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Agosto, mes de especuladores

Fuentes: Grupo antimilitarista Tortuga

Agosto, mes por excelencia de santos patrones y pirómanos, es también el mes de hormigonadores y especuladores. Mejor cabría decir que es el mes en que estos hacen el agosto La locución «hacer el agosto» alude a las faenas agrícolas propias de este mes, como la siega y la trilla, en las que se empleaban […]

Agosto, mes por excelencia de santos patrones y pirómanos, es también el mes de hormigonadores y especuladores. Mejor cabría decir que es el mes en que estos hacen el agosto

La locución «hacer el agosto» alude a las faenas agrícolas propias de este mes, como la siega y la trilla, en las que se empleaban temporalmente en otro tiempo los jornaleros eventuales y también los estudiantes, que de este modo reunían dinero para pasar los meses siguientes.

Con el tiempo, esta frase ha acabado utilizándose para hacer referencia a la obtención de un beneficio aprovechando una ocasión especialmente propicia. Por ello viene ni que pintada para dar cuenta de lo que a especuladores inmobiliarios y artistas varios del cemento les da por hacer por estas fechas, a saber, sacar a exposición pública proyectos urbanísticos susceptibles de polémica aprovechando que todo el mundo está de vacaciones.

Este hecho se repite año tras año a lo largo y ancho de nuestra geografía y por supuesto no depende del signo político de los ayuntamientos: tanto en los gobernados por el PSOE como los gobernados por el PP encontramos que se utiliza esta artimaña, muestra de ello lo acontecido esta semana en San Vicente del Raspeig y Benejúzar.

Incluso en uno de los pocos ayuntamientos de la provincia de Alicante gobernados por Izquierda Unida, el de Salinas, el alcalde se ha empeñado en sacar adelante un proyecto para la construcción de una urbanización con campo de golf y 1.500 viviendas, tantas como habitantes del pueblo , aún a costa de deslegitimar la postura de su partido con respecto a cuestiones urbanísticas. Las declaraciones del alcalde de este pueblo en defensa del golf como deporte de masas no tienen desperdicio. Por supuesto, el plazo de presentación de alegaciones al proyecto también es en el mes de agosto.

Una vez puestos al corriente de lo dicho, es más fácil entender por qué es frecuente en las oficinas de urbanismo de muchos ayuntamientos asistir a incidentes en los que ciudadanos indignados porque de la noche a la mañana les ha crecido una urbanización junto a la casa (cuando no encima de la casa) se despachan a gusto con el técnico que tienen más a mano -que por lo general no tiene culpa de nada- , cuando no con la administrativa, que esa sí que la pobre no tiene ni idea de lo que están diciéndole. Desde el despacho interior el concejal de turno escucha los improperios que alguien como muestra de impotencia está lanzando y descuelga el teléfono para decirle a su secretaria que no está para nadie, que ha salido y no sabe cuándo va a volver.

Y es que claro, uno se despista un día y no se lee el BOP o el DOGV que toca -para aquellos que no estén todavía puestos en esto del urbanismo, diarios oficiales ambos en los que salen publicadas las fechas de exposición pública de proyectos aprobados por ayuntamientos y consellerías- y por consiguiente no presenta reclamación alguna y luego quiere tener razón y se lía a gritos con el primero que pilla.

Pero, ¿qué pasa con el/la ciudadana que se entera por casualidad de que ha salido a exposición pública en agosto algo que le afecta, o peor , con el listillo de turno, el ecologista ese indeseable que no hace más que fastidiar, que descubre revisando los susodichos periódicos oficiales que van a plantar unas cuantas miles de casas más junto a otro parque natural?

Veamos, lo primero es ir al Ayuntamiento a consultar el documento en cuestión. Si eres de allí no hay problema, puedes ir a pata, pero si ¡infeliz de ti! no resides en la localidad, coge el coche y reza para que no te pille alguno de los atascos que los miles de veraneantes venidos de fuera exportan a la costa desde sus respectivas ciudades.

Si consigues llegar salvando retenciones, la mayoría agravadas por las obras varias que a todos los municipios costeros les da por hacer en verano, ten presente que siempre llegarás precisamente a la hora que la única persona que te puede enseñar lo que quieres -recuerda que son vacaciones y los ayuntamientos están en cuadro- está almorzando.

Tras una hora u hora y media de espera (no hay que pensar mal, igual el funcionario que esperas ha tenido que pasar por otra dependencia para hacer algo) por fin llega la persona en cuestión. Le dices lo que quieres pero, vaya por Dios, el documento no está disponible en estos momentos, alguien se lo ha llevado nosesabeparaqué. Te consuelan diciéndote que no hay problema, el próximo día que vuelvas lo tienes a tu disposición. Claro, que no va a poder ser mañana ni al otro porque son fiestas locales y luego está el fin de semana, pero bueno, que se le va a hacer, la semana que viene te plantas como un pino de nuevo allí.

Lo que pasa la semana siguiente es que la persona que te atendió ha cogido vacaciones. Por fortuna tiene sustituta, la cual te dice que sí, lo que buscas sí está ahora disponible.

Te saca el documento en cuestión, cuatrocientas y pico apasionantes páginas de proyecto urbanístico con sus correspondientes planos, le echas un vistazo por encima y le pides llevártelo un momento para fotocopiarlo. Pero no, eso no puedes hacerlo, no están autorizados para dejar salir de allí el documento. Por supuesto ellos tampoco pueden hacerte fotocopia (normalmente te lo dicen bien, lo tienen prohibido y además es que no tienen máquina para los planos, pero puede darse el caso de que te respondan con un «aquí no estamos para hacer fotocopias»). Con lo cual, dado que no tienes cámara para fotografiar una por una las páginas en cuestión, te pones a revisar in situ el proyecto tomando nota de las cosas de más interés.

En un ataque de pena, a las dos horas de estar dejándote los ojos en el susodicho legajo, vuelve el funcionario de antes para decirte que rellenes un formulario dando cuenta de tu interés en consultar el proyecto para que, en unos días, te faciliten una copia, por supuesto previo pago. Le das las gracias por el peso que te ha quitado de encima , alegrándote de paso por no tener ahora que decidir si pones una denuncia al equivalente en tu comunidad autónoma del Defensor del Pueblo por obstaculización del derecho a la obtención de información pública o algo así.

Y por fin puedes presentar tus alegaciones, de prisa y corriendo porque con todo lo que te ha pasado casi se te pasa el plazo.

Para acabar, decir que puede darse el caso (alegría enormísima que damos fe te llevas de vez en cuando) de no encontrar ningún tipo de impedimento para alegar formalmente a un proyecto.

No vamos a entrar en el caso que pueden hacerle a tu alegación porque no se trata aquí de ir desmoralizando al personal, pero mejor no hacerse muchas ilusiones, cuando se trata de cuestiones de interés público (todas los son, por supuesto también la construcción de una mega-urbanización alrededor de un campo de golf) la opinión de unos pocos quisquillosos individuos no es suficiente para reconsiderar nada.

Pero por supuesto que en el peor de los casos (esto es una opinión estrictamente personal) el esfuerzo mereció la pena y la labor de mosca cojonera ha servido cuando menos para evitar que se actúe con total impunidad, lo que ya es bastante visto el momento actual.