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Algunos apuntes sobre China y el socialismo (y III)

Fuentes: Rebelión

A partir de la crisis financiera del 2008 que afectó al planeta, disminuyeron las altísimas tasas de crecimiento del PIB de China. Esto se ha acentuado en los últimos años. Como a todos, la pandemia del corona virus y la recesión económica mundial dañarán a la economía china. El país sigue siendo muy dependiente de los recursos y mercados extranjeros. En el 2020, el crecimiento económico se reducirá aún más, pero el incremento de su PIB seguirá siendo mayor que el de las potencias occidentales. Aunque ha aumentado la deuda del gobierno central, esta es baja comparada con la de otros países desarrollados. Por otra parte, China aunque es un deudor, también es un gran acreedor y el mundo le debe mucho más de lo que debe. Es una incógnita como China actuará para con las naciones subdesarrolladas que le son deudoras y los impagos debidos a la crisis generada por la pandemia. Además, posee grandes reservas en dólares, bonos del tesoro de EE.UU., euros y oro. China sufre de una excesiva y multimillonaria inversión en infraestructuras, muchas de ellas ejecutadas por las autoridades territoriales. El envejecimiento de la población es otro problema, para el 2050 la fuerza laboral se reducirá en un 20%.

Asimismo afectan severamente a la economía China, las guerras comerciales y sanciones del gobierno de los EE.UU. señaladas antes. China estudia detenidamente cómo responder a cada una de estas sanciones. Por ejemplo, ante el ataque de EE.UU. contra Huawei, China podría a su vez, afectar gravemente a las corporaciones digitales estadounidenses radicadas en el país. Ya desde antes de la Covi19, debido a la política anti china del gobierno de Trump y por el aumento de los salarios de los obreros chinos, algunas corporaciones occidentales habían comenzado a trasladar sus inversiones de este país para Viet Nam y otros países de Asia. Especialistas en el tema aseguran que la mayoría de las transnacionales occidentales que solo buscan ganancias, no se marcharan de China y hasta seguirán invirtiendo en el país por el colosal mercado que esta ofrece. Y porque sus trabajadores no aceptarían los mismos salarios por los mismos trabajos que realizan los chinos (es 7 veces superior) y a la alta capacitación alcanzada por su fuerza de trabajo. Expresión de este gigantesco empeño educativo es la preparación de cien millones de estudiantes universitarios chinos.

Las autoridades chinas lideradas por Xi Jinping advirtiendo los cambios que habrán de ocurrir en la globalización y en las extensas cadenas de producción y comercio, a las que ha estado estrechamente vinculada, han ratificado su política de no seguir dependiendo de los clientes occidentales y de elevar el consumo interno de su enorme población, insistiendo en convertir a su población rural en consumidores, mantener la producción tradicional de baja gama y acelerar la producción de mercancías de alto valor agregado, el desarrollo de las ciencias y las tecnologías. Como parte de su política a largo plazo pese a las aumentadas presiones y campañas de EE.UU., por impedirlo, China rememorando los antiguos intercambios con las culturas de occidente, se esfuerza por crear la nueva Ruta de la Seda (terrestre y marítima) que beneficiaría a muchos países y consolidaría su preeminencia económica mundial. Aquí también se manifiesta su política de paz y cooperación y de ganar-ganar para con otros países.

El desarrollo de China en primer lugar y de Rusia e India abren paso al multilateralismo y se vaticina que en el futuro ocuparán junto a EE.UU. los roles más importantes en el escenario mundial. Pero EE.UU., aunque decadente, es aún muy poderoso y agresivo. Sus mecanismos de control geopolítico para sostener su hegemonía se basan en la impresión sin límites (y suicida por el endeudamiento) de dólares por la Reserva Federal, que aunque como moneda no cuente con sustento real, sigue siendo la divisa de reserva mundial apoyada en el comercio del petróleo; en el endeudamiento de muchos países con las instituciones financieras controladas por ellos; en su poder militar basado en las 800 bases militares extendidas por todo el planeta; en el de sus agencias de inteligencia y en el absoluto predominio cultural mediático a nivel mundial (ahora extendido a internet y las redes sociales).

Ante la permanente hostilidad y las crecientes agresiones de EE.UU., China imbuida de un fuerte espíritu nacionalista, ha trabajado por acelerar el paso de ese mundo unipolar a uno multipolar y volver a ocupar el lugar que históricamente consideran les corresponde. El enfrentamiento ocurre entre la nación que creó la primera república democrática burguesa, y que se supone nacida con un “destino manifiesto” trascendental, y el reino del centro del mundo y del poder mundial que se considera heredera de una historia y una cultura impar. Analistas internacionales señalan que las contradicciones entre China y Estados Unidos no tienen ribetes ideológicos, están enmarcadas solo en términos económicos y por supuesto en los tecnológicos. Indican que la nación asiática elaboró una estrategia dirigida a trasformar la geopolítica mundial. Para ello era indispensable estrechar las relaciones con Rusia, crear los BRICS y a diferentes instituciones financieras independientes del FMI y el BM. Salvo las relaciones con Rusia que marchan bien, los demás proyectos no han prosperado. De manera paralela el impetuoso crecimiento económico de China le ha permitido ejecutar millonarias inversiones en todo el planeta, y realizar monumentales compras de materias primas lo que lo convirtió en el motor de la economía mundial. Es una opinión generalizada que China y Rusia, al enfrentar la hegemonía unipolar y abusiva de los EE.UU., han hecho más libres a los países y pueblos del III Mundo.

La pandemia demostró la debilidad, no de la humanidad y sí del sistema capitalista neoliberal con su enflaquecimiento del Estado, en particular de sus sistemas de sanidad pública. La sobre valoración de sus fuerzas y la actuación descuidada e irresponsable de las autoridades de EE.UU. y de varios países de Europa hizo que subestimaran a la enfermedad. El covid19 aceleró el arribo de la anunciada gran recesión económica. La humanidad ha visto amenazada su existencia por crisis capitalistas sistémicas cada vez peores, pero está a diferencia de las anteriores es más grave pues tiene un carácter estructural y se manifiesta en la economía y en la política, es humanitaria, alimentaria, demográfica, eco-climática y en el orden espiritual de carácter moral y ética.

Uno de los aspectos revelados fue que además de la dependencia de EE.UU. (y Occidente) de las mercancías a bajo precio de ‎la industria china, descubrieron que pese a ser líder en numerosas ciencias y con altas tecnologías de avanzada, no tenían la capacidad de producir los equipos e implementos necesarios para enfrentar al corona virus y que debieron comprarlos en China. Y hasta de robárselos a otros países.

Nunca antes EE.UU., ha estado tan debilitado y dividido socialmente, las calles han sido tomadas por el pueblo en contra del racismo y la desigualdad. Donald Trump ha actuado con una negligencia criminal ante la pandemia y esta apuró la crisis, su economía especulativa y fraudulenta hace aguas, y la laceran cada vez más la creciente y enorme deuda impagable y el dólar en franco retroceso. Mientras, la Unión Europea liderada por Alemania, sumida en un atolladero dividida cada vez más por el egoísmo y la falta de solidaridad con los países más vulnerables del Mediterráneo, no acaba de tener una política propia, independiente de los Estados Unidos. Pese a las histéricas campañas del gobierno de Trump, el prestigio y la autoridad de China han crecido por sus amplias relaciones comerciales y económicas con el III Mundo y hoy, al calor de los efectos del corona virus, por su control de la pandemia y sus acciones solidarias con numerosos países. La mayoría de los estudiosos han augurado el comienzo del Siglo de Asia y que esto dependerá de la China.

El PCCH y el Gobierno planean y trabajan con proyectos a largo plazo, uno de los más importantes es erradicar la pobreza extrema y desarrollar el interior del país que se halla más atrasado. Otro propósito es llegar a ser los primeros en el mundo en cuanto al nivel de desarrollo de las ciencias y las tecnologías. Han acogido a internet, y desarrollado el G5, el internet de las cosas, y las han puesto al servicio de la producción, del comercio electrónico y de la vida de la sociedad. Ahora en un planeta que se sumerge en una grave recesión, el futuro de China dependerá de la rapidez con que haga la recuperación económica de la industria, la generalización de la 5G y el desarrollo de la 4ta Revolución industrial que prioriza adelantar las innovaciones tecnológicas en 10 áreas específicas, entre ellas: la inteligencia artificial con la robótica y la automatización, la aeroespacial, la biofarmacéutica, las tele-comunicaciones.

Penderá de su capacidad de mantener la estabilidad social alcanzada; en el afrontar al grave fenómeno de la corrupción; desafiar con éxito la guerra económica, subversiva y diplomática de EE.UU., especialmente en lo relacionado con los intentos de secesión de Hong Kong (aquí requerirá de toda su inteligencia para controlar la situación); impedir la maniobra de EE.UU., que trata de establecer un cerco a su alrededor creando una asociación antichina con la participación de la OTAN y países como India, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur; en estrechar su alianza estratégica con Rusia y de carácter comercial y económica con Europa( principalmente con Alemania), de amistad y de relaciones comerciales y de inversiones con el III Mundo, de manera especial con África; así como en solucionar pacíficamente y con suma agudeza y flexibilidad sus litigios limítrofes con varios países, primordialmente con Viet Nam y con la India de Modi (un fanático hinduista nacionalista), evitando con esta última la confrontación militar.

El país está obligado a enfrentar la estrategia mediática-cultural elaborada por EE.UU. y sus aliados que incluye la promoción de la democracia participativa, el Estado de Derecho y los derechos humanos con la óptica occidental y el uso de la seductora bandera del “consumismo”. Esto sin contar, los cambios culturales e ideológicos que sufre internamente y son consustanciales de todo proceso de producción capitalista como son, la fijación de rasgos de individualismo, egoísmo y avaricia, característicos de este tipo de relaciones sociales basadas en la propiedad-mercado.


La China socialista ha utilizado el modelo de “Capitalismo de Estado”, como una eficaz herramienta para desarrollar económicamente al país, eliminar la miseria, elevar el nivel de vida, del pueblo y convertir a China en una superpotencia. En la aplicación de este modelo de “hacer volar el pájaro capitalista en la jaula”, siempre existe el peligro real de que la explotación capitalista aumente indeteniblemente y profundice gradualmente las desigualdades sociales y económicas ya existentes entre los nuevos beneficiados y los menos favorecidos; el aumento de la corrupción; la concentración de la riqueza privada y el surgimiento de una clase burguesa (hay en China numerosos millonarios y multimillonarios), que con el tiempo tras consolidar su poder económico pueda transformarse en una clase burguesa (para sí), con las lógicas consecuencias para el proyecto de edificar la nueva sociedad. Sera importante seguirlas tendencias de los cambios económico-sociales que ocurran en el país, pues es sabido que el aumento de la riqueza privada menoscaba directa e invariablemente la que posee la población, y provoca a su vez, la mengua de la que se halla en manos del Estado, lo que afecta el dominio de los gobiernos para administrar la economía nacional, invertir en temas sociales, recibir ingresos fiscales y redistribuirlos para amortiguar la desigualdad.

Muchos observadores señalan que esta vía denominada como Capitalismo de Estado los conducirá al capitalismo. Algunos ponen como ejemplo que las relaciones del Estado-Gobierno chino con muchos países es de cooperación y solidaridad, pero el de sus empresas estatales (como las privadas) se rige por las formas de actuar de las corporaciones occidentales en busca de ganancias, lo que niega su carácter socialista. Subrayan que aunque la existencia de un único partido y de un fuerte Estado son indispensables para edificar el socialismo, no son solo ellos la garantía del éxito de la magna empresa. Agregan que sería incoherente considerar a la economía, el único o principal elemento a tener en cuenta, y que a la par, el imprescindible acrecentamiento de la democracia socialista con el empoderamiento cada vez mayor del pueblo, y de la justicia y la igualdad social (no de manera formal) tienen forzosamente que caracterizar al socialismo. Así como es ineludible, considerar a la cultura integral, la moral socialista, la dignidad plena del hombre y la solidaridad como elementos esenciales y concluyentes, sin los cuales no se podrá conformar una subjetividad que se corresponda con la edificación de una sociedad socialista.

Como en todo proceso de este tipo, además de los pasmosos resultados económicos, científicos y tecnológicos ya alcanzados por China, las consecuencias políticas, ideológicas, culturales y sociales se verán en el futuro. Porque de lo que se trata realmente es sobre el tema de las clases sociales, sus intereses y luchas antagónicas, los continuos procesos de cambios y de los resultados de estos en el orden material y espiritual en la sociedad. De esto dependerá el futuro de China. O súper potencia hegemónica capitalista o una gran nación socialista que haga suya la bandera de la solidaridad (ya que sin ella no habrá socialismo verdadero), y así podrá contribuir a la salvación de la humanidad. La humanidad espera que este sea el destino del que fuera el Reino del Medio. El planeta con su naturaleza devastada, no podría soportar a una China capitalista sustentada en el egoísmo de gran potencia, la expoliación de otros países y el irracional y depredador consumismo.

A China, Viet Nam y a Cuba las unen hoy, una estrecha hermandad solidaria y el propósito de edificar el socialismo. Confiemos en la capacidad e inteligencia de las autoridades y de sus pueblos para sortear todos los peligros y amenazas y convertir en realidad el eterno sueño de la humanidad de vivir en una nueva sociedad.