Más de un mes después de iniciadas las movilizaciones contra la privatización sanitaria en Madrid conviene hacer algunas reflexiones sobre el significado del conflicto, sus resultados y sus posibles salidas. 1. Un conflicto de una amplitud inesperada El conflicto sanitario está teniendo una repercusión muy por encima de las mas optimistas esperanzas de quienes lo […]
Más de un mes después de iniciadas las movilizaciones contra la privatización sanitaria en Madrid conviene hacer algunas reflexiones sobre el significado del conflicto, sus resultados y sus posibles salidas.
1. Un conflicto de una amplitud inesperada
El conflicto sanitario está teniendo una repercusión muy por encima de las mas optimistas esperanzas de quienes lo iniciaron. A una huelga sanitaria de amplitud variable se ha unido una movilización de los profesionales sanitarios expresada en acciones de muy variada intensidad (encierros, manifestaciones, concentraciones, vigilias, etc.) y un apoyo muy sustancial de la ciudadanía sin el cual el conflicto no habría podido mantenerse tanto tiempo en cantidad y en calidad. Lo mas importante es que se ha ganado la hegemonía ante la opinión pública y que hoy prácticamente nadie se atreve a discutir, salvo algún que otro escritor a sueldo, los efectos negativos de las propuestas privatizadoras del gobierno del PP madrileño.
2. Una privatización de largo recorrido
La privatización sanitaria no ha comenzado ahora en Madrid, sino que es una política que viene avanzando desde que el gobierno de la Comunidad asumió las transferencias sanitarias, mediante una multitud de formulas diversas (planes para las listas de espera quirúrgicas, hospitales PFI, concesiones administrativas, etc.) ¿Qué ha cambiado? Básicamente 3 cuestiones: un proceso que se había llevado de manera paulatina con pasos pequeños, sufre un acelerón y se plantea un órdago que cambia sustancialmente la situación; la segunda es que afecta por primera vez de manera directa al personal sanitario de los centros, que va a sufrir despidos y recortes de plantilla muy importantes, e incluso como en el caso de La Princesa, va a ver cercenado de manera definitiva su futuro desarrollo profesional; y por fin porque ataca a la Atención Primaria hasta ahora dejada de lado en los planes privatizadores del PP madrileño. Por supuesto a ello hay que unir los recortes económicos, los recortes de plantillas, los recortes presupuestarios, etc. El Plan de Lasquetty ha sido la gota que colmaba un vaso ya de por si a punto de rebosar.
3. La necesidad de unas movilizaciones sostenibles
Mantener una movilización durante tanto tiempo es muy complicado, aunque es obvio que los planteamientos de la huelga indefinida son los que realmente se hacen más difíciles de seguir de un modo generalizado. Hay que ser conscientes de que existen grupos muy numerosos con importantes problemas económicos que no pueden asumir los descuentos, y otros que al no tener mínimos se encuentran en una situación crítica (MIR, pediatras de AP, etc.), por ello es preciso tener una actitud flexible e inclusiva que permita a todo el mundo seguir el conflicto en la medida de su compromiso y/o posibilidades. Habrá personas que solo participarán en los encierros, concentraciones o manifestaciones, e incluso solo en acciones ocasionales, quienes harán las huelgas con calendario planteadas por la mesa sectorial, y quienes estén dispuestas a seguir la huelga indefinida; hay que generar un marco de comprensión que permita a cada uno colaborar de acuerdo con sus posibilidades y disponibilidad, evitando enfrentamientos que solo pueden dividir. Por otro lado hay que ser conscientes de que la prolongación del conflicto puede deteriorar el apoyo popular que hasta ahora tiene. Quedan todavía casi 20 días antes de la aprobación de la ley de acompañamiento y hay que ser capaces de mantener la movilización hasta el final, estamos ante una carrera de fondo y hay que asegurarse de que llegaremos a la meta con una capacidad significativa de intervención.
4. La ciudadanía es la propietaria de la Sanidad Pública
La Sanidad Pública, conviene recordarlo, es propiedad del conjunto de la ciudadanía, no de los profesionales sanitarios, ni de los médicos, ni de los políticos de turno. Pertenece al conjunto de la población que es quien la ha hecho posible y la mantiene con sus impuestos. Los profesionales de la salud deben de ser consultados para encontrar soluciones ante los problemas, y también el conjunto de la población y de las entidades sociales que la representan. La población madrileña con su masiva y generosa participación en el conflicto parece haberlo entendido, su posición debe de ser tenida en cuenta a la hora de buscar soluciones y alternativas. Por supuesto los profesionales de la salud deben tener un papel de asesoramiento técnico de los proyectos y propuestas que se hagan sobre el sistema sanitario, y tampoco conviene olvidar que la Comunidad de Madrid ha eliminado todos los organismos de participación social y profesional existentes. Desde la ADSPM venimos reclamando hace años que deben ser, los profesionales de la salud, los ciudadanos y los responsables de la Administración Sanitaria, los encargados de gestionar conjuntamente el sistema sanitario público y que es esta conjunción de planteamientos la única capaz de garantizar el carácter de servicio público de calidad que debe tener el Sistema Nacional de Salud.
La difícil unidad de acción
El conflicto se ha desarrollado con una multiplicidad de agentes que han ido tomando iniciativas de índole diverso, y a veces contradictorias. Hasta ahora las cosas han ido funcionando de una manera más o menos razonable, porque este espíritu guerrillero ha sabido encontrar huecos de colaboración en la práctica. No es fácil conseguir que no se produzcan choques de protagonismo, pero es fundamental hacerlo para que no se fracturen las movilizaciones, lo ideal sería que todos los agentes presentes en el conflicto consiguieran articular una plataforma unitaria, que no puede marginar a nadie pero, por lo que se ve, va a ser complicado el lograrlo, porque hay demasiados intereses en juego.
En resumen, estamos ante un conflicto inesperado de amplia repercusión que ha logrado una gran movilización social y profesional contra la privatización. Para mantenerlo hay que hacer que la movilización sea sostenible en el tiempo, y conviene plantearse lo que sucederá a partir de enero porque, suceda lo que suceda, no va a acabar aquí la estrategia privatizadora del PP sino que muy probablemente se mantendrá en el medio y largo plazo. Creemos que es importante continuar con las movilizaciones de profesionales y ciudadanos contra esta política suicida de privatización y desmantelamiento de la Sanidad Pública, y que eso solo podrá lograrse con la actuación unitaria y coordinada de todos los sectores y organizaciones presentes en el conflicto.
Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid (ADSPM)