Prometer hasta meter, y una vez metido, nada de lo prometido. Muy bien podría ser éste el eslogan del candidato a la presidencia del Gobierno por el Partido «Socialista», Alfredo Pérez Rubalcaba. Atendiendo al número de promesas que lleva hechas, se diría que Alfredo es un candidato muy «prometedor». Lo curioso del caso es que […]
Prometer hasta meter, y una vez metido, nada de lo prometido. Muy bien podría ser éste el eslogan del candidato a la presidencia del Gobierno por el Partido «Socialista», Alfredo Pérez Rubalcaba. Atendiendo al número de promesas que lleva hechas, se diría que Alfredo es un candidato muy «prometedor».
Lo curioso del caso es que Alfredo no falta a su promesa después de hacerla, sino que falta a ella antes incluso de formularla. Desde que ha sido elegido candidato a la presidencia, Rubalcaba se ha devanado los sesos buscando qué cosa prometer a los votantes. Cosas que, tal vez, podía haber puesto en marcha mientras ha tenido algo que decir como vicepresidente del Gobierno. Además las propuestas de Rubalcaba están en clara discordancia con la política con que su Gobierno ‘socialista’ nos viene maltratando a los ciudadanos desde hace tanto tiempo que sus votantes no recuerdan ya la primera vez que les produjo convulsiones y vómitos.
Yo no creo que alguien que ha podido hacer tantas cosas por los ciudadanos y que ha hecho justo lo contrario, deba tener ni el más mínimo crédito cuando asegura que hará mil y una cosa por la ciudadanía. Pero no me crea a mí, piense por usted mismo.
Decida si debe confiar en alguien solo porque le toca la fibra sensible con su discurso. ¿Ha pensado cuántos órganos vitales le habrá destruido antes de alcanzarle la fibra?
Decida si debe confiar en el discurso del candidato Alfredo. Haga la prueba, cuando Alfredo diga «haremos» , sustitúyalo por «podíamos haber hecho…» , si no le cambia el sentido a la frase y hasta le suena más real, desconfíe.
Cuando Alfredo diga «nos preocupa lo que digan los jóvenes» , pruebe a sustituirlo por «hasta ahora no nos preocupaba lo que decían los jóvenes, pero ahora no nos queda más remedio» , si le parece que esta frase encaja mejor con el personaje, no lo dude, desconfíe.
Cuando este «socialista» dice que le preocupa el paro, piense por un momento si tal preocupación no será por su propio paro, por encontrarse desempleado tras las próximas elecciones. Si hasta ahora no le ha preocupado más que el bienestar de las empresas y de las entidades financieras causantes de la crisis, ¿que le hace pensar, amigo votante, que desde ahora a este candidato le preocupará ayudarle a usted en nada?
Cuando este «socialista» aparenta revolverse contra los bancos, piense si no lo hace más que nada de cara a la galería y por generar en usted una falsa sensación de seguridad y defensa. Valore quien de entre usted y su banco ha salido más favorecido de las políticas representadas por el candidato Rubalcaba. Salvo que sea usted un banco, tiene motivos suficientes para desconfiar.
Por último, abra el buzón y si encuentra entre su correspondencia una carta de Rubalcaba que vaya encabezada así: «es TIMADO votante:…»; muy probablemente se encuentre usted ante un intento de engaño. Usted piénselo si quiere, pero yo desconfiaría.
La batalla por el voto ha dado comienzo y, como siempre, los ciudadanos estamos en medio del campo de tiro. A un lado las propuestas de los ‘socialistas’, al mismo lado las propuestas (cuando las hagan) de la extrema derecha anticiudadana del PP y al otro lado la pared. Dicho así parece que ambos partidos conformaran un batallón de fusilamiento y los ciudadanos fuéramos los condenados, y no debería ser así, pero por si acaso, formulen un último deseo antes de las próximas elecciones: tal vez deseen mandar a la mierda a ambos partidos . Yo ya lo he hecho y les prometo que resulta no solo liberador, sino que también resulta, en cierta medida, esperanzador.
Puede que solo sean impresiones mías , pero creo que la democracia ganaría mucho si estuviera tipificado como delito con penas de cárcel el incumplimiento de una promesa electoral . Tal vez ello derivaría en que nuestros políticos serían muy poco prometedores, por lo que no notaríamos la diferencia con la situación actual.
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