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Alejandro ¡el electo!

Fuentes: Rebelión

INTRODUCCIÓN Para quienes palpamos desde afuera un ambiente preelectoral en la ciudad de Ocaña- porque lo vivimos en lustros anteriores- incurriríamos en error si lo enfocamos en la sociedad patriarcal de antaño y no la ubicamos en la lucidez de los tiempos modernos…Pero se me dirá: «que tiempos modernos, si son los mismos con las […]

INTRODUCCIÓN

Para quienes palpamos desde afuera un ambiente preelectoral en la ciudad de Ocaña- porque lo vivimos en lustros anteriores- incurriríamos en error si lo enfocamos en la sociedad patriarcal de antaño y no la ubicamos en la lucidez de los tiempos modernos…Pero se me dirá: «que tiempos modernos, si son los mismos con las mismas…». La misma verborrea de los de turno, cual incontenible deposición mental, junto a la práctica de algunos «políticos» y actitudes de las comunidades de asimilación a lo hablado y hablado por años y siglos, como si nada se hubiera inventado. Mas no es así. El panorama político nacional y por ende local, ajusta al drama que implica el predominio de un modelo económico salvaje, hacia lo agotado y en la búsqueda de la participación directa popular. Evidencia lo expuesto, en lo masivo comunicacional del elector local y de barrio en evidente desencanto: el entronizar de la desconfianza; la indignación de las gentes hacia los «políticos» y lo representativo; con la natural preocupación y negatividad que ello acarrea. Con ello no está en peligro la democracia de orangután con saco levita a la colombiana. El peligro radica en la conservación de esa democracia. El peligro no es la salida, sino la perpetuidad de la «lealtad» y la aceptación en sumisión a un estado de cosas indignante.

La Misión de Observación Electoral (MOE) lanza un S.O.S, ante la posibilidad creciente de fraude hoy, en 487 municipios y la inscripción de más de 800.000 cedulas inscritas de manera irregular, que el Ministerio del Interior, anuló. Siempre queda lo ilegítimo, en las más de 18 modalidades revisadas de posibilidad de fraude electoral en Colombia. Continúa siendo el azote para la participación de la izquierda en la política, o escenario público en Colombia, el latente paramilitarismo, aún no erradicado, ni suprimido de la faz del territorio nacional.

Asumamos que la expresión de la Directora del MOE, Alejandra Barrios: «Aquí reemplazamos la política armada por la política corrupta. Eso es lo que se está comiendo las elecciones»; aluda al logro armonizador de lo convenido (aunque «nada está acordado, hasta que todo esté acordado») en La Mesa de La Habana y el tranquilizador mensaje de acercamientos concretos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), para prever razonable desarrollo de la jornada electoral en cuanto a la Provincia de Ocaña implica.

Asistimos en momentos en que en el sempiterno ciclo, las elecciones en Colombia están en jaque; sitiada por la corrupción, la convocatoria a la ciudadanía para elegir y cuestionadas en prevención, tanto por observadores nacionales como internacionales. Indignante, por ejemplo, el monto en cientos de miles de millones de pesos para lograr la aspiración de la alcaldía de Cúcuta, cual vil y lucrativo negocio y para citar solo un caso. No obstante, nos aprestamos al desarrollo de comicios electorales, el próximo 25 de octubre de 2015, en las que colombianos y colombinas elegirán los cargos de 32 gobernadores departamentales, diputados a las asambleas de esos departamentos; así como alcaldes municipales y representantes de las Juntas Administradoras Locales.

Hoy los Objetivos del Desarrollo Sustentable (ODS) expresados en la Encíclica del Papa Francisco I, coinciden en que «El futuro de la humanidad y de nuestro planeta está en nuestras manos». Lo cito porque no es retórica, como sí un imperativo categórico de elección. También, porque es plataforma de emulación a un momento histórico que vive nuestro país, ante la inminencia de la terminación del conflicto armado interno en Colombia. Para ello ya se está preparado. Corresponde es echar a andar sobre rieles los andamios de estructuras profundamente diferentes y radicales, de situaciones y prácticas perversas, que centradas en la corrupción, adversan también en el desconocimiento al respeto de bienes de la cosa pública. No puedo afirmar sea una coyuntura política representada en la oportunidad de expresión libre en el desarrollo del próximo evento electoral. Pero pese a todo, hay que votar.

EL POR QUÉ ALEJANDRO GUTIEREZ DE PIÑERES Y GRIMALDI, SE LANZA A LA ASPIRACIÓN DE UN ESCAÑO EN EL CONCEJO MUNICIPAL DE OCAÑA

Esa no es pregunta para el postulante y si respuesta para el elector. En esta especie de Fuente Ovejuna por la que transitamos, «todos a una» debiéramos opinar sobre tan particular suceso.

Del bosquejo sintético del aspirante, lanzado por motivación personal y con el apoyo técnico legal electoral de gente buena, que le respalda; sabemos que al abogado Alejandro le motiva «la problemática del agua, el ordenamiento urbano y rural, las vías, la movilidad, la seguridad, la memoria histórica y cultural, el desempleo, invasión del espacio público y otros factores que han lesionado gravemente el tejido social», predominantes en la ciudad de Ocaña, como se desprende del comunicado de la Fundación CARO.

De él sabemos que es ocañero. Hijo de un abogado Republicano liberal, el Dr. Valentín Piñeres Andrade; quien en acto de decolonización se quitó el «De» de los blasones españoles «porque eso era muy largo»; sin que ello signifique que en modo alguno sea reaccionaria la decisión de su hijo ELECTO de cambiar su nombre por Alejandro y retomar el apellido biológico originario. Obedece a un acto autónomo de voluntad y ejercicio del libre desarrollo de la personalidad, como lo son la escogencia de nombre y/o de sexo; así como la libre disposición del cuerpo, por las mujeres. Que estudió en el Colegio Caro. Abogado y Teólogo de la Universidad del Valle. Desempeñó como asesor jurídico en entidades públicas. Sin un llamado de atención, ni queja disciplinaria, ni mucho menos penal, para un profesional de desempeño ético, tal como debe ser. No es político tradicional; tampoco un líder; ni mucho menos militar. Es, en el sentido pleno de la palabra, un ciudadano; un cívico; es decir, civilista!

Jamás desvinculado del imaginario ocañero; explayó conocimiento y comunicación de lo autóctono en lo folclórico musical. Tan umbilicalmente unido al terruño ocañero, que ya jubilado, decide retornar a la querida patria chica «a pasar mis próximos sesenta años». Pero lo atípico de su situación es que sorprenda a toda una comunidad anunciando que aspira a ocupar un escaño en el Concejo Municipal de Ocaña; luego de la larga noche neoliberal uribeña; en momentos en que en tan querido terruño no fluye una fuente estable de búsqueda de paz y prima la manipulación del voto; los corruptos andan con mercenarios que les cubren la espalda; no predomina una renovación general dentro de los gremios locales y de reorientación de las organizaciones sociales y que conforme lo diagnostica Foucault. «el poder no se sabe quién lo tiene, pero sí quien no lo tiene». Esto habilita a quienes intentamos descifrar analíticamente el panorama político nacional, para resaltar la dinámica electoral que se vive.

En ensayo de mi autoría «Acercamiento A Una Teoría De Lo Generacional en Colombia», desarrollo el ciclo generacional de 15 en 15 años. Explico que el cambio generacional es independiente del desarrollo social. Etariamente explico el comportamiento de cada etapa en el individuo. Cuando llego a la edad del Dr. Alejandro, 65 años, digo: «5. De los sesenta a los setenta y cinco años. La dialéctica, como arte de razonar metódica y justamente, es inagotable abordado el desarrollo del materialismo histórico. En esta etapa generacional aflora la imagen de lo cesante. De quien comienza a disfrutar de la plusvalía o lo producido. Pero cesar, no es terminar. Puede significar suspender la capacidad de transformación de lo material o de la actividad del producido físico. Pero la dialéctica del pensamiento, no cesa. En modo alguno es el sino o la condena de la inactividad. Aquí aplica en todo sentido sonoro la voz de la experiencia. Es la etapa generacional del sabio. De quien ha adquirido palpablemente sabiduría, ilustración, conocimiento, por el paso de los años. Es la llegada a la tercera edad o edad dorada. A la edad de los abuelos. En esta etapa se ilustra el árbol de la genealogía. Es la edad del consejero, del árbitro. No digamos la del magistrado, del juez, que aplica a lo de gobernante. En esta etapa se resuelve a lo de hoy. No es la de los de la edad del mañana. No es la etapa generacional de los de a futuro. Es la etapa generacional de los del presente. Aquí no aplica el mañana pues puede resultar tarde o fallido. Aplica el hoy, el presente».

Por esto afirmo que la respuesta sea del electorado, ante esta misión y mensaje que envía el Dr. Alejandro con su postulación. Visualiza el llevar auténticos voceros populares a los escenarios de gobierno locales. Hacia una renovación de agentes políticos, en la aplicación de un primer nivel. Es una actitud en pro de retomar la decencia en la política local ocañera. Dignifica la representatividad de la sociedad ocañera. Su aspiración no afecta a la izquierda, que es ínsita en la disciplina política de sus electores y en sus cuadros políticos. Que además cuenta con proyectada aspiración a la Gobernación con la abogada al servicio de los trabajadores Dra. JUDITH MALDONADO MUJICA, denodada activista al servicio de las Víctimas del conflicto armado interno en Colombia; con activa estructura proselitista en 33 Asociaciones y presencia en 28 municipios del Departamento, incluida Ocaña. Por el contrario, la candidatura del Dr. Alejandro afecta es a la extrema derecha guerrerista y confesionaria en Ocaña; como quiera que refleja la capitalización del voto consiente generacional y de los y las progresistas y social demócratas de la ciudad. Expresiones vacuas como que los paisas o los antioqueños se han tomado a Ocaña, no tienen sentido. Ocaña es autárquica y poli productiva, en la que todos cabemos. Entrelazando lo causal, todo radica en la corrupción, degenera miento y extinción de una clase politiquera local ocañera, que ha sido desplazada y por ende inferior a los retos políticos del momento.

Yo si me tomo un bola ë gancho por el triunfo de Alejandro: ¡El Electo!

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