Recientemente tuve ocasión de acudir a una reunión informal de algunos compañeros en la cual se departía sobre las elecciones municipales del 22 de Mayo, en esta conversación se abordaron distintos aspectos de dichos comicios y se esgrimieron distintas encuestas electorales y a través de las cuales analizábamos nuestra situación, perspectivas y perfil de nuestros […]
Recientemente tuve ocasión de acudir a una reunión informal de algunos compañeros en la cual se departía sobre las elecciones municipales del 22 de Mayo, en esta conversación se abordaron distintos aspectos de dichos comicios y se esgrimieron distintas encuestas electorales y a través de las cuales analizábamos nuestra situación, perspectivas y perfil de nuestros votantes y, precisamente sobre esta cuestión, había cierta polémica estableciéndose, divergencias serias sobre lo que se creía que era el perfil de nuestras bases sociales, sobre nuestro discurso y lo que representábamos para la población. Fruto de posteriores reflexiones sobre ésas y otras conversaciones me he decidido aventurarme escribiendo este artículo.
El lenguaje como elemento ideológico
Althusser, en su libro «Ideología y aparatos ideológicos de Estado, incluía el lenguaje dentro de los aspectos ideológicos, y este planteamiento, no siendo original suyo, no carece de razón, una palabra tiene un significado etimológico, cuando diversas palabras se juntan para formar una oración, ésta también tiene un significado, un mensaje. Pero no debemos pararnos ahí, debemos indagar más allá, más profundo. Esa palabra, esa oración transmite un concepto, los conceptos transmiten ideas más complejas que están vinculadas a otros conceptos y que junto a estos están encuadrados en determinado marco ideológico, y todo marco ideológico, como no puede ser de otra manera, está al servicio de una ideología concreta, cualquier sistema ideológico está al servicio de una clase social concreta y no es más que la teorización más o menos refinada y completa de los intereses y modelo de esta clase social.
Un debate dentro de un marco, se realiza conforme a su ideología
Al haber aceptado estos marcos conceptuales como si fueran neutros, hemos asumido, por tanto, librar las batallas políticas dentro del marco de la ideología burguesa, conforme a sus valores e intereses, en un marco en el cual estamos indefensos y no podemos sino batirnos en retirada. Pero la cuestión es que libramos una batalla, en el campo y con las armas elegidas por el adversario, en un conflicto completamente asimétrico, esto es un completo error. Sun Tzu establecía que sólo se han de librar las batallas de cuya victoria estamos seguros, ésta es una batalla que si la libramos conforme a sus normas, perderemos, pero quién ha dicho que esta batalla haya que librarla conforme a esas normas, en esos marcos. Desde la izquierda hemos asumido que estos son los marcos, pero esto no es más que una consecuencia de la derrota ideológica que hemos sufrido, una derrota temporal y transitoria, pues la historia avanza de nuestro lado.
Quien en cualquier conflicto lleva la iniciativa obliga al enemigo a actuar conforme a sus criterios, a estar a la defensiva. Las condiciones en cualquier conflicto son mutables como el agua, debemos cambiarlas, mutarlas, pero para ello debemos abandonar una actitud de derrota, si creemos que estamos siendo vencidos no hay victoria posible, son las contradicciones del sistema las que están a la vista, no las nuestras; cómo es posible entonces que nos encontremos sin conseguir que el discurso de clase, de izquierdas se abra paso, es porque, precisamente, nos seguimos moviendo en el seno de estos marcos, marcos que es necesario, preciso romper: defender lo público, los derechos de la clase obrera, la transformación socialista de la sociedad… no es un crimen y quienes así obramos no somos criminales, aunque hayamos llegado al punto tras la derrota ideológica sufrida por la caída del muro de asumir que casi lo éramos. Podría aducirse que combatimos y discutimos esos conceptos pero desde la caída del referente socialista mundial que era la URSS, la actitud frente al avance ideológico del capitalismo fue en la mayoría de la izquierda hacer praxis del qui tacet consentire videtur.
Cambiar el marco y el enfoque
El nacimiento o surgimiento de un determinado proceso, determina en gran medida su ulterior desarrollo, cuando se plantea un debate, prima pues cambiar el enfoque, el marco en el cual se desarrolla el debate, librar la batalla conforme a nuestros intereses según nuestros propios términos e intereses, nadie se enfrentaría a un caballero embutido en acero que esgrime una espada, armados nosotros con un tenedor, es un combate del cual saldremos perdedores y sólo libraremos este combate si no queda otra alternativa. En el conflicto y en el debate políticos, la situación se nos plantea de manera similar si puedo elegir unas armas más favorables a una causa justa como es el progreso de la humanidad ¿por qué no hacerlo? Cuando la reacción habla de libertad individual y dice que nosotros la atacamos, asumimos que así es, ¡falso!, atacamos la libertad de unos pocos para oprimir y esclavizar a muchos, «los comunistas queréis destruir la familia; el capitalismo destruye la familia», por lo que no podemos ser nosotros los responsables. Elijamos el marco más adecuado a nuestra ideología, no aceptemos el enfoque ofrecido por la derecha porque es una trampa, si, según Clausewitz, la batalla es la anormalidad en la guerra y la ausencia de ésta la norma, debemos sólo librar las batallas que nos interesen conforme a nuestro discurso y fuerzas, debemos convertir los puntos débiles del enemigo de clase en el sitio a atacar, exponer su incoherencia de manera pública y hacer de su debilidad nuestra fortaleza, pero para ello primero debemos convencernos de que la izquierda debe abandonar el autoexilio de nuestro lenguaje, nuestra historia y de nuestra doctrina, sólo así venceremos, la cuestión es que nos demos cuenta.
Bibliografía
Antonio Gramsci /Notas críticas sobre un intento de «Ensayo popular de sociología».
Louis Althusser/Ideología y aparatos ideológicos de Estado.
George Lakoff /No pienses en un elefante.
Carl Von Clausewitz /De la guerra.
Sun Tzu /El arte de guerra.
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