alcaraz El que exista en el estado español una asociación empeñada en recuperar la llamada memoria histórica, si no fuera tan doloroso el extravío y tan digno el esfuerzo, casi moviera más a la risa que a la solidaridad, porque no es lo peor que se haya perdido esa histórica memoria, lo peor es que […]
El que exista en el estado español una asociación empeñada en recuperar la llamada memoria histórica, si no fuera tan doloroso el extravío y tan digno el esfuerzo, casi moviera más a la risa que a la solidaridad, porque no es lo peor que se haya perdido esa histórica memoria, lo peor es que la mayoría de los ciudadanos ni siquiera recuerda lo que pasó hace apenas ocho años, hasta el punto de que hay que recordárselo con vídeos.
Que Aznar negociara con ETA o con el Movimiento de Liberación Nacional Vasco, como el ex presidente prefiere llamar a la organización armada vasca, no fue un hecho anodino, ocurrido un día y a una hora específica y reseñado en un medio determinado, tal vez en la página 27 de El Mundo o en el informativo de Televisión Española de las 3 de la tarde de un miércoles de mayo, de manera que contactos y negociaciones entre el Estado español y ETA pasaran casi desapercibidas para la mayoría de los ciudadanos que ese día llegaron tarde al noticiero o al quiosco. Ni fue el ex presidente el único político en referirse al tema o su partido el único en vincularse a la negociación.
Sobre los acuerdos de paz con ETA se habló en todos los medios, se habló durante meses y hablaron todos, en España y en Euskadi, en la calle y en el parlamento, en las tertulias radiofónicas y en los espacios de debate de los canales de televisión, en los bares y en los ayuntamientos, en Marzo y en Abril, el partido Popular y el Partido Socialista, Unión de Pueblo Navarro y Batasuna, Aznar y Zapatero, Miguel Sanz y Otegi. Hablaron curas y arzobispos, sindicalistas y patronos, súbditos y reyes…
No hubo partido político, sindicato, medio de comunicación, iglesia, asociación de víctimas, que no conociera de los contactos habidos, de los acuerdos alcanzados, que no supiera del acercamiento de algunos presos a cárceles del País Vasco, de los encuentros en Ginebra…
Apenas han pasado ocho años de aquellos acuerdos, de aquella tregua, con sus correspondientes comparecencias en el Congreso, en los parlamentos autonómicos, con sus ruedas de prensa, discusiones, primeras páginas y nadie parece recordar nada.
Uno entiende que haya quien se ocupe de recuperar esa memoria histórica para que dejen de ampararse en el olvido tantos impresentables canallas, putos fachas de mierda, que hoy están en la calle en lugar de presos, sólo porque una buena parte de la gente ha perdido la memoria, pero ¿cómo recuperar aquella vieja memoria cuando lo ocurrido simplemente ayer puede negarse impunemente? ¿De qué sirve azuzar la memoria sobre los desmanes de tantos sinvergüenzas hace medio siglo cuando millones de ciudadanos ignoran lo sucedido sólo hace 8 años? ¿Padecen Alcaraz y sus cómplices de Alzheimer o, simplemente, son unos hipócritas mamarrachos necesitados de que se siga derramando sangre?
Nadie parece recordar nada, absolutamente nada, ni el Partido Popular, empeñado en negar evidencias tan descarnadas, ni el Partido Socialista empecinado en mostrarlas antes de volverlas a olvidar.