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Entrevista a Eduardo Galeano

«Al ‘zapatista de Irak’ lo condenaron a tres años de cárcel y en cambio Bush, el terrorista de Estado, está de lo más feliz en su casa de Texas»

Fuentes: El Clarín de Chile

A Eduardo Galeano (Montevideo, 1940) se le ve radiante caminando por Xalapa; no oculta su alegría en la entrevista con Clarín: «ando como las pulgas de los circos, entre los saltos de un lado a otro». El 26 de marzo recibirá el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Veracruzana, junto al poeta Ernesto Cardenal. «Estoy […]

A Eduardo Galeano (Montevideo, 1940) se le ve radiante caminando por Xalapa; no oculta su alegría en la entrevista con Clarín: «ando como las pulgas de los circos, entre los saltos de un lado a otro». El 26 de marzo recibirá el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Veracruzana, junto al poeta Ernesto Cardenal. «Estoy feliz de compartir con Ernesto, sobre todo en estos momentos difíciles para él, somos viejos amigos, recuerdo que me regaló su primera escultura».

Autor de: Los días siguientes (1963); Las venas abiertas de América Latina (1971); Vagamundo (1973); Días y noches de amor y de guerra (1978); Memoria del fuego (1982, 1984 y 1986); Aventuras de los jóvenes dioses (1984); Ventana sobre Sandino (1985); El libro de los abrazos (1989); Nosotros decimos no (1989); Ser como ellos y otros artículos (1992); Las palabras andantes (1993); Úselo y tírelo (1994); El fútbol a sol y sombra (1995); Patas arriba: Escuela del mundo al revés (1998); Bocas del Tiempo (2004) y Espejos. Una historia casi universal (2008), entre otros libros y antologías.

Esta noche presentará Espejos (Siglo XXI, 2008) durante las jornadas del II Encuentro de Escritores por la Tierra; el primero de abril leerá en el Palacio de Bellas Artes del Distrito Federal y al día siguiente conversará con 2,500 estudiantes de la UNAM, en la Sala Nezahualcóyotl. Por la complicidad con los lectores de Clarín y Azkintuwe Eduardo Galeano hizo una pausa para hablar -con total libertad de extensión- sobre el zapatismo, la literatura «política», Arnaldo Orfila y el Siglo XXI, sus vocaciones fallidas (pintor, futbolista o párroco), Neruda y Rulfo, la Ley Antiterrorista contra la comunidad mapuche, en fin, nombrar el mundo patas arriba y otras palabras andantes…  

MC.- Bienvenido a México, en 1996 publicó su «Crónica de Chiapas» y en febrero del 2000 conversó con los estudiantes de la UNAM. ¿Han pasado 9 años desde su última expedición a México?

EG.- No lo recuerdo, ando como las pulgas de los circos, entre los saltos de un lado a otro, no me acuerdo cuándo estuve aquí por última vez, he venido muchas veces a México, pero no tengo una idea muy clara de las fechas. Se me entreveran los mapas.

MC.- En rueda de prensa habló de los desafíos del EZLN en contra de la «bobalización» dijo: «El zapatismo es un hito antiguo que deviene modernísimo» (29.02.2000). ¿Cómo siguió las hojas y rutas de las marchas zapatistas en 2001 y 2006?

EG.- Se publicaron algunas noticias en Uruguay -no muchas-, leí artículos contradictorios, unos estaban a favor del EZLN, otros no entendían muy bien al Subco; yo desde afuera no me animo a opinar sobre si estuvo bien o mal, si debía o no debía haber botado a López Obrador, por eso no puedo decirte nada; salvo que el zapatismo es un movimiento que yo sigo respetando y amando, que se desencadenó en Chiapas y que tiene raíces muy profundas y que seguramente va más allá de las peripecias políticas circunstanciales, de los episodios políticos que se van sucediendo.

MC.- El Subcomandante Marcos dijo: «la figura literaria de Hispanoamérica que más admiro es Eduardo Galeano» (Corte de caja, 2008); a su vez, usted ha reconocido una influencia inconciente del Canto general de Neruda en Memoria del fuego. El Che Guevara compartía la poesía de Neruda con la guerrilla cubana y boliviana. ¿Qué reciprocidad ha leído entre Literatura y Revolución?

EG.- El Canto general fue la obra más ambiciosa de Neruda, la más abarcadora; y cuando me han comparado Memoria del fuego con el Canto general a mí se me ha hinchado el pecho de orgullo, porque es un libro que yo admiro mucho. Curiosamente creo que contra la mayoría de los lectores sienten, que no es en los temas políticos o llamados «políticos» donde Neruda mostraba su mejor vena poética, no sólo porque algunos de los poemas más políticos después resultaron desautorizados por la Historia, como aquella Oda a Stalin, sino también porque se sentía más obligado a decir, que el llamado a decir; en la mayoría de los casos de los poemas políticos, uno no siente arder esa llama que espontáneamente le brotaba en el pecho cuando Neruda escribía de otros temas; también porque yo creo que con el paso del tiempo se va haciendo más claro que la literatura política no es la que se refiere a los temas políticos, que es una confusión que ya lleva tiempo muy largo, pero por suerte empieza -no a desvanecerse- sí a ser superada de a poquito: la literatura política no es la literatura de temas políticos, además no hay un tema que de alguna manera no sea político y en la medida en que todos los temas son sociales, no hay ningún hombre o mujer del todo solo o sola, como para poder sentir, pensar, escribir algo que esté divorciado de los demás, ni siquiera el último aborigen hallado en el fondo más remoto de la selva amazónica está del todo solo y cuando uno escribe está lleno de gente, uno expresa tantas cosas que no importa el tema, cuando Neruda cantaba a la cebolla, yo creo que era un poeta políticamente profundo, hondo y en definitiva América Latina tiene un sentido político positivo, toda la literatura que nos ayude a saber quiénes somos y quiénes podemos ser.

MC.- En México celebramos los 75 años del Fondo de Cultura Económica (1934-2009), uno de sus emblemáticos directores, Arnaldo Orfila fundó la casa editorial que lo trajo del Sur a México y España. ¿Cuándo conoció y cómo recuerda a Arnaldo Orfila?

EG.- Él fue uno de los fundadores del Fondo de Cultura Económica, también fue fundador de Siglo XXI -cuando lo echaron del FCE de muy mala manera- con un grupo de gente amiga fundó esta editorial, que después se proyectó -con el paso de los años- como una de las más importantes y prestigiosas de la lengua española; yo lo conocí cuando escribí Las venas abiertas de América Latina (1971) porque la presenté al concurso de Casa de las Américas y perdió, el Jurado no lo consideró un libro serio, quizás porque en esa época todavía se creía que un libro que no era aburrido no podía ser serio; se identificaba la seriedad con el aburrimiento y quizás por eso, porque nunca escuché de parte de uno de los Jurados ninguna otra objeción, más que ese tipo de cosas: «bueno, no era un libro profundo» ya está, el libro perdió, y entonces al no haber ganado el concurso de Casa, arreglé una edición en el Uruguay con la Universidad de la República, pero yo quería una edición internacional y le mandé el libro a don Arnaldo y le dije -«mire, este libro perdió el concurso de Casa, pero por ahí le interesa publicarlo» él me dijo: -«sí, lo publicó», al libro le fue bastante mal el primer año -no vendió casi nada-, don Arnaldo me mandó una carta muy cariñosa diciéndome: -«no se desanime, en nuestra América las cosas son difíciles» y después el libro hizo su camino, bueno, fue sobre todo muy impulsado por las dictaduras militares, las que más ayudaron a que ese libro se difundiera fueron las dictaduras que lo prohibieron y que prohibiéndolo lo elogiaron; y con Arnaldo a partir de ahí se armó, se fue enhebrando una amistad muy linda, yo lo vi muchas veces, comíamos juntos, conversábamos, hasta cuando ya tenía 100 años, era un hombre con una memoria prodigiosa: se olvidaba de todo lo que había ocurrido la semana pasada, pero sabía todo lo que había ocurrido hacía un siglo, él había llegado a México cuando estaban todavía vivos Emiliano Zapata y Pancho Villa, vino como delegado de la Reforma de Córdoba -joven estudiante argentino- se enamoró de esta tierra y aquí se quedó, un hombre que hizo una obra espléndida, maravillosa, era muy austero, una especia de Santo de las Letras, jamás se guardó un peso en el bolsillo, no tenía dinero, todo lo que tenía lo daba a esa noble causa de la difusión de la literatura, que él consideraba que era una gran herramienta de cambio social y de educación popular.

 

MC.- Antes lo leíamos semanalmente en Brecha y La Jornada o cada quincena en Punto Final. ¿Se ha jubilado de las redacciones periodísticas?

EG.- Sí, ahora estoy haciendo poco periodismo, estoy más dedicado a los libros, porque me absorbe mucho tiempo.

MC.- Además de escribirlos, en Uruguay usted hace sus libros; háblenos de Ediciones del Chanchito…

EG.- Lo hicimos con unos amigos, porque veíamos que los libros míos no circulaban bien en Uruguay, había la posibilidad de desarrollar mejor la edición de mis cosas en el país, utilizando la maqueta que se hacía en España o en México de cada libro nos mandaban lo que en una época eran las películas, ahora los medios tecnológicos son otros; se publica lo mismo, pero con otras carátulas que yo diseñé -porque lo que más me gusta a mí es el diseño- además dibujé el emblema del chanchito.

MC.- ¿Por qué la bendita manía de dibujar?

EG.- Era mi vocación, lo que yo más quería, bueno tuve varias vocaciones todas fracasadas; quise ser jugador de fútbol y era un pata de palo irremediable, tuve una infancia muy mística de modo que quería ser santo o por lo menos cura y mi natural tendencia al pecado lo impidió; después lo que quería era dibujar, sentía que era pintor y siempre me dolía el enorme espacio que se abría, el abismo entre lo que yo quería decir y lo que podía por medio del dibujo o la pintura. Ahí cuando tenía 14 años empecé a garabatear las primeras letras, probé suerte con la literatura, me temblaban de pánico las rodillas ante la hoja en blanco, que es exactamente lo que me ocurre ahora muchos años después.

MC.- En Apuntes para el fin de siglo (Lom, 1997) habla de la pésima costumbre entre La computadora y yo (1995). ¿Se debe a la imposibilidad de dibujar en los márgenes?

EG.- La verdad es que yo he cambiado en eso; reconozco, confieso que durante mucho tiempo sospeché que las computadoras bebían de noche, mientras nadie las veía bebían hasta emborracharse, por eso hacían cosas incomprensibles durante el día. Esa sospecha no dejé de tenerla, pero hice las paces con la computadora y empecé a utilizarla, me parece que son muy útiles, sigo escribiendo a mano, todo lo escribo y corrijo a mano, pero cuando siento que un texto está un poco más redondeadito -después de 5 o 10 versiones- ahí lo paso en limpio a la computadora, lo archivo, lo guardo en la computadora y me pasa lo mismo que con las máquinas: que les desconfío -no por culpa de ellas, pobrecitas- por culpa del mal uso que la sociedad humana hace de ellas, terminan siendo máquinas de sus máquinas, terminan siendo instrumentos de sus instrumentos, no me gusta que la computadora me programe, como no me gusta que el automóvil me maneje o que un supermercado me compre, o que un televisor me mire, pero las máquinas son inocentes del mal uso que se hace de ellas.

MC.- Hablando de renuencias, ¿por qué dejó de escribir prólogos?

EG.- Es por culpa de mis amigos, yo tengo una enorme cantidad de amigos que escriben, entonces llegó un momento en el que tuve que elegir entre ser escritor de prólogos o ser escritor de libros y artículos; porque yo soy un maniático perfeccionista y eso puede ser saludado como una virtud cuando se lo mira de fuera, pero padecido de adentro es terrible, yo puedo no dormir por una coma, por un adverbio mal colocado, por una frase fuera de lugar; me da un trabajo enorme escribir, sobre todo cuando más transparente es el resultado, más sencillo parece, más trabajo esconde. Entonces, hacer un prólogo me lleva un tiempo enorme, en primer lugar porque mi manía perfeccionista me impide prologar nada que no lea hasta el final, lo cual implica horas, días, después la redacción… me estaba convirtiendo en un escritor de prólogos, advertí esa posibilidad y a partir de ahí no escribí más prólogos, solamente a veces un par de líneas de contratapa para ayudar a la promoción de algo que me parezca valioso, pero si yo escribiera con más facilidad, probablemente podría hacer más prólogos; Borges escribió una cantidad de prólogos enorme con gran alegría, a él le encantaba escribir prólogos, hay un libro de prólogos de Borges, por cierto muy jugoso. Fijate vos, esta dificultad fue advertida mejor que nadie, por un gallego que estaba, con cara de campesino, ya muy sufrido y gastado por la vida y por la tierra, él estaba en la última fila de la gente que había asistido a escucharme leer textos de Espejos (2008) -en Ourense, Galicia- estuve en algunas ciudades gallegas, son gente muy entrañable, muy cariñosa. En la última fila estaba este hombre con esa cara espléndida de campesino, de pómulos salientes, la piel curtida y él entrecejos fruncidos me miraba enojado, yo no podía desprenderme de la mirada enojada de ese hombre, hasta que terminó la lectura firmé libros -y esas cosas que se hacen- y él seguía ahí, fue el último en irse y muy enojadamente sin desfruncir el ceño se acercó desde la última fila y cuando yo pensé que me iba a aplicar un puñetazo o a matarme de una patada me dijo: -«qué difícil ha de ser escribir tan sencillo» y se fue. Es la mejor crítica que he recibido en la vida, el comentario más certero y el mejor homenaje y se fue sin desenojarse -eso pasa mucho en Galicia y en otros lugares de la tierra- que no sé, es como si besara enojado, porque en el fondo era un beso, un abrazo, una cosa lindísima lo que decía, pero con una cara enojada, sobretodo en contraste con algunos que sonriendo te clavan el puñal.

MC.- En España, al presentar Bocas del tiempo (2004) y durante una entrevista con La Jornada a propósito de Espejos (2008) dijo: «me pidieron que eligiera a los escritores más importantes en mi formación literaria. Yo contesté: Juan Rulfo, Juan Rulfo y Juan Rulfo». Al poeta Marco Antonio Campos le dijo: «Rulfo me enseñó que se escribe con el lápiz, pero ante todo debe cortarse con el hacha». Casi puedo citar dos versos del relato sobre Rulfo en Memoria del fuego: «hizo el amor de hondísima manera y después se quedó dormido». ¿Reconsideraría reescribir un ensayo sobre Rulfo sumando las declaraciones que usted ha hecho a la prensa?

EG.- No, porque justamente es lo que me enseñó -fue mi amigo- le debo mucho, esa lección de silencio que nos dio a todos, él nos enseñó a valorar el silencio, a saber que las palabras están de antemano condenadas porque compiten con el silencio que es el más hondo de los lenguajes y uno sabe que va a perder. Aplica aquello que Onetti -otro gran maestro- me enseñó «nunca dejes en el papel escritas palabras que no te parezcan mejores que el silencio, palabras que no te parezcan mejores que el silencio sacalas, suprimilas», claro a mí se me va la mano -a veces- porque saco todo, me quedan dos o tres palabras sin publicar; esa fue una lección que aprendí de Rulfo y que no olvidé nunca -Onetti después la complementó- ese valor inmenso del silencio y el desafío que implica, entonces hay que saber callarse, los escritores tenemos que saber callarnos, cuando creo que he dicho una cosa de una manera redondita y que está bien y expresa lo que quiero, como lo que dije de Rulfo: «había escrito poco en cantidad, pero lo había escrito de tal modo, con tanta intensidad y con tan alta perfección que eso era como alguien que hace el amor de hondísima manera y después se queda dormido» eso no hay que palabrearlo, creo que la vida no hay que palabrearla. Muchas veces recibo libros que están muy bien hechos, bien armados, pero están muy palabreados, a mí me gusta que la vida viva, no una vida palabreada.

 

MC.- Trataré hacer otra cita textual del tercer volumen de Memoria del fuego (El siglo del viento, 1986) en La casa de Neruda describe el funeral emboscado por «militares erizados de ametralladoras». Hasta el año pasado el copyright de Neruda se invertía en la empresa del principal asesor de Pinochet. ¿El mundo patas arribas?

EG.- Lo que sé sobre la Fundación Neruda es lo que tú escribiste, lo que he leído en tus artículos y entrevistas que publicamos también en Brecha, si mal no recuerdo; me parece, como a ti, un escándalo, eso suele ocurrir con el género humano, o con una parte de él, una traición a la memoria de los que ya no están y no pueden defenderse, no sólo con Neruda, ha ocurrido con muchos más.

MC.- Usted es un interlocutor de la palabra indígena, por ejemplo en: Las venas abiertas de América Latina, Memoria del fuego y Espejos. En Chile se aplican Leyes Antiterroristas en contra de la comunidad mapuche (único país de la región con semejante marco legislativo). ¿Cómo entender el prefijo Terrorista impuesto a los mapuches?

EG.- A muchos nos parece un escándalo que se siga aplicando la Ley Antiterrorista a las víctimas del terror de Estado y a las víctimas del terror del gran capital -el gran terrorista del mundo, el que está acabando con el planeta- los atentados más feroces contra la gente y contra el mundo los cometen los que después son recompensados y en cambio se consideran terroristas a sus víctimas. El «zapatista de Irak» -Muntadar al-Zaidi- yo lo llamo así, lo condenaron a 3 años de cárcel y en cambio Bush es el terrorista de Estado que más gente asesinó en los últimos años, es un «serial killer» y está de lo más feliz en su casa de Texas…

MC.- Leí que Bush impartió tranquilamente una «conferencia» en Canadá…

EG.- Sí, además está riéndose todo el tiempo y duerme a pata suelta como la gente que no tiene conciencia, mi mamá me decía cuando yo era chiquito: «tenés que portarte bien, porque tenemos conciencia y la conciencia no te va a dejar dormir si sos malo, si hacés cosas malas» ¡ah bueno mamá! -le decía yo- con el paso del tiempo -pobrecita mamá- advertí hasta qué punto ella era una ignorante de la vida, porque los que no tienen conciencia son los que mejor duermen, a los que nos cuesta dormir es a los que tenemos conciencia, la gente que tiene conciencia, es la atormentada por la angustia y a veces eso te conduce a la muerte, como el caso de algunos desesperados que han terminando suicidándose; pero los grandes asesinos de la humanidad duermen a pata suelta -aunque sea verano y haya mosquitos- no tienen el menor problema, la conciencia es un músculo que se da poco, así que no tienen ningún problema de seguir actuando como actúan los grandes terroristas del mundo, por ejemplo: los terroristas fueron los invasores de Irak, no los invadidos -encabezados por este gran cacique del terrorismo que es Bush-, me gustaría saber si el Tribunal Penal Internacional de La Haya va a comenzar a existir en serio y de verdad y va a citar a este señor culpable de una incontable cantidad de muertes, lo «incontable» es un signo -como el hecho de la aplicación de la Ley Antiterrorista contra los mapuches- de que el racismo no ha sido vencido en el planeta, para nada, este mundo sigue siendo racista, yo saludo la victoria de Obama, como una victoria contra la discriminación racial en los Estados Unidos, pero en la escala internacional global el racismo sigue en pie ¿por qué? Porque hay ciudadanos de primera, de segunda, de tercera y de cuarta y por lo mismo hay muertos de primera, de segunda, de tercera y de cuarta, cuando tú lees las noticias en los diarios están las cifras exactas de los invasores norteamericanos muertos en Irak, pero de los invadidos, nada -ni sombra- las cifras son de lo más locas: 100 mil, 200 mil, medio millón, un millón, nadie sabe ¿por qué? Porque son muertos de cuarta y los otros son muertos de primera, lo mismo con esta absurda aplicación de la Ley Antiterrorista contra las víctimas del terror de Estado en Chile, cuando los mapuches son las principales víctimas del terror de Estado, no de ahora, llevan cinco siglos, más de cinco siglos siendo víctimas del terror de Estado, desde que América descubrió el capitalismo gracias a la gentileza de Colón.

MC.- En la página web de Siglo XXI leí el censo de las traducciones de sus libros al: inglés, holandés, alemán, checo, japonés, noruego, griego, italiano, portugués, sueco, ruso, rumano, hebreo, chino, coreano y Braille ¿Le han propuesto traducir algún libro o relato a cualquiera de nuestras lenguas indígenas?

EG.- No, creo que no.

MC.- ¿A cuál de nuestras lenguas indígenas le gustaría ser traducido?

EG.- La guaraní es la que más me gusta.

MC.- ¿Por la cercanía?

EG.- Por la cercanía, el Uruguay tuvo una influencia guaraní enorme, a pesar de que oficialmente no se reconoce; además por la belleza del idioma, es una lengua muy hermosa, musical y poética. Justamente ahora que hablábamos de los mosquitos, los guaranís llaman a los mosquitos «uñas del diablo» (risas); es un rarísimo caso en que una lengua de los vencidos que se convierte en lengua de los vencedores, el guaraní porfiadamente sobrevive a tal punto que llega a ser punto de los vencedores. En el Paraguay a la hora de la verdad -que es la hora del humor y del amor- los paraguayos hablan guaraní, no español; ahora el guaraní tiene categoría de lengua oficial -estuvo prohibido- los paraguayos hablan castellano y en un país todavía racista les cuesta bastante reconocer esa tradición indígena indudable se manifiesta todos los días por la boca, a la hora de hablar y decir las cosas que verdaderamente importan. En la selva del Alto Paraná me dieron ganas de llorar, durante una de mis travesías por ahí, andaba con un camionero muy nervioso, decía que el espacio que atravesaríamos estaba lleno de indios y que nos iban a matar: -«vamos a pasar lo más rápido que podamos, en Asunción están terminando de hacer un zoológico para encerrar a los indios» ¡ah -le respondí-, no me diga! ¿así que los van a encerrar ahí? kilómetros más adelante subieron dos amigos del camionero, blancoides como él, me saludaron, estuvieron hablando conmigo en castellano, yo no les decía nada, y después se pusieron a hablar entre ellos -los tres- y por supuesto hablaban en guaraní; hablaban la lengua de «esos» indios a los que querían enviar al zoológico, sin darse cuenta que la lengua es mucho más que la lengua, cuando uno habla y usa palabras de una lengua indígena está expresando toda una cultura y toda una memoria histórica larguísima, cada lengua es un tesoro de la humanidad y por eso deberíamos llorar cuando muere una lengua y se mueren a un ritmo de más de un día. En otros países las lenguas indígenas han sobrevivido gracias a que han sobrevivido -milagrosamente y contra toda evidencia- los indígenas a cinco siglos de persecución y desprecio; son los indígenas quienes mantienen viva la memoria de su lengua y la memoria de sus mejores tradiciones: la comunión con la naturaleza.

MC.- Dos últimas preguntas, llama la atención que en El fútbol a sol y sombra (1995) haga un remate en cada Mundial FIFA de 1962 a 1998 con la cita: «Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente caída de Fidel Castro», en 2006 adhirió al manifiesto: La soberanía de Cuba debe ser respetada». ¿Qué reflexiones tenés de la nueva realidad cubana?

EG.- Es verdad, el libro presenta cada Copa del Mundo como un noticiario, daba cuenta de lo que ocurría para que el lector situara el contexto y se diera una idea que los partidos de fútbol no se disputaban en los campos de Júpiter o Marte, sino en la tierra; entonces está agregada esa frase que citás en cada uno de los textos porque siempre me resultaba muy revelador que ocurriera eso: que en Miami anunciaban que la caída de Fidel era cosa de minutos y él seguía tan campante. En 2006, con la renuncia de Fidel, yo firmé ese manifiesto en defensa de la autodeterminación de Cuba, parecía que el sueño de Bush y otros 10 presidentes norteamericanos poder ir a desayunar a La Habana sin cuchillo ni tenedor, ponerse la servilleta al cuello, había que defender a Cuba, Cuba es muy defendible, por todo lo que la Revolución hizo, todo lo que la Revolución encarnó y encarna todavía como símbolo de dignidad en América Latina, no ha habido ningún país más solidario que Cuba -en proporción a su población, a su fuerza y riqueza- nadie ha sido más generoso que Cuba, esos valores deben ser defendidos y sostenidos. Al mismo tiempo, sigo aplicando el consejo de Rosa Luxemburgo cuando decía «El acto más revolucionario es decir lo que uno piensa» entonces yo no me cayó mis discrepancias con Cuba pensando que estoy haciéndole «un servicio al imperialismo» como algunos creen cada que alguien critica lo que hace un gobierno que uno admira y quiere, como si la política fuera religión, como si la adhesión política implicara fanatismo religioso.

MC.- Finalmente, ahora que menciona «el fanatismo» ¿solía hablar de fútbol con los colegas escritores e hinchas Osvaldo Soriano y Roberto Fontanarrosa?

EG.- Sí, hinchas y todos compañeros, el Negro Fontanarrosa fue un gran amigo, el Gordo Soriano ni qué hablar. Hay muertos que te dejan un agujero en el pecho y no hay cómo llenarlo. Siempre hablábamos de fútbol y también de literatura, pero el tema fundamental era el fútbol -«¿viste?» me decía el Gordo -«cómo no viste el partido, el último, de San Lorenzo, ese juez hijo de puta vendido, nos robó tres goles». Ellos dos compartían conmigo la pasión por el fútbol y la literatura, los tres creíamos que valía la pena escribir «para convertir a los paganos» -decía yo- les gustaba tanto esa frase -«sí, sí la conversión de los paganos, logremos que la gente futbolera le perdiera el miedo a los libros y lograr que a los lectores y a los amigos de las letras le perdiera el asco a la pelota» porque hay prejuicios que tienen muucho tiempo, más de un siglo, antes que los británicos organizaran el deporte como ahora lo conocemos, en una de las obras de Shakespeare está mencionado, no estoy seguro si es en King Lear, uno de los personajes dice: -«me estás tratando como una pelota de fútbol». Para los intelectuales de derecha -como Borges- el fútbol era la prueba de que el pueblo piensa con los pies, y para muchos intelectuales de izquierda -lamentablemente- siguen creyendo que el fútbol tiene la culpa de que el pueblo no piense, le echan la culpa al fútbol como algunos culpan a la religión «el opio de los pueblos» interpretando mal una frase de Marx, él no quería decir lo que dicen que dijo. El fútbol es una pasión universal, es una danza con pelota -cuando está bien jugado- y que además es una señal de identidad colectiva, por lo tanto cumple una función cultural, nos guste o no nos guste, el fútbol es un muy importante en la cultura de una nación, salvo en Estados Unidos donde existe sólo para las mujeres, el fútbol femenino es muy bueno, el resto como dicen mis amigos norteamericanos «aquí el fútbol, es y seguirá siendo el deporte del futuro».

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