El Gobierno Zapatero escrupuloso cumplidor de los Reglamentos. Directivas, Resoluciones y de cualquiera otras Ordenanzas que dimanen del incontestable Poder de Bruselas, ya trata al transporte de las personas como uno de esos curiosos servicios de interés general y a los viajeros, como clientes, ya no existen derechos ciudadanos a la movilidad ni a la […]
El Gobierno Zapatero escrupuloso cumplidor de los Reglamentos. Directivas, Resoluciones y de cualquiera otras Ordenanzas que dimanen del incontestable Poder de Bruselas, ya trata al transporte de las personas como uno de esos curiosos servicios de interés general y a los viajeros, como clientes, ya no existen derechos ciudadanos a la movilidad ni a la accesibilidad, derechos protegidos por el Poder Público y prestados bajo su responsabilidad y su dirección técnica y administrativa, el transporte, en este caso aéreo dejó de ser un SERVICIO PÚBLICO para convertirse en una relación mercantil como el alojamiento en un hotel de lujo o el almuerzo o cena servidos en un restaurante de muchos tenedores, la presencia de la ciudadanía se ha olvidado en el altar de la competencia y la competitividad recuerdos de Lisboa.
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Dicen los que saben de estas cosas o creen saber de ellas, que la Empresa es riesgo y que ese factor es la esencia del ser empresarial que de lo contrario se convierte en aburrida y obsoleta burocracia propia de tiempos olvidados.
Naturalmente el riesgo es tal si se producen fallos, averías, incidencias o accidentes evitables y no de fuerza mayor. Una de estas incidencias, gravísima, es la que ha acontecido con la empresa privada AIR MADRID que ha dejado a cientos de miles de personas desprotegidas en el frío de las pistas de aterrizaje ante la escalerilla del avión.
El omnipresente Liberalismo lanzó sus campanas al vuelo cuando se vinieron abajo las denostadas compañías de bandera que son ya casi un recuerdo, cuando las Administraciones de los países que las abanderaban se responsabilizaban del funcionamiento de esas entidades, de los servicios que prestaban y de la situación laboral del personal de tierra y de vuelo.
Pero llegó la liberalización y el negocio extiende sus inherentes avatares a los usuarios tanto en el mantenimiento y fiabilidad de las aeronaves como en el funcionamiento y puntualidad de las líneas.
Si tantos viajeros han quedado en tierra, ello significa que AIR MADRID no era poca cosa sino una empresa mercantil de bastante envergadura. Si no viviésemos bajo el prurito liberal la Administración responsable se hubiera encargado de resolver el traslado de las miles de personas afectadas a sus respectivos destinos, pero, ya se sabe que si llueve y no hay toros a lo más que se llega es, y no siempre, a la devolución del importe de las entradas, cosa que al parecer el empresario de esta plaza aeronáutica no va a hacer pues como siempre en estos casos dirá que no hay caja y que el negocio ha ido mal y que lo siente mucho.
Ahí andan el AGCS y el maravilloso espíritu BOLKESTEIN impartiendo doctrina práctica a las gentes a las que se dirá que estos y otros peores son los riesgos de la Modernidad que deben ser gustosamente asumidos y comprendidos pues la economía empresarial es muy compleja y sus inefables parámetros a veces efectúan movimientos coyunturales incomprensibles.
Veremos si este enorme fiasco empresarial despierta el sentido crítico de los ciudadanos y más y más gentes reivindican la hermosa institución del SERVICIO PÚBLICO que durante casi doscientos años ha sido la expresión de unos derechos y la asunción por el estado de los deberes y responsabilidades que, en buena parte justifican su propia existencia.
* José Ramón Montes es urbanista y miembbro de Attac Madrid Servicios Públicos