No recuerdo ningún otro caso en el que una bronca de bar haya generado semejante polémica. Depende, al parecer, del oficio de quien se vea involucrado. O de los acontecimientos que se estén produciendo en el contexto de la bronca. O de las dos. Lejos de la versión oficial, construida por los poderes fácticos únicamente […]
No recuerdo ningún otro caso en el que una bronca de bar haya generado semejante polémica. Depende, al parecer, del oficio de quien se vea involucrado. O de los acontecimientos que se estén produciendo en el contexto de la bronca. O de las dos.
Lejos de la versión oficial, construida por los poderes fácticos únicamente en torno a la versión de la Guardia Civil, las personas presentes en Altsasu la madrugada del viernes al sábado hablan de «actitudes chulescas» bañadas en alcohol de dos guardias civiles, «haciéndose eco de la impunidad con la que cuentan». La verdad es que no es nada nuevo que la Guardia Civil se pasee por nuestros pueblos con actitudes colonas, siempre con armas pero nunca con sonrisas. Tampoco lo son los montajes a los que en lo ancho y largo de Euskal Herria nos tienen más que acostumbradas.
En este caso concreto, buscan que creamos que cincuenta personas «dieron una brutal paliza» a dos guardias civiles y a sus compañeras, pero, sin embargo, en menos de dos días ha salido el último del hospital, con policontusiones de carácter leve en tres de los casos y puntos en la ceja y un tobillo roto en el caso más grave, lesiones que no parecen corresponderse con las que produciría una multitud enfurecida por el odio. No seré yo quien defienda el uso de la violencia contra nadie, pero sí que quisiera destacar algunos elementos que, creo, no deben dejarse al margen para entender lo acaecido en Altsasu el pasado fin de semana.
Ninguna voz oficial habla de las cargas policiales llevadas a cabo por el Instituto Armado en ambientes festivos, ni de las quemas de carrozas por parte de la Guardia Civil, ni de la asfixiante presencia policial que se vive en las calles de Nafarroa cualquier día y que ha sido varias veces denunciada, precisamente, en Altsasu. Tampoco se habla de la provocación que supone per se el hecho de que quien protagoniza estas acciones se encuentre a las cinco de la mañana de un día de juerga en un bar frecuentado por las gentes de izquierdas de la localidad; como comentó en twitter una persona nada sospechosa de ser «del entorno radical», «si en vez de un teniente ‘sangre azul’ y un sargento, son dos guardias rasos, son sancionados por incumplir normas de seguridad y autoprotección«. Pero yo no voy a entrar en el tema, porque no estaba presente y mi moral me lo impide.
Prefiero comentar que me resulta, cuanto menos, sospechoso que la derecha de Navarra se movilice en favor de la Guardia Civil en los mismos días en los que está terminando la instrucción de la violación múltiple de sanfermines, en la que uno de los agresores es, precisamente, Guardia Civil. En esa concentración, por cierto, se gritaron cosas mordazables como «Asirón al paredón», que veremos si tienen alguna consecuencia. Acallado el tema de sanfermines. Acallada también la presencia de 12.000 personas ese mismo día en Donostia pidiendo la excarcelación de las personas presas gravemente enfermas. Acalladas las declaraciones de Correa en el juicio de la Gürtel.
La derecha navarra -y estatal- necesitaba como agua de mayo un montaje del estilo en el que poder soltar su frustración ante las exhumaciones por parte del alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, y su equipo, de los militares Mola y Sanjurjo de un edificio público. Una vez más, la derecha impone su agenda y consigue arrastrar al Gobierno de Nafarroa -Uxue Barkos-, e impulsa concentraciones de exaltación de los valores más retrógrados del Régimen en las que se atreven, incluso, a hacer la burla al movimiento feminista.
Para más INRI, Mariano Rajoy y compañía rompen su costumbre de no posicionarse junto a las víctimas de las agresiones sexistas en sanfermines, de los desahucios o de los accidentes laborales, posicionándose, esta vez sí, a favor de los dos agentes heridos en la madrugada altsasuarra.
Extraño, también, que a pesar de ser la Policía Foral quien lleva la investigación del suceso, los heridos vayan a declarar ante la Guardia Civil, según El Español debido a la «desconfianza que enfrenta a ambos cuerpos». Quizás vaya siendo hora de avanzar hacia la paz utilizando el sentido común y evitando gastos innecesarios en una tierra que ya tiene su propia policía…
Eguzkiñe Aiesa Andres es abogada.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.