Los Gobiernos desbocados que van perdiendo el favor y la credibilidad social tienden a manejar la represión y el miedo como forma de disuadir a la masa para que no se sume a una movilización que, cada día que pasa, se extiende en el tiempo y se amplía en la composición de los grupos sociales […]
Los Gobiernos desbocados que van perdiendo el favor y la credibilidad social tienden a manejar la represión y el miedo como forma de disuadir a la masa para que no se sume a una movilización que, cada día que pasa, se extiende en el tiempo y se amplía en la composición de los grupos sociales que la sustentan.
Dentro de esa estrategia, y como una parte más del paquete que incluye la desinformación del aparato mediático privado o de servicio gubernamental, está la criminalización que se quiere extender a toda la protesta, pretendiendo hacer creer que la mayoría de los que se mueven son malvados.
Como un patrón que se repite en el tiempo y en las diferentes modalidades de propaganda política o de guerra, vemos como se eligen cabezas de turco que lanzadas a la arena mediática son capaces de concitar una amplia reprobación por parte de la mayoría de la población, acostumbrada a consumir maniqueismo fácil y barato.
En mi juventud, la organización Jarrai cumplía esos requisitos y personificaba la esencia del mal puro. Eran una especie de comodín que se utilizaba en cualquier lugar del país para justificar toda explosión de violencia en la calle.
Con un despliegue territorial táctico que admiraría hasta la misma OTAN, Jarrai aparecía liándola en cualquier lado. Si había disturbios en Extremadura por la prohibición del botellón: se habian detectado «jarraitxus». Si se preveía que pudiera haber enfrentamientos en alguna movilización estudiantil en, por ejemplo, Cáceres: no podía faltar la información policial que vinculaba determinado sindicato estudiantil con los «villanos» del norte.
Aunque era evidente la falsificación de la realidad e incluso un indisimulado ejercicio de prepotencia por intentar colar tamañas estupideces, lo peor es que no solo «colaba» sino que los grandes medios que presumían de rigor y seriedad amplificaban el bulo y con ello, al más puro estilo goebbeliano, lo convertían en una verdad incuestionable. Aquí y ahora le ha tocado el turno a los Bukaneros, hinchada del equipo de fútbol Rayo Vallecano conocidos por su adscripción a la izquierda y donde confluyen marxistas, libertarios, autónomos… unidos por su afición al fútbol y por sus famosas pancartas que introducen el anti-racismo, la lucha social, la crítica a políticos o empresarios en este espectáculo de masas.
La operación se ha desarrollado contra Alfon, simpatizante del grupo y activista de izquierdas que permanece encarcelado desde la pasada Huelga General europea del 14 de Noviembre, único detenido que se mantiene en prisión en toda Europa, y al que para más escarmiento se le ha aplicado el régimen especial FIES (Ficheros Internos de Especial Seguimiento) denunciado repetidas veces por su dureza que, en algunos casos de reclusión agravada, raya el maltrato psicológico y físico.
Como señalaba su madre en una reciente entrevista, toda la detención y posterior puesta a disposición judicial están rodeadas de oscuras circunstancias con pruebas cogidas por los pelos y con el mismo patrón intoxicador señalado antes.
Nada nuevo bajo el sol de la Delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, la «gestapilla» de Madrid, que después del éxito de la jornada de huelga, rubricada por una masiva manifestación de cientos de miles de personas que recordaba a las celebradas contra la guerra de Irak, necesitaba no solo mentir sobre el número de asistentes, según ella 15.000, sino aprovechar los enfrentamientos sucedidos al final de la misma para lanzar un mensaje hacia la población y sobre todo hacia el espectro sociológico de sus votantes: la izquierda huelguista es violenta y está compuesta por activistas violentos y hooligans antisistema.
A pesar del silencio de la mayoría de los medios e incluso de los grandes sindicatos convocantes de la Huelga, no debemos asistir pasivos ante la persecución de un compañero al que quieren aplicar un castigo ejemplar y disuasorio.
Acudamos a los actos de apoyo, que sepa que no está solo, mañana podemos ser cualquiera.
Fuente: http://hablandorepublica.blogspot.com.es/2012/12/alfonlibertad.html