Muchas de las fuerzas políticas españolas, europeas e internacionales se han hecho eco del comunicado del alto el fuego permanente de ETA, porque desde hace meses sabían de las conversaciones sostenidas en Suiza y Noruega por esta organización al más alto nivel con muchos de los interlocutores que han posibilitado este paso político. Luego hay […]
Muchas de las fuerzas políticas españolas, europeas e internacionales se han hecho eco del comunicado del alto el fuego permanente de ETA, porque desde hace meses sabían de las conversaciones sostenidas en Suiza y Noruega por esta organización al más alto nivel con muchos de los interlocutores que han posibilitado este paso político. Luego hay que sacar una primera conclusión, que los redactores del comunicado tenían que haberlo denominado como tregua (las treguas no son unilaterales sino pactadas y el alto el fuego es unilateral).
Por otra parte el anuncio de ETA (sin entrar en la lectura del comunicado) se ha prestado a interpretaciones sesgadas e imposibles de coordinar. Pongamos dos ejemplos. El primero es el de Lluis Foix en La Vanguardia cuando aceptando un concepto limitado de violencia afirma: «el fin del terrorismo no se producirá de un día para otro. Ni con la comparecencia de tres encapuchados de ETA anunciando un alto el fuego permanente ni con la voluntad y generosidad de todos para que no haya más violencia. Lo más positivo de la declaración de ayer es que no habrá más muertes y que los ciudadanos españoles podrán salir a pasear con la seguridad de que una pistola o una bomba no les va a quitar la vida».
El segundo de los ejemplos es el del Foro de Ermua que decía «El alto el fuego permanente de ETA es un nuevo engaño. Sólo cabe que ETA anuncie su disolución y los terroristas se entreguen a la Justicia. ETA sigue exigiendo concesiones políticas que resultan absolutamente inasumibles para una democracia y que, en particular, no tienen encaje alguno en la Constitución española. El comunicado está redactado en términos imperativos a los cuales, con calculada ambigüedad, supedita la permanencia del alto el fuego».
De estos dos párrafos se deriva la segunda conclusión de que todos los interlocutores han aceptado la autoría y magnificado el comunicado y esto conlleva el que se considere de alguna manera a ETA como interlocutor.
Si seguimos con el impacto del comunicado, se habla de la superación de la violencia como si fuera un fenómeno coyuntural. Sin embargo la violencia es es- tructural y no puede ser leída únicamente en las acciones de ETA. Hay también violencia estructural del Estado, que la ejerce porque su fuerza está legalizada aunque a veces no sea legítima. Como demuestran los estudios sociológicos publicados por J. I. Ruiz Olabuenaga tras numerosas encuestas a los participantes, hay que señalar varias clases de violencia en el País Vasco: la de ETA y la de la Kale Borroka que se articula a su vez en dos sectores diferenciados uno de corte nacionalista y otro (el mayoritario) común a otras algaradas que se convocan en muchas ciudades españolas y europeas, ya sea por temas de reivindicación ciudadana o por pretensiones de tipo antisistema. Identificar todas estas clases de violencia como lo hacen muchos de los jueces en su calificación jurídica y en la aplicación de sus condenas (compárese las penas impuestas a una quema de cajeros en el País Vasco y en Murcia), incluyéndolas bajo el paraguas de ETA y atribuyendo su paternidad a una izquierda abertzale a la que identifican con ETA, es fruto de una ingenuidad suma o de una predisposición antijurídica interesada y perversa.
Igualmente se afirma que se trata de «concesiones políticas que resultan inasumibles para una democracia y que en particular no tienen encaje alguno en la Constitución española». Es decir, que no caben en la estrecha realidad que ellos manejan de democracia, más aún encorsetada en un texto complejo e integral y no leído en profundidad como es la Constitución de 1978.
Por lo tanto, como tercera conclusión, habría que afirmar que todos pero principalmente los jueces y los medios de comunicación tendrán que ser más profesionales y estudiosos del fenómeno de la violencia, mientras que los juristas y los politólogos tendrán que (superando el abuso de las Cortes de Cádiz) señalar los verdaderos sujetos de esa democracia, leyendo con criterio científico e histórico todos los artículos de la Constitución, incluidas las Adicionales.
Si nos referimos ahora en un nuevo paso hermenéutico a la lectura del texto del comunicado, se asoma en una visión sociológica de corto alcance el escepticismo como caldo de cultivo porque cada uno de los dos bandos ha leído lo que ha querido del comunicado. Para unos les basta con la supresión de la violencia y la declaración del alto el fuego permanente. Otros se ciñen a lo que se dice de reconocer la existencia del Pueblo vasco y darle la palabra. De aquí se deriva una cuarta conclusión y es que el texto del comunicado debe ser leído en su integridad y como un todo lógico.
Y como quinta y última conclusión se deriva de los manifiestos que ETA no se propone como último interlocutor sino que afirma una obviedad política como la de que es el Pueblo Vasco el único interlocutor de esa renovada democracia.
Y aquí comienza el intrincado problema de muy difícil resolución no sólo en el ámbito español sino en el europeo que voy a formular en una serie de interrogaciones: ¿Quiénes pueden y deben admitir la declaración de los vascos cuando se definen como Pueblo Vasco y como sujeto político y social: España, Francia, Europa, la ONU? ¿Por otra parte, la realidad del Pueblo Vasco se cierra en la CAV o se abre a lo que se denomina territorialmente Euskal Herria? ¿Quiénes integran ese Pueblo Vasco, los euskaldunes, «todas las personas que tengan vecindad administrativa en alguno de los municipios de la Comunidad de Euskadi», «todas las personas residentes en el exterior que hayan dispuesto de su última vecindad administrativa en la Comunidad de Euskadi, así como sus descendientes, si así lo solicitaran? ¿Los vascos son sólo Pueblo o conforman una Nación con o sin derecho a ser Estado? ¿A los vascos les debe bastar con ser ciudadanos de hoy que manifiestan su voluntad integradora como grupo en un mundo globalizado, sin alusión alguna ni a su historia, ni a sus raíces genéticas, ni a sus derechos público y privado actualmente vigentes, ni a su lengua?
Estas y otras muchas interrogaciones deben ser planteadas, estudiadas y decididas de modo que no dejen camino posible a la prolongación del conflicto vasco, ya que ellas han conformado durante lustros el meollo mismo del conflicto.