Alberto Garzón (Logroño, 1985) es para muchos la única esperanza de Izquierda Unida, el último tren al que se puede subir la coalición para recuperar el terreno perdido con Podemos y con los votantes. Él cree que es una misión posible. Considera que IU puede crecer y que aún tiene tiempo para poder ser un […]
Alberto Garzón (Logroño, 1985) es para muchos la única esperanza de Izquierda Unida, el último tren al que se puede subir la coalición para recuperar el terreno perdido con Podemos y con los votantes. Él cree que es una misión posible. Considera que IU puede crecer y que aún tiene tiempo para poder ser un actor importante en el cambio político. De hecho, está convencido que la coalición es «más útil» que Podemos como instrumento de cambio pero rechaza que la única vía para IU sea a través de su liderazgo.
Reconoce errores y no evita la autocrítica. Es consciente de que IU fue invadida por el virus del conformismo y que les faltó ambición política. Cuando todos los ingredientes estaban presentes para lanzar un proyecto tan ambicioso como Podemos, Izquierda Unida no estaba. Sin embargo, Garzón defiende que IU está cambiando y que la coalición tiene «la responsabilidad histórica» de participar en el cambio. Por último, Garzón lanza un aviso a navegantes: no se irá nunca a Podemos y está dispuesto a asumir todas las responsabilidades que le encargue su partido, incluida la de ser candidato a las elecciones generales.
– En su intervención de este miércoles en el debate de los Presupuestos Generales del Estado, le espetó al ministro Montoro: «Es usted un antisistema». ¿Tanto han cambiado los papeles que ahora son los conservadores los antisistema y no los comunistas?
– Si hablamos del sistema capitalista está claro que somos los comunistas los antisistema. Los comunistas somos prosistema alternativo. Lo que ocurre es que estamos ante una agresión neoliberal sin igual en la historia del capitalismo desarrollado. Es una agresión a las conquistas sociales conseguidas por nuestras generaciones precedentes. Eso está convirtiendo a la gente en revolucionaria por defender lo que ya tenía consolidado. Por tanto, aquellos que desmantelan el Estado del Bienestar son los antisistema pero del Estado social.
– ¿Y cómo es ese sistema que quiere Izquierda Unida?
– Entendemos que estamos en un proceso de transformación social. El neoliberalismo está construyendo un modelo de sociedad ampliamente regresivo, desigual e injusto que se basa en una regresión laboral y salarial que desmantela el Estado social y nos conduce hacia una sociedad más individualista. No hay más que ver a nuestro alrededor para comprobar que hoy ya no es suficiente con un contrato para vivir. Estamos en una encrucijada en la que hay que decidir hacia donde vamos. La derecha ya ha elegido su camino. Tiene su proceso constituyente ya iniciado. Ha dinamitado los pactos de 1978 y está constituyendo una nueva institucionalidad con la modificación de la Constitución, los nuevos tratados de la UE y el propio Tratado de Libre Comercio (TTIP), que está constituyendo un nuevo marco jurídico donde situar la economía.
Nosotros entendemos que el primer paso es resistir y mantener las conquistas sociales que han conseguido nuestras generaciones precedentes con lucha y mucho esfuerzo. En segundo lugar, tenemos que sentar las bases de un mundo más justo, posible, deseable y necesario. Mientras vamos a una mercantilización y una desvalorización de la política frente al poder económico, que es la opción de la derecha y de la oligarquía. Nosotros optamos por una democratización de la economía. Ese es el modelo que proponemos desde IU. Se le puede llamar de muchas maneras. Yo le llamaría comunismo, pero el nombre es lo de menos.
– ¿Y no cree que esa mayoría social, a la que usted alude continuamente, saldría corriendo si escucha hablar de un sistema comunista y de la nacionalización de empresas?
– Es importante entender que incluso nuestra Constitución permite la nacionalización de empresas. Lo que pasa es que ha sido superada jurídicamente por una Unión Europea construida para neutralizar las garantías positivas de las instituciones del Estado Nación. Democratizar la economía implica que el sistema financiero no puede ser privado ni tampoco las compañías estratégicas. Tener una banca pública y grandes empresas públicas da a la sociedad instrumentos con los que enfrentarse a los Florentino Pérez, Amancio Ortega o a la señora Botín. Todo eso hay que socializarlo. No es admisible que un país desarrollado tenga un 17% de hogares sin acceso fácil a la electricidad, agua y servicios básicos.
Respecto a la etiqueta comunista, es obvio que venimos de una travesía del desierto para la izquierda. Pero, en este momento histórico, que es tan diferente al de hace diez años, lo que se está poniendo de relieve es que la gente y su sentido común se están volviendo revolucionarios. Sin duda es una etiqueta que está deteriorada como resultado de la batalla ideológica. Hay que redefinir los conceptos y saltarse las connotaciones peyorativas que tienen más que ver con prejuicios que con la realidad. Al fin y al cabo, estoy hablando de un horizonte socialista, comunista. Son conceptos que hay que explicar. Hay que hacer pedagogía. Hay que situar también muy bien el debate. En realidad, el sistema que está dejando a la gente sin casa, sin empleo, sin vivienda, sin garantías sociales… es el capitalismo. Además, asalvajándose por meses.
Algunos quieren vadear esta etiqueta y otros no quieren, pero creo que en última instancia tenemos que recuperar las palabras porque si no estaremos jugando en el terreno de juego del contrincante. El lenguaje es ideología. Tenemos que recuperar aquellas palabras que hemos perdido. República, por ejemplo. En el imaginario español, tras 40 años de dictadura, República está asociado a 1936 y a la Guerra Civil. República es más democracia, constitución y garantías positivas, la bandera que liberó a Francia de los nazis, República es la lucha contra el franquismo, el racismo…
– Si hablamos de lenguaje y política resulta imposible no hablar de Podemos. Ellos han revolucionado el uso del lenguaje en la política española. Escribía Juan José Millas tras las elecciones europeas que hasta el momento Podemos era un éxito de carácter sintáctico más que político.
– Soy de los que cree que hay que dejar de hablar de Podemos y empezar a hablar del fenómeno social que explica Podemos. Es distinto. Podemos no es el padre ni la madre del fenómenos social. El fenómeno social ya estaba ahí y tiene que ver con la reestructuración económica que estamos sufriendo, la transformación social, el ataque neoliberal… Todo eso explica que haya un caldo de cultivo que cristaliza en el 15M, en la PAH, en las Marchas por la Dignidad, en Izquierda Unida o en Podemos. Podemos no ha inventado nada. Hay un cierto espíritu adanista, como hubo en el 15M, pero es falso. El adanismo, además de ser peligroso, es siempre incorrecto. Podemos no ha inventado las asambleas, los revocatorios, la auditoría de la deuda, no ha inventado las propuestas programáticas…
Lo que sí ha hecho, sin duda, ha sido mover las piezas y componer un puzzle nuevo. Ha compuesto un puzzle nuevo en el ámbito discursivo siguiendo las tesis de Ernesto Laclau, que se encuentran en la obra La razón populista. Esta tesis tiene que ver con la comunicación política desde el enfoque posmodernista. En esto Laclau entiende que no hay clases sociales y que la mejor manera de conectar políticamente con las demandas insatisfechas de la sociedad es por medio de un discurso construido a través de significantes vacíos. Es una tesis. Sin necesidad de ir hacia ese punto vemos que en Grecia hay un fenómeno social que cristaliza de otra forma. Sin renunciar al lenguaje. Syriza significa la izquierda radical. Hay elementos subjetivos que se han pasado por alto. Por ejemplo, que la gente quiere algo nuevo. Y normalmente la gente cuando quiere algo nuevo, quiere hacerlo con gente nueva. Syriza no tenía una historia. Podemos no la tiene. Ni para bien ni para mal. Son vírgenes.
– En este caso la carga histórica del PCE es un lastre.
Depende del contexto en el que se enmarque. Si nosotros renunciamos a defender los elementos positivos del PCE desde luego que será una carga. Pero no olvidemos que el PCE fue el responsable de defender la II República durante la Guerra Civil y el principal actor de la lucha antifranquista. Fue el que cohesionó a los movimientos sociales para la Constitución de un Estado social que es el que estamos ahora mismo defendiendo. Todo esto no es un lastre. Tenemos la responsabilidad histórica de hacer justicia con las propias organizaciones y el PCE es obvio que es antiguo pero no está anticuado. Las ideas, principios y valores tienen más vigencia que nunca. Creo que sólo escuchar a Julio Anguita muestra un botón muy claro de cómo lo que se decía en la marginalidad hace unos años ahora es claramente dominante porque se ha constatado que se tenía razón.
El lenguaje de Podemos está construido para vadear las connotaciones negativas que puedan tener determinados conceptos clásicos. Pero el fondo es lo mismo. Veo que la izquierda está debatiendo mucho sobre Podemos. Como si Pablo Iglesias fuera el actor revelación y lo fundamental es el fenómeno social que explica a Podemos y a Pablo Iglesias.
– Pero si el fenómeno estaba ahí, los medios estaban ahí, el malestar estaba presente… la situación era la que era y los instrumentos estaban a disposición de todos… ¿dónde estaba Izquierda Unida?, ¿dónde estaban ustedes?
La ciencia social no es una ciencia exacta. Podemos hacer un ejercicio similar a la geología y decir cuáles son las condiciones en las que el volcán entra en erupción pero no sabemos el momento preciso en el que lo va a hacer. Ocurre lo mismo en política. Creo que éramos muchos los que habíamos teorizado conjuntamente también con Pablo Iglesias (que antes formaba parte al menos de la periferia de IU), que estábamos en una situación de descomposición del Estado social y que tenía que cristalizar en algo. En Francia ha cristalizado en extrema derecha. En España el 15M fue un cortafuegos contra el fascismo y dirigió la mirada hacia otros espacios. Sabíamos que eso tenía que pasar. Izquierda Unida no lo ha aprovechado. Por las razones que fuera. Nuestro tiempo histórico iba más rápido que el tiempo de la organización.
– ¿Pecó IU de conformista?
Como organización no me cabe ninguna duda. Faltó ambición política y en este momento histórico hace falta ambición política. Hay que entender que en un momento de descomposición social todo se reestructura y también se reestructura electoralmente. Es lo que Gramsci llamaba crisis orgánica y nosotros llamamos crisis de régimen. Si hubiésemos sido capaces de anticiparlo en lugar de cristalizar en Podemos lo hubiera hecho en nosotros. Pero no tenemos que pensar en el pasado. Lo interesante es cómo llevar ese hilo al presente. Por eso decía que Podemos no es el padre o madre del fenómeno social. Este malestar cristalizó en Podemos pero puede cristalizar en Ganemos y es responsabilidad histórica de IU estar ahí. Estar donde la sociedad exige los cambios. No se ha parado la historia en las elecciones europeas. Continúa. La crisis seguirá empeorando y se generará un fenómeno social todavía más grande que hay que cristalizar, canalizar y utilizarlo como una oportunidad para cambiar el país. Ahí es donde tiene que estar IU.
– ¿Y hasta dónde está dispuesto a llegar usted para que IU esté donde quiere usted?
A nivel personal no tengo ningún tipo de ambición. A nivel personal los costes son mucho más amplios que una vida conformista en la Universidad o incluso marchándose del país con una oportunidad laboral. No es una cuestión de gusto sino de necesidad. Sí tengo, no obstante, una ambición política respecto a mi organización. Izquierda Unida no puede ver la revolución pasar. Tiene que implicarse. Tiene que renunciar a estar del lado que están el PP y el PSOE. Está claro pero es importante señalarlo. Los que somos dirigentes de IU tenemos la responsabilidad histórica de adaptar nuestra organización para que IU sea actor principal.
– Hay muchas voces que señalan que la única posibilidad de que IU no vea la revolución pasar es apostar por usted como candidato a la presidencia del Gobierno. ¿Está dispuesto a presentarse a las primarias de su partido?
Hay cierta tradición personalista que yo no comparto. Evidentemente, los diferentes dirigentes tienen sus habilidades profesionales, personales, de carisma, y una determinada concepción del mundo. Lo importante es el proyecto político. Alberto Garzón no es nadie sin IU. Y por lo tanto si la organización de IU no quiere, Alberto no puede. En este sentido, si la organización va hacia una dirección tiene que querer la organización. Y somos muchos los que tenemos que convencer a nuestra organización y a nosotros mismos de que tenemos que caminar hacia el horizonte. A nivel personal estoy dispuesto a asumir todo tipo de responsabilidades porque es la base de la política. Si la gente de mi organización va pidiendo que yo tenga más responsabilidad política yo la asumo. No obstante, el diagnóstico de que sólo es posible con equis persona no es cierto.
– Usted me dice que Alberto Garzón no es nadie sin IU pero tengo dudas de si no es al contrario. Es decir, que Izquierda Unida no es nadie ahora mismo sin la voz y el rostro de gente como Alberto Garzón o Tania Sánchez.
Hemos sufrido un proceso de mercantilización de la política. Estamos caminando a un sistema político presidencialista de facto en el que en vez de votar programas o candidaturas se están votando personas. Eso, que no es nuestro sistema político en el papel, conlleva una dependencia muy alta de liderazgos individuales. Y yo creo que no es la respuesta. Creo que la respuesta a este momento histórico es la del liderazgo colectivo. Por lo tanto, IU tiene que tener referentes que sean carismáticos y que estén apoyados por la gente de IU y de fuera. Ya no valen los dirigentes grises de un momento político que no existe. Hacen falta dirigentes que no se pongan de perfil, que cojan al coro por los cuernos. Pero no uno. Sino muchos. Un liderazgo colectivo. La dirección de IU tiene que ser un liderazgo colectivo y donde ninguno sea imprescindible. Una organización no puede ser un dirigente. Si hablamos de nueva política, no hay nada que sea más de vieja política que el liderazgo individual y casi cesarista.
– Quizá sea yo que estoy contaminado después de cubrir la Asamblea Ciudadana de Podemos y el debate entre un secretario general o una dirección colegiada, pero parece que sus palabras también son dardos hacia el liderazgo de Pablo Iglesias en Podemos.
No, no. Yo no hablo de Podemos. Lo que pasa es que son debates que tenemos desde hace mucho tiempo. Ya en la Antigua Grecia cuando un dirigente político destacaba, por miedo a que fuera un futuro tirano, inauguraban una categoría que era el ostracismo y permitían a la gente votar para expulsar a alguien que se había hecho demasiado famoso y mostraba una tendencia a ser un futuro tirano. Es un debate viejo y es normal que suceda cuando se compone una nueva formación. Podemos es una fuerza nueva y son ellos los que tienen que decidir. Yo no opino por respeto a sus mecanismos. A mi me preocupan los de mi partido. Creo que IU tiene que acometer un proceso de democratización interna mucho más radical.
– La percepción que tenemos desde fuera muchas veces es que al final la gente que está en IU dedica más tiempo a transformar su organización o en convencer a su organización de algo que a transformar el país, que es el objetivo último, en teoría, de un partido como IU.
Sí. Hay un riesgo ahí. Hay un riesgo de frustrar muchas energías y mucho tiempo. A veces pasa y hay que aceptarlo. Pero pasa en todas las organizaciones. No es una cuestión solamente de IU. Es un problema, pero también es verdad que la democracia conlleva tiempo. La dictadura es inmediata. La democracia conlleva un proceso de deliberación que se prolonga en el tiempo. Por lo tanto, hay en muchos casos un problema entre eficiencia y democracia. Cuando una organización pequeña se transforma en grande, como puede ser Podemos, van teniendo una serie de problemas de este tipo. En IU lo tenemos muy claro. IU tiene claro lo que quiere hacer y tiene claro que quiere transformar el país y las disputas internas tienen lugar porque hay disensión y debate pero ya no llegan a escisiones como pasó en otros tiempos. Sin ir más lejos nos pasó con Izquierda Anticapitalista.
– Hace unos meses tuvimos oportunidad de entrevistarle y nos dijo que no tenía ninguna duda de que IU y Podemos terminarían convergiendo. En aquel momento aún no se habían celebrado las elecciones europeas y la estrategia de Podemos y sus intenciones respecto a IU no eran tan evidentes. ¿Usted sigue teniendo la misma percepción de que terminarán convergiendo?
Parto de la hipótesis de la necesidad de converger entre la gente que sufre la crisis. No he visto mayor espacio de convergencia que parar un desahucio. Cuando uno acude a un desahucio, la gente que recibe los golpes y las multas, pero que consigue parar el desahucio, tiene carnés políticos muy diferentes o no los tiene. Todo lo que luchamos juntos en la calle con mucho éxito tenemos que lucharlo juntos en las instituciones. Esa es la necesidad. No se trata de ampliar el espacio de poder. Es que o nos unimos o nos transforman la sociedad con hospitales privados y viviendas en manos de fondos buitre.
Nosotros somos conscientes de ello y ofrecemos encontrarnos en un espacio político común con Podemos, Anova, Compromís… Lo hemos puesto encima de la mesa. Si Podemos decide acudir será una enorme satisfacción para la sociedad porque incrementa la potencialidad de este instrumento. Sería una buena noticia. Pero si decide no acudir a este espacio de encuentro tendrá que ser Podemos quien diga por qué se ha frustrado la oportunidad histórica y tendrá que explicar por qué han desperdiciado una oportunidad de hacer lo que hicieron las mareas. No sé lo que van a decidir. Probablemente ellos tampoco. Pero creo que sería una irresponsabilidad histórica no aprovechar las oportunidades
– Usted me dice que sería una irresponsabilidad histórica que Podemos no acudiera a ese punto de encuentro. El otro día un buen amigo, afín a Podemos, me decía que sería una irresponsabilidad histórica que Alberto Garzón no abandonara IU y se sumara a Podemos.
Esto me recuerda a mucha gente que se equivocaba cuando decía que la convergencia pasaba porque todo el mundo viniera a IU. Pero ahora estamos en un momento histórico diferente y no procede decir vengan todos a mi lugar. Además, yo soy leal a mi organización y creo, profundamente, que IU es un instrumento más útil que Podemos en estos momentos para el cambio. Tenemos una historia, pero sobre todo tenemos una militancia en todas partes del Estado. Organizada, estructurada, que ha gestionado ayuntamientos, que conoce el sistema político… Todo eso es parte de la solución. No digo que IU tenga que ser el eje vertebrador. Digo que es parte de la solución. La propuesta es dejar de luchar en trincheras diferentes cuando la guerra es la misma. Eso significa responsabilidad histórica y altura de miras. No un vengan todos donde yo estoy, sino ponernos de acuerdo para desde nuestras trincheras disparar al mismo enemigo.
– ¿El militante de IU puede estar tranquilo de que su estrella no se va a ir a otro equipo?
No me consideraría una estrella, pero está claro que yo de IU no me muevo. Eso está fuera de dudas. Es decir, yo soy fiel a mis principios, a mis ideas y creo que el instrumento útil es IU. A mi me interesa que deje de haber pobreza, miseria, desempleo, desigualdad… y me da igual el nombre de la revolución. Eso es una enseñanza leninista. No fue la hoz y el martillo lo que abrió los campos rusos sino la consigna de paz, tierra y libertad. Por eso, yo creo que la solución no pasa por el mercado de fichajes sino por encontrarnos todos. Tarde o temprano, gente que opina lo que opina Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Luis Alegre, Carolina Bescansa… como opina lo mismo en última instancia que IU sería una irresponsabilidad histórica que no nos encontráramos. No sé cuando. Si antes o después de las municipales, si antes o después de las generales, no lo sé.
– ¿Le sorprende el fuego amigo?
Que va. Eso es una costumbre ya no en la izquierda sino en la política. Sin embargo, hay que aprender a gestionarlo. Al final hay muchas motivaciones diferentes dentro de la militancia política.
– Estas semanas hemos vivido un nuevo terremoto con las tarjetas black que ha vuelto a afectar a Izquierda Unida. Y antes de que me lo diga usted se lo digo yo. Ya sabemos que los corruptos han sido expulsados de IU, ya sabemos que IU es acusación particular y que Enrique Santiago, abogado de IU, está realizando un trabajo excelente. También sabemos que han puesto en marcha una comisión de investigación, etc. Sin embargo, en este caso el nombre de IU vuelve a estar ligado a PP, PSOE y corrupción, que es el cóctel de la marca España, y fortalece el argumento de que IU es más parte del problema que de la solución.
Efectivamente existe ese planteamiento, pero no estoy de acuerdo con él. Lo que ha ocurrido es que personas de IU han participado en un proceso de corrupción del PP y otras formaciones. Eso es muy grave porque la principal afectada es la sociedad y la segunda afectada es IU. Este fenómeno ha nublado el trabajo honesto de miles de militantes de IU. Nosotros tenemos militantes que han tenido que, como ha ocurrido en Mallorca, ir con guardaespaldas por denunciar la corrupción del PP. Hemos tenido mucho sufrimiento en mi provincia, en Málaga, cuando hemos denunciado desde el principio a Jesús Gil. Hemos sufrido amenazas de muerte, persecuciones, etc. Todo tipo de violencia física. Y todo eso se ha nublado porque alguien de IU ha hecho lo mismo: la corrupción. Es muy grave. Muy grave.
Por eso tenemos que ser muy contundentes. Eso implica no sólo la expulsión, que ya se hizo, sino pasar a una segunda fase: exigir responsabilidades políticas de aquellos que fueron responsables de hacer subir a esta gente a esa lugar para que metieran la mano. Si yo soy responsable por acción u omisión de algún fenómeno político desagradable tengo que dimitir. Yo lo haría. Willy Meyer lo hizo. Estas personas, que son responsables de poner a Moral Santín y de participar en el juego de las cajas con el PP hasta niveles todavía desconocidos, tienen que caer. Tienen que caer. Son responsables de hacer caer la imagen de IU en todo el Estado y de dar razones a aquellos que dicen que somos parte del problema.
– La semana pasada entrevisté para este periódico a Tania Sánchez y también hablamos de este tema. Ella pedía que esta gente que describe ahora diera un paso atrás por el bien de la organización. Sin embargo, cuando le pedí nombres contestó que prefiere no darlos. ¿Usted se atreve?
No conozco la organización madrileña y no llevo ni dos años en los cargos orgánicos de IU. No conozco la organización de Madrid ni la historia de los responsables de todo esto. Tengo intuiciones y me han comentado cosas pero no puedo ser yo quien acuse a nadie porque no tengo la información suficiente. Sí sé que hay responsables porque cuando ocurre algo así sólo se puede hacer con el silencio cómplice. Se trata de averiguar quiénes son. Tenemos que abrir una comisión de investigación federal que diga este y este son responsables y hay que pedirles su dimisión. Tiene que caer gente.
– ¿No teme que los militantes de IU puedan decir que están hartos de su organización y que se marchan con otro, ya sea Podemos u otro partido?
Hay un riesgo muy importante. O somos inteligentes y hábiles o seremos como el Partido Comunista de Italia, que vivió un proceso de frustración generalizada. La gente no se va a otro partido. Se va a su casa. Frustrada. IU no es sus dirigentes. Son, sobre todo, sus militantes que trabajan por su pueblo, se pelean para evitar corruptelas contra planes urbanísticos y que de repente ven que en Madrid se ha pactado con Blesa y se han gastado 500.000 euros en una tarjeta. Eso frustra y tenemos que responder con contundencia, claridad y honestidad o la gente se va a su casa.
– Para terminar quiero que se imagine como el cirujano de hierro del que hablaban tras la crisis de 1898 en España. Si pudiera elevarse unos metros sobre el suelo y sacar el bisturí, ¿qué cambiaría de IU para que se parezca a la que usted desea?
Es muy importante siempre hacer autocrítica. La primera autocrítica es: si sabemos lo que queremos, ¿por qué no lo hemos hecho hasta ahora? ¿Qué ha fallado? Hay que sacar muchos hilos. Primero uno de institucionalización, de haber interiorizado parcialmente que estábamos ante el fin de la historia y que ya no había ideologías y que ya sólo nos quedaba gestionar el capitalismo. Eso ha sido un virus que nos ha afectado y que estamos superando de una forma muy veloz. Esa institucionalización ha llevado a formar un partido político que ha renunciado a su origen. IU es un partido político y un movimiento social. Por lo tanto, IU tiene el deber de parecerse más a un movimiento social que a un partido.
– ¿Se aburguesó IU?
Se aburguesó la sociedad. Hace cuatro años el 80% de la gente votaba al bipartidismo y a IU lo votaba un 3%. No es un aburguesamiento sólo de IU sino también de la sociedad. Era un espejismo económico que nos decía que vivíamos en el mejor de los mundos y eso afectaba a IU. Hay que liberarse de esa losa de la que se está liberando también la sociedad. Aquí hay ideologías en disputa y los partidos son organizaciones de ideologías en disputa. Tenemos que penetrar en los barrios. Hay un 46% de gente que no vota. Si el fenómeno social que explica Podemos es importante, el fenómeno social en general es mayor. El día que vote la gente que no vota el panorama cambiará radicalmente. La gente que no vota no es del PP. Es gente que está cabreada, que cree que el sistema político no funciona.
IU tiene que abandonar la institucionalización. Tiene que ser menos maquinaria electoral y más maquinaría social. Es difícil. El tiempo histórico de nuestra organización es más lento que el de la sociedad. La sociedad está siendo en muchos casos más revolucionaria que una parte de IU, pero desde hace un tiempo estamos cogiendo la velocidad y el ritmo de la calle.