Rodrigo Granda es uno de los máximos dirigentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), al que popularmente se lo conoce como el Canciller de la guerrilla. Granda se hallaba hasta hace muy poco, en una cárcel colombiana adonde había sido trasladado después de un sonado secuestro que sufrió en pleno centro de Caracas. […]
Rodrigo Granda es uno de los máximos dirigentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), al que popularmente se lo conoce como el Canciller de la guerrilla. Granda se hallaba hasta hace muy poco, en una cárcel colombiana adonde había sido trasladado después de un sonado secuestro que sufrió en pleno centro de Caracas. De allí fue liberado, con la idea de que ayudara al intercambio humanitario, pero al negarse a lo que consideró un chantaje por parte del gobierno de Uribe, optó finalmente por salir hacia Cuba-
El director de Resumen Latinoamericano TV estuvo hace muy pocos días con Granda y logró entrevistarlo para que explicara cuál es su situación actual y qué espera de la gestión de mediación que encara el presidente venezolana Hugo Chávez.
«Mi excarcelación -dice Granda- se debió a razones de Estado y así me lo planteó el Comisionado para la Paz quien fue a visitarme a la cárcel. Allí, él trató de chantajearme, mostrándome una lista de 1600 guerrilleros que supuestamente estaban en las cárceles colombianas, una cuestión que era absolutamente falsa, ya que las FARC no tienen más de 500 guerrilleros presos. Ocurrió que ellos habían hecho una lista, donde colocaron gente desmovilizada, reinsertados, paramilitares y delincuencia común, y me pedían que yo encabezara un tipo de desmovilización para meter una cuña de división hacia las FARC. La idea era mostrarme como un gran comandante con un ejército de 1600 personas que se desmovilizaba, y a la vez aceptaba la ley de justicia y paz en el país. Obviamente, yo me negué terminantemente a lo que me solicitaban».
-¿Ya usted estaba enterado del reclamo por su libertad hecho por el presidente francés Nicolás Sarkozy?
-Esto ocurría, mientras desde Francia se daba el pedido de Sarkozy pidiendo mi liberación. Pero yo lo desconocía, ya que en la cárcel el Comisionado jamás me habló de ello. Solamente lo hizo cuando quedó claro que no aceptaba el indulto que me ofrecía el Gobierno con la condición de «que no volviera a las FARC y que renunciara a atacar a la fuerza pública y a realizar secuestros». Yo no acepto eso, primero porque no soy un delincuente común, no soy un secuestrador ni tampoco un terrorista. Yo soy un revolucionario que ha hecho uso del legítimo derecho a la rebelión. Entonces, allí me informan del pedido del señor Sarkozy y me dicen que me van a trasladar a una embajada, a Francia, a Suiza, a España o a Cuba. En esa situación yo opto por Cuba. Esto fue un acuerdo que se hizo entre el gobierno colombiano y el cubano, y además yo obtuve el beneplácito del Secretariado de las FARC para moverme hacia La Habana en una forma transitoria. En realidad, yo le pedí al Comisionado de Paz que me mandaran directamente para el Secretariado de las FARC en las montañas de Colombia o en su defecto me ubicaran en Venezuela, en Ecuador o Brasil y siempre obtuve la negativa por parte del gobierno colombiano para poder ubicarme en esos territorios, donde podría haber estado más cerca de las comunicaciones con las FARC.
URIBE Y EL CHANTAJE
-¿Qué le pidieron hacer, por parte del gobierno, una vez recuperada la libertad?
– Cuando el gobierno estaba manipulando la excarcelación de guerrilleros y el Comisionado me dice que han tomado la resolución de soltarme para agilizar el intercambio humanitario, él me pregunta si por mi liberación iba a haber un gesto de reciprocidad de las FARC. Yo le respondí que estaba equivocado. Le dije textualmente: «Ni la liberación mía ni la forma en que lo están haciendo va a dinamizar el intercambio humanitario ni mucho menos va a permitir un gesto de reciprocidad de las FARC porque ustedes están actuando en forma unilateral». Y agregué que nosotros en las FARC no estábamos acostumbrados a que se nos chantajee.
-Usted decía que le habían ofrecido salir en libertad con un grupo numerosos de guerrilleros. Finalmente, los que fueron mostrados profusamente en los medios de comunicación tenían algo que ver con la insurgencia?
-En absoluto, allí había mucho delincuente común, además, engañados, porque los llevaron a unos sitios que eran parques recreacionales. De los 1600 de la lista que manejaba el Comisionado, después la redujeron a 200 y por último soltaron a 70 hombres. Allí sí podría haber uno que otro guerrillero y precisamente esos ya se han presentado y están nuevamente en los campamentos de las FARC. Nadie que se diga FARC sale y se queda en las ciudades disfrutando. Todo el mundo sabe que tiene que ir a cumplir su misión de combatiente revolucionario y que su obligación es estar en la montaña.
-¿Cuál es su papel en el tema del intercambio humanitario y qué desenlace puede tener el mismo a partir de la introducción del presidente Hugo Chávez como figura clave de la mediación?
-Todos los combatientes de las FARC tenemos la obligación y el mandato de trabajar por el intercambio humanitario y por la paz de nuestro país. Ese ha sido siempre un clamor de las FARC. Nosotros efectivamente tenemos prisioneros de guerra y algunos políticos como rehenes. Esto fue una necesidad del momento histórico y de los niveles de la guerra que hay en Colombia. Primero porque los guerrilleros que están presos, hombres y mujeres, han sido capturados en su gran mayoría cuando estaban enfermos, heridos o moviéndose de un municipio a otro. En cambio, los policías y militares que las FARC tienen en su poder han caído en combate y los hemos tenido como prisioneros de guerra. A nuestros camaradas los tienen condenados a 40, 50 y 80 años de prisión, y les hacen montajes con una Fiscalía que se ha convertido en una máquina de muerte, y con unos jueces venales, muchos de ellos trabajando para el paramilitarismo. Si nosotros no presionáramos con políticos o militares en nuestro poder, esos camaradas nuestros no podrían ver la luz del sol jamás. Estamos seguros que todos nuestros combatientes prisioneros van a terminar regresando con nosotros, y eso lo maneja directamente el comandante en Jefe, camarada Manuel Marulanda Vélez.
Ahora que entró a mediar el presidente Chávez, el proceso ha tomado una dinámica muy importante. Ya los 112 países no alineados también se han manifestado por este intercambio humanitario, lo han hecho los presidentes de Nicaragua, de Ecuador, también sigue trabajando por ello Sarkozy, los italianos están ayudando, al igual que Brasil. Seguramente cada vez va a ser mayor el apoyo de gobiernos y pueblos porque es un clamor internacional. Yo aprovecho para hacer un llamado a las organizaciones populares de Argentina y al propio presidente Kirchner para que se pronuncien en apoyo a este intercambio, porque la paz de Colombia va a repercutir indudablemente en todo el continente.
LEGITIMACIÓN INTERNACIONAL PARA LAS FARC
-En la conferencia de prensa que dieron en Colombia, Chávez y Uribe, éste último le dijo al mandatario venezolano que hay dos inamovibles. Uno de ellos es el reconocimiento de las FARC como organización beligerante y el otro punto tiene que ver con habilitar una zona de despeje. Uribe se opone a ambos. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?
-Primero, nosotros somos una fuerza beligerante. La beligerancia se da de hecho. Nosotros tenemos un mando único, todos nuestros combatientes portan uniforme, sus armas son visibles, hay dominio territorial en algunas áreas, lo que no significa que defendamos territorio. En ese sentido, la misma cuestión de mi excarcelación lleva a que el presidente Uribe tenga que dar el reconocimiento de fuerza política a las FARC y a mí me pone como miembro representante de esa organización. Fíjate qué paradoja, que a mí se me acusaba de terrorismo, de rebelión, de secuestro, de narcotráfico, de derribar aeronaves, y de homicidio fuera de combate. El presidente Sarkozy y sus órganos de Inteligencia hacen averiguaciones y se dan cuenta que el señor Granda no es ningún terrorista ni delincuente común y exige que se me ponga en libertad. Eso que lo haga un hombre de derecha, al frente de una potencia como es Francia, está dando el reconocimiento a una organización revolucionaria.
Además, en los días de mi excarcelación se produce una declaración de los ocho países más industrializados del mundo, que supuestamente iba a ser de respaldo al presidente Uribe, pero resulta que no es así y se llama a las partes a que resuelvan el problema del intercambio humanitario. Las partes en Colombia son las FARC y el Estado colombiano. El Grupo de los Ocho no habla de secuestrados en poder de las FARC y sí menciona a rehenes. Aquí tenemos ya un marco donde nosotros sí somos fuerzas beligerantes. El hecho de que en estos momentos, el presidente Chávez diga que se va a reunir con nuestro comandante en jefe, un hombre que ha sido macartizado por toda la derecha colombiana y por todos los gobiernos desde 1948 hasta hoy, significa que el camarada Marulanda tampoco es ningún terrorista, es un comandante guerrillero y un estadista al que le cabe Colombia en la cabeza. Y en las FARC tenemos un proyecto revolucionario, donde hablamos de una reforma agraria profunda, del nuevo modelo económico, del papel de las Fuerzas Armadas, de la reforma económica, de la reforma del Estado, la integración latinoamericana y caribeña. Es decir, nosotros somos combatientes revolucionarios, marxistas leninistas y hemos agregado a nuestro proyecto, el ideario bolivariano. A nosotros nos quisieron macartizar diciendo que éramos narco-terroristas, pero cuando surge el pronunciamiento del Grupo de los Ocho, hasta los EEUU firman el pronunciamiento convocando a las partes a arreglar el problema.
-Ustedes siempre dijeron que las negociaciones se tenían que hacer en territorio colombiano y ahora surge la mediación de Hugo Chávez que agrega el tema del diálogo con Marulanda. ¿Aceptarían las FARC tratar el futuro de Colombia fuera de las fronteras de su país?
-Nosotros diferenciamos dos tipos de cosas: primero, el intercambio humanitario, que es la entrega de los prisioneros en poder de las FARC por los compañeros presos en las cárceles colombianas más Simón Trinidad y la compañera Sonia, que fueron extraditados a los EEUU. Para eso nosotros exigimos el despeje de dos municipios, Pradera y Florida, en el departamento del Valle del Cauca. No es un capricho, sino una imperiosa necesidad, porque se necesita un área física donde vayan los negociadores de las FARC, los del gobierno, el acompañamiento internacional, las ONGs, los periodistas, las personalidades que serán garantes para que no ocurra una provocación que dé al traste con el intercambio y por ende, perjudique las posibilidades a futuro de una salida política dialogada.
El gobierno colombiano ha dicho: «si nosotros despejamos Pradera y Florida, viene la balcanización de Colombia, las FARC están esperando que se desocupen esos dos municipios, para entrar una cantidad enorme de material de guerra». Todo esto es un absurdo inventado por Uribe, ya que la necesidad principal del pueblo colombiano pasa por el intercambio humanitario. Nosotros hemos dicho que son 45 días no prorrogables. Si al cabo de ese tiempo se resuelva o no el problema, las FARC se repliegan a las zonas de alta montaña que es su ámbito natural. Nosotros no necesitamos quedarnos con Pradera y Florida, nosotros buscamos a Colombia entera, pero para la construcción de una nueva sociedad socialista. Esa es entonces una parte del problema.
Lo otro, lo hemos dicho varias veces: estamos dispuestos a los diálogos con el gobierno, y al haber el intercambio humanitario, se puede generar cierta confianza entre las partes y buscar ya un terreno más amplio, porque sería un despeje mucho más largo, para iniciar una etapa muy parecida a la de El Caguán, teniendo como base la agenda común que se pactó con el presidente Pastrana, para poder buscar una solución. Ahora, con la mediación del presidente Hugo Chávez, las FARC están dispuestas a ir a Caracas, pero el camarada Manuel Marulanda ha invitado a Colombia al presidente Chávez…
-Sí, pero Uribe ha dicho que no lo acepta.
-Eso ha dicho, pero al comienzo él estaba de acuerdo a trabajar en ese sentido. Ahora, nosotros insistimos en que el despeje tome fuerza, allí no va a haber ninguna destrucción del estado de derecho, ni tampoco ningún cataclismo nacional y seguramente así ganarán el pueblo colombiano y los familiares de los prisioneros y retenidos.
-¿Qué pasa con los tres norteamericanos de la CIA que están en manos de las FARC? ¿Entran en el listado de canje?
-Los tres norteamericanos están en el listado de canjeables. Las FARC manejan una lista de 47 hombres y mujeres que están en su poder y que deberían ser cambiados por 500 hombres y mujeres de las FARC prisioneros en cárceles del Estado, más Simón y Sonia. El gobierno colombiano dice que estos últimos ya no son de su responsabilidad y que dependen de la Justicia norteamericana. El presidente Uribe sabía desde noviembre del 2004 que entregar a Simón y Sonia iba a perjudicar cualquier acercamiento en el intercambio humanitario. De todas maneras, las FARC propugnan que ambos guerrilleros estén cuanto antes en casa, porque han sido víctimas de un montaje acusándoles de narcotráfico, cuando ellos son revolucionarios integrantes de un movimiento de liberación nacional, de un movimiento que hace uso legítimo del derecho a la rebelión contra un Estado indolente que practica el Terrorismo de Estado contra su pueblo.
-Entre las hipótesis que ustedes manejan a partir de un intercambio de prisioneros y rehenes, ¿no está contemplado lo que ocurriera después de El Caguán, donde el gobierno colombiano intentó el aniquilamiento militar de la Comandancia de las FARC?
-El gobierno colombiano, junto con la ayuda norteamericana, ha hecho todo lo que está a su alcance para aniquilar a las FARC, no durante los cinco años del señor Uribe sino que también lo ha hecho cuando las FARC eran 28 hombres y dos mujeres en Marquetalia. Allí se utilizaron aviones y pilotos gringos, dólares yanquis, bombas fabricadas en EEUU contra los rebeldes campesinos. Cuando asumió Uribe, pensaba que la guerra se podía ganar, ya que había mucho dinero para el Plan Colombia, mucho apoyo en logística e inteligencia de combate, abundante cantidad de lo que en Colombia llamamos «sapos» o delatores. Montaron una red de informantes de más de un millón de ciudadanos y anunciaron recompensas de más de 5 millones de dólares por las cabezas de los principales jefes de las FARC. Hoy, cinco años después, podemos decirle a América Latina y el mundo que el Plan Colombia ha fracasado, que el Plan Patriota que metieron como alternativo y simultáneo, también ha sido derrotado. Lo mismo ocurrió con los Planes Consolidación y Victoria. Por eso la guerra contra nuestro pueblo por parte del Estado y la ingerencia norteamericana debe parar. No hay otra fórmula para ello, que la salida política dialogada entre las partes.
GOBIERNO DE RECONSTRUCCION NACIONAL
-Algunos analistas internacionales comentaban con cierta sorpresa que en la última entrevista que se le hizo al comandante Raúl Reyes, éste no descartara la aceptación por parte de las FARC de una salida socialdemócrata para Colombia. ¿Cuál es su opinión sobre esta afirmación?
-Nosotros hemos planteado la posibilidad de un nuevo gobierno de reconstrucción y reconciliación nacional donde quepamos todos los que estemos involucrados en los cambios para Colombia. Allí sólo quedarían excluidos quienes cargan sobre sus espaldas acciones criminales contra el pueblo. Pueden ser parte de ese gobierno los liberales, conservadores, socialdemócratas, gentes de izquierda, las expresiones sociales de nuestro pueblo, la intelectualidad, el mundo de la cultura. Decimos que existe la oportunidad para que todos abramos las compuertas para una democracia participativa, y también hacer política de una nueva forma, sin el temor a ser asesinado. Eso se nos niega y no nos permiten la forma de expresión de la lucha abierta y legal. Entonces, como nosotros somos revolucionarios no tenemos otra opción que seguir empuñando las armas. Si se nos niega la vía pacífica, el lenguaje de los tiros parece ser el único que entiende la burguesía sanguinaria de Colombia. Nosotros no queremos la guerra, hemos buscado la paz, pero tampoco nos vamos a cruzar de brazos.
-¿Cuál es la aspiración de Rodrigo Granda para los próximos días o meses, para el futuro inmediato?
-La aspiración mía coincide con la de todo nuestro pueblo: que se pueda parar la guerra, que el país se pueda insertar como una nación que va a aportar al mundo en su cultura, en su arte, en sus productos, en su inteligencia. Que los colombianos podamos vivir en paz, trabajando, creciendo, produciendo para el consumo interno en todos los aspectos, y también aceptando lo que nos pueda aportar la humanidad. Aspiraciones personales yo no tengo, soy un combatiente revolucionario, soy un soldado de las FARC y como tal cumplo las órdenes que el Movimiento considere que debo ejecutar.
Aprovecho para hacer un saludo muy especial al querido pueblo argentino: siempre están en nuestros corazones. En mi patria pequeña, Antioquia, tenemos una de las estatuas más simbólicas de Gardel. Desde niños aprendimos a escuchar el tango, y por medio de éste, del fútbol y la cultura hemos conocido mucho sobre el pueblo argentino.
Carlos Aznárez es periodista argentino, director de Resumen Latinoamericano TV