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Andalucía, un nuevo escenario político

Fuentes: Rebelión

Las elecciones andaluzas han dibujado un nuevo panorama en el concierto político español. Con la mayoría absoluta del partido conservador en el Parlamento andaluz, se ha creado un nuevo modelo para la gestión de la crisis económica y política que venimos arrastrando desde hace años.

Aunque en otras ocasiones el PP haya tenido mayoría en Andalucía, no era el mismo PP que ahora ha triunfado. Pues este de ahora se ha librado del lastre de la extrema derecha que se presenta a las elecciones por su cuenta. Es un PP depurado de sus alas radicales.

¿Qué ha pasado con la izquierda? Una movilización social mal gestionada acaba dando votos a los conservadores, e incluso a los reaccionarios. Ha sucedido de nuevo con el 15M. Once años después de que la ciudadanía ocupara las plazas en las ciudades y pueblos del Estado español para reivindicar transformaciones profundas en el ordenamiento político, nos encontramos con un escenario dantesco de arrasadoras victorias electorales de la derecha y la extrema derecha. No solo no se han producido los cambios estructurales que pedía la juventud, sino que la opinión pública ha involucionado hacia formas políticas que parecían superadas por la historia. ‘Parecían’: vanas ilusiones de los progresistas.

Entre los defectos de esa ideología ‘progre’, no es el menor un acendrado europeísmo que se manifiesta en continuidad con la política imperialista de siglos pasados. Ni una sola crítica a la política genocida de los ejércitos imperiales. Reproducción de los esquemas mentales que subrayan una supuesta superioridad de la civilización liberal. En la teoría, defensa de los derechos humanos; en la práctica, extorsión a los estados de otros continentes para que adopten formas políticas que permitan la explotación de los recursos naturales en beneficio del centro imperial. Violencia belicista contra la oposición a esa política imperial. El republicanismo se confunde con el liberalismo y toma como modelo falsas repúblicas burguesas, sometidas a los intereses del capital financiero.

Ese progresismo desconoce la realidad histórica de la alienación y el esfuerzo por superarla a través de la lucha de clases; esta es la ideología de la izquierda española, liberal incluso en sus sectores más aparentemente radicales. Y se ha vuelto a topar con la realidad social que Marx y Engels nos descubrieron: solo el empoderamiento de la clase obrera puede abrir un futuro racional para la humanidad. El 15M pedía una transformación radical de las estructuras políticas y sociales, una revolución; la organización política que nació de esa movilización social solo ha ofrecido pequeñas reformas dentro de las posibilidades inscritas en las estructuras del régimen capitalista. Pero como nos están demostrando las sociedades latinoamericanas, solo la organización popular y la lucha ciudadana continuada durante décadas acaban rindiendo las estructura políticas bajo los intereses del pueblo.

Cierto que el 15M fue una amalgama de emociones poco reflexionadas. Entre sus motivaciones contaba el mantener un modo de vida que estaba desapareciendo: el bienestar de la economía española durante el juancarlismo –los 30 años que van desde 1978 hasta el 2008-. Una buena parte de la clase obrera española ha perdido su conciencia de clase, y se ve a sí misma como ‘clase media baja’. Una clase media en proceso de proletarización que exige al partido conservador un soporte para no seguir hundiéndose en la miseria. Para ello los conservadores se muestran como continuidad de la política liberal-socialista en el nuevo contexto internacional de crisis económica y deriva belicista. Ofrecen un liberalismo menos estatalizado, cuando el estado liberal opta por la guerra a gran escala. Si consolidan esa posición pueden presentarse como la barrera frente al auge de la extrema derecha. Podemos definir el escenario que se nos presenta tras las elecciones andaluzas como el ‘macronismo’ andaluz.

No es extraño o casual que ese planteamiento haya triunfado en Andalucía –sociedad pacifista con sentimiento nacional-. El belicismo que ha mostrado el PSOE desde hace años habría de ser una de las causas de la desafección de las masas andaluzas. Está por ver si el PP andaluz puede revertir la tendencia madrileña y castellana a facilitar el auge de la extrema derecha –que es la forma en que se presenta el belicismo de derechas-. Para ello tendía que reforzar su andalucismo y apoyarse en la derecha existente en las nacionalidades periféricas –recuérdese que, descontando la fracción de clase constituida por el capital financiero, las burguesías vasca, catalana y valenciana se opusieron al golpe de Estado de Franco (PNV, UDC, CEDA valenciana)-. Recuérdese también que Cataluña y Euskadi votaron en contra de la pertenencia de España a la OTAN. Quizás la presencia de un Papa latinoamericano en Roma pueda favorecer la consolidación de una derecha civilizada en el Estado español. Ante la incapacidad de la izquierda española para dar una respuesta consistente a la crisis, quizás lo sucedido en Andalucía sea lo menos malo que podía pasarnos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.