de la Unión Europea.
3. La aprobación de una ley de cambio climático que apueste por dejar de utilizar combustibles fósiles y marque objetivos anuales de reducción de emisiones en torno al 10 %.
4. Un reglamento de la ley del suelo encaminado a fomentar el acceso a la vivienda y a frenar la turistización y gentrificación.
5. Una política de aguas que fije caudales ecológicos y ponga tope al regadío.