Las nuevas generaciones necesitan y merecen un relato confiable de la historia y dejar a los medios de comunicación; arma blanca del neoliberalismo al descubierto, mostrando su responsabilidad en el trabajo sucio de la complicidad y a los chilenos que desde la derecha y la Democracia Cristiana hicieron posible el aborto de la institucionalidad chilena. […]
Las nuevas generaciones necesitan y merecen un relato confiable de la historia y dejar a los medios de comunicación; arma blanca del neoliberalismo al descubierto, mostrando su responsabilidad en el trabajo sucio de la complicidad y a los chilenos que desde la derecha y la Democracia Cristiana hicieron posible el aborto de la institucionalidad chilena.
A menos de un mes del triunfo de Allende la operación para derribarlo estaba en marcha, lo demuestra el informe Church, los informes del Congreso de USA y toda la evidencia de documentos disponibles.
Richard Nixon, presidente de USA, Richard Helms, director de la Agencia Central de Inteligencia, Edward Korry, embajador estadounidense en Chile, y el asesor presidencial Henry Kissinger; más los colaboradores chilenos que se sumaron a la tarea coordinada de hacer imposible ese gobierno.
«Entre el 5 y el 20 de octubre de 1970 la CIA mantuvo 21 contactos con oficiales clave de los militares y carabineros de Chile. A los chilenos que se sentían inclinados a ejecutar un golpe de Estado se les aseguró que habría apoyo decidido al más alto nivel del gobierno de Estados Unidos, tanto con anterioridad como después de consumarlo», indica el informe de la Comisión Church, designada por el Congreso estadounidense para estudiar las operaciones gubernamentales y actividades de inteligencia realizadas en Chile entre 1963 y 1973″.
La prensa derechista, fue vocera de la campaña de terror que, según el Informe Church, «contribuyó a la polarización política y al pánico financiero de la época, temas desarrollados durante la campaña y que fueron explotados con mayor intensidad en las semanas posteriores a la elección de Allende».
Igualmente, se financiaron huelgas y atentados terroristas y se fomentó el desabastecimiento.
Philip Agee, ex agente de la CIA, confesó años después: «La agencia, al financiar a los camioneros, comerciantes y otros gremios que se organizaron contra Allende (acaparando mercancías y paralizando al país), pudo crear la apariencia de caos y desorganización que siempre resulta atractiva a los líderes militares de derecha que abogan por el orden y la disciplina. Esto haría que intervinieran para restaurar el orden, la paz y la dignidad de la nación».
Crearon el caos, obligaron al gobierno de Allende a «firmar garantías», dejaron de colaborar con el país, lo paralizaron, buscaron amparo en «acuerdos de la cámara» y empujaron a los militares a ejercer la fuerza contra su propio pueblo y su gobierno.
Sólo un pequeño grupo de personalidades y parlamentarios de la Democracia Cristiana expresó su desacuerdo y mostró su valor, el resto de una u otra manera se hizo parte del instructivo contra «el enemigo interno».
Las actividades económicas se normalizaron, la reforma agraria regresó las tierras a sus «legítimos dueños», la justicia se abstuvo en nombre del bien nacional y la represión fue una pesadilla de dolores auténticos.
Las empresas del Estado pasaron a manos privadas y las movilizaciones del pueblo hicieron que toda la fuerza militar se viera en la necesidad de «negociar» con una dirigencia renovada.
El pueblo esperó y confío. Los acuerdos los dejaron fuera, hasta ahora, marginados y excluidos.
Se creó la Concertación y la figura de Allende se ocupa sólo de elección en elección. Se gobierna con el mismo modelo y la Constitución de Pinochet.
Chile tiene dos derechas para dar más seguridad a USA, una que tiene y otra que administra. El pueblo es nuevamente movimiento social y espera ahora sus propios conductores.
La muerte de Pinochet, el conflicto entre chilenos, deja a USA en la impunidad y a la justicia sin cumplir, dejando abierto el conflicto y la duda.
Si el poder vino de Pinochet, si sus leyes siguen vigentes, si su Constitución ha sido apenas tocada, si el modelo económico es el que el general y su gobierno implementaron, entonces que duda cabe que era Pinochet el alma de la Concertación.