EEUU posee un arsenal declarado de 5.113 ojivas nucleares (1). Dispone de 865 bases militares en 40 países (2). Es el princial exportador de armas del mundo: copa el 30 % del mercado mundial y vende a 75 países, una buena parte en guerra (3). Parte de todo este armamento surca de manera constante los […]
EEUU posee un arsenal declarado de 5.113 ojivas nucleares (1). Dispone de 865 bases militares en 40 países (2). Es el princial exportador de armas del mundo: copa el 30 % del mercado mundial y vende a 75 países, una buena parte en guerra (3). Parte de todo este armamento surca de manera constante los mares de mundo, y atraviesa para ello canales como el de Panamá.
Aunque afecta directamente a la seguridad de millones de personas, nada de esto tiene presencia en la gran prensa mundial. En contraste, el caso del apresamiento, en el Canal de Panamá, de un buque norcoreano procedente de Cuba con 11 cohetes, 2 aviones y 15 motores, todos fabricados hace más de 50 años en la Unión Soviética, sigue llenando páginas de los principales diarios del mundo.
El Nuevo Herald de Miami titulaba «El carguero con armas cubanas, un barco que ‘apesta’ a escándalo» (4). Para este diario, los miles de muertos que causan las armas que EEUU fabrica, transporta, comercializa, distribuye y emplea en todo el mundo no apestan, porque -sencillamente- no existen.
La agencia británica Reuters ponía su particular toque de cinismo: titulaba «EEUU preocupado por el barco norcoreano con armas», dando a entender que 11 cohetes inservibles podrían suponer una amenaza a la seguridad nacional de EEUU (5).
Tras el apresamiento del barco, el Gobierno de Cuba daba a conocer que el armamento obsoleto encontrado tenía por destino su reparación en la República Popular Democrática de Corea (6). En el comunicado, hacía pública la lista de elementos, entre ellos dos aviones MIG-21, lo que era reproducido por todos los medios (7). Sin embargo, una semana después, esos mismos medios narraban la aparición de los dos citados aviones en la bodega del barco como un «descubrimiento» del Gobierno de Panamá. «Descubren más armas cubanas en carguero norcoreano», titulaba El Nuevo Herald de Miami (8). «Hallan aviones Mig-21 en barco norcoreano detenido en Panamá», publicaba La Prensa de Nicaragua (9). La prensa española subía una nota en el amarillismo: El Mundo titulaba «Panamá descubre dos cazas soviéticos ‘en uso’ en el buque norcoreano interceptado» (10) y El País «Panamá descubre dos cazas listos para su uso en el barco norcoreano» (11). Eso sí, la única prueba de que los citados dos aviones de los años 50 estuvieran en uso -y no en reparación, como afirmaba el Gobierno cubano- sería «un fuerte olor a combustible» en las bodegas del barco.
Los grandes diarios aprovechaban para descargar su habitual batería de insultos y epítetos despectivos sobre Cuba y Corea del Norte. El Mundo publicaba un especial de dos páginas titulado «La Habana-Pyongyang: el eje arruinado del mal», adornado de términos como «fracasados», «arruinados» o «depauperados», para referirse a ambos países (12). Cuatro páginas más adelante, El Mundo narraba la muerte de 22 escolares en un colegio de la India, a causa del mal estado de la comida, pero en este caso sin la menor alusión crítica al sistema económico de dicho país (13).
El Mundo tampoco hacía referencia al fracaso, ruina o depauperación de un país como Panamá -lugar de la noticia- donde, según datos de Naciones Unidas, un 36,8% de la población vive en «pobreza total» (14). A pesar de la enorme inyección de ingresos que supone el Canal, Panamá tiene, según el último informe del PNUD, una tasa de mortalidad infantil 3,4 veces superior a la de Cuba, mientras su gasto en educación es 3,4 veces inferior al de su vecino país que -curiosamente- se encuentra bloqueado económicamente por el socio principal de Panamá, EEUU (15).
Ninguna de las noticias de la sección Internacional de El Mundo mereció la inclusión de un artículo de opinión adjunto, salvo la del barco norcoreano. La periodista cubana de ultraderecha Gina Montaner firmaba un texto cuyo titular no deja la menor duda sobre su contenido: «Un trueque entre dos modelos fracasados».
A lo largo de la semana, en varias ocasiones, el presidente de Panamá Ricardo Martinelli convocaba, en el propio barco detenido, al séquito de medios internacionales. Estos reproducían -sin el menor atisbo de duda- cada una de las afirmaciones y acusaciones vertidas por el Gobierno panameño, varias de ellas claramente inverosímiles: que el barco contenía un «equipo sofisticado de misiles» (16), que transportaba droga o que la transportó en el pasado (17); o que el capitán había intentado suicidarse.
La prensa mundial apenas ha dado espacio a quienes consideran que el Gobierno de Panamá, país que -curiosamente- sufrió la invasión militar de EEUU en 1989 (18), ha violado el tratado de neutralidad del canal y actúa al dictado de Washington y sus servicios de inteligencia.
Por otro lado, los medios han silenciado que, esta misma semana, el Gobierno de Ricardo Martinelli liberaba y dejaba escapar a EEUU a Robert Seldon Lady, exagente de la CIA buscado por la Interpol y cuya extradición reclamaba Italia, donde tiene pendiente una condena de 9 años por el secuestro y tortura, en 2003, del ciudadano egipcio Hassan Mustafa Osama Nasr (19). Este caso de sumisión a EEUU es similar al del indulto, en 2004, por parte de la entonces presidenta panameña Mireya Moscoso, del terrorista de origen cubano -y también exgente de la CIA- Luis Posada Carriles, culpable de la voladura de un avión cubano en pleno vuelo con 73 personas a bordo (20).
El último en aparecer en el sainete de la derecha latinoamericana aliada de Washington ha sido el expresidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez, que aseguraba ante los medios que el citado armamento cubano no tenía por destino su reparación en Pyongyang, sino su desvío a la guerrilla de las FARC, con la complicidad del Gobierno de Ecuador (21).
Con la incorporación de nuevos actores al culebrón panameño, aún le quedan muchos capítulos a esta nueva intriga plagada de cinismo político y propaganda mediática (22).