Casi 900 millones de personas en el mundo carecen de agua potable y casi el 39% de la población mundial, es decir, más de 2.600 millones de personas, no acceden a servicios de saneamiento básico, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Al menos […]
Casi 900 millones de personas en el mundo carecen de agua potable y casi el 39% de la población mundial, es decir, más de 2.600 millones de personas, no acceden a servicios de saneamiento básico, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Al menos 5 millones de seres humanos mueren cada año por enfermedades vinculadas a la falta de agua y saneamiento, lo que equivale a diez veces más que el número de muertos a causa de guerras en el mundo.
Menos del 1% del agua del planeta es dulce y accesible para los humanos y su cantidad es limitada. Debido a que el número de habitantes está creciendo rápidamente, la utilización del agua crece aún en mayor medida.
América Latina, África, Asia y Oriente Medio sobresalen como las regiones que tienen un mayor número de ciudades que están en riesgo. Pero el problema no es exclusivo de las regiones pobres, en Europa habitan 120 millones de personas que tampoco tienen acceso al agua potable, según las fuentes de la ONU.
Problemas de agua en América Latina
América Latina podría pasar de tener 22,3 millones de personas con falta de agua en las ciudades en 2000 a 71,4 millones en 2050 como consecuencia del incremento de la población y el cambio climático, aseguran los expertos de la OMS.
El doctor en Ecología Robert McDonald señala que sólo en la región latinoamericana 441.000 personas tenían «estrés hídrico permanente» en 2000, una cifra que llegaría a los 1,8 millones de personas en 2050.
La falta de agua potable y saneamiento es un problema muy agudo, sobre todo en países como Guatemala, Haití, Nicaragua y Bolivia, donde una concentración significativa de hogares está en los barrios marginales.
La contaminación de ríos y mares afecta sobre todo a las ciudades costeras, donde reside más del 60% de la población de América Latina. En Bolivia, por ejemplo, la actividad minera se ha convertido en la mayor amenaza para las fuentes hídricas.
Hace poco el presidente de Bolivia, Evo Morales, lanzó el programa ‘Más inversión para el agua, Mi Agua’ con un crédito de 100 millones de dólares destinado a proyectos de riego, producción y consumo humano.
México, país rico en recursos naturales, enfrenta actualmente graves problemas de disponibilidad, desperdicio y contaminación del agua debido a que depende mucho de los acuíferos que se recargan de forma natural en una corta temporada de lluvias.
El Gobierno de Cuba señaló que casi la mitad de los 2,2 millones de habitantes de la Habana están sufriendo el impacto de la peor crisis de agua potable que enfrenta la capital en 50 años, debido a una fuerte sequía y el deterioro de los acueductos. En la actualidad, alrededor de 106.000 personas en la Habana reciben agua sólo mediante el uso de camiones cisterna.
La Asamblea de la ONU instauró el Día Mundial del Agua en 1992 con el propósito de sensibilizar a la comunidad internacional, y a iniciativa de Bolivia declaró en 2009 que el acceso al agua es un «derecho humano».
Pagaremos las consecuencias
Ante una situación de escasez de agua la amenaza se cierne sobre tres aspectos fundamentales de la existencia humana: la producción de alimentos, la salud y la estabilidad política y social.
Si la población sigue aumentando (se estima que se pasará de 6.800 millones a 9.000 millones en todo el mundo para 2050), se necesitará mucha más agua para alimentarla.
Un estudio encabezado por el experto en Ecología Rob McDonald proyecta que el número de personas en ciudades con escasez perenne de agua aumentará a casi 1.000 millones para 2050, particularmente en Asia y África debido a los movimientos demográficos.
La escasez de agua significa que en la mayoría de los países habrá que pagar precios más altos para comprarla, caminar distancias mayores para conseguirla, y además generará el problema de la disponibilidad de alimentos y el surgimiento de enfermedades por el consumo de aguas contaminadas.
¿Cuánta agua necesitamos realmente?
El consumo de agua en el planeta no es en absoluto equitativo. Un habitante estadounidense consume entre 250 y 300 litros promedio de agua diariamente, mientras que en Somalia sobreviven con menos de 9 litros por persona.
Es importante saber cuánta agua realmente necesitamos si queremos aprender a compartir los recursos de nuestro planeta. Según la OMS, la cantidad de agua existente en el mundo es suficiente para cubrir las necesidades básicas de todos. Los cálculos de los especialistas muestran que a cada persona le hace falta un mínimo de 50 litros diarios para beber, bañarse, cocinar y otras necesidades imprescindibles. Conceder acceso universal a ese mínimo de 50 litros para 2015 implicaría menos del 1% de la cantidad de agua que se usa hoy en el mundo.
A pesar de que parezca un objetivo lejano de alcanzar, para millones de personas en todo el mundo, encontrar el equilibrio hidrológico es una cuestión de vida o muerte.