Recuerdo que fue a mediados de 2001 cuando en plena reconfiguración del SOC, mi amigo Ramón me hablo de la gente de Jódar, hasta entonces para mí habían sido gente del «partido» que estaba siempre luchando por los derechos sociales. Por aquella época el SOC salía de un proceso de representatividad en el que se […]
Recuerdo que fue a mediados de 2001 cuando en plena reconfiguración del SOC, mi amigo Ramón me hablo de la gente de Jódar, hasta entonces para mí habían sido gente del «partido» que estaba siempre luchando por los derechos sociales. Por aquella época el SOC salía de un proceso de representatividad en el que se eliminó una Secretaría General Colegida y se elegía por Congreso a Diego Cañamero como Secretario General (yo pasaba a ser Responsable Nacional de Finanzas y Juventud); esta sería una de las épocas de mayor proyección del SOC.
Comenzaba el verano de ese mismo año cuando Ramón me comentó que teníamos que preparar un encuentro en El Bosque con la militancia de Jódar. Una militancia que estaba cansada de pertenecer a CCOO debido a la deriva conservadora que su sección agroalimentaria había tomado. La idea era mantener un contacto en el que ellos conocieran cómo funcionábamos y nosotros saber algo más de ellos. Ahí fue donde por primera vez vi y conocí a Andrés, quien desde el primer momento fue de los más interesados en integrarse, él y todo su pueblo, dentro del SOC.
Después de aquel comienzo vino una ajetreada etapa de movilización, lucha y convivencia en la que Andrés y Jódar jugaron un rol fundamental. Todos tenemos en el recuerdo aquel corte de la N-IV a la altura de Guarroman donde unas 10.000 cortamos la nacional, mientras que los autobuses de Jódar fueron desviados por la Guardia Civil y llevados a un descampado en el que una vez cercados por agentes a caballo y vigilados por helicópteros fueron brutalmente reprimidos; la justificación de aquella represión fue el atreverse a parar las políticas del PP para que éstas no acabasen con el REASS y la vida en el medio rural. Luego vinieron marchas pacíficas por el empleo, ocupaciones simbólicas de fincas baldías para que pasasen a manos jornaleras en régimen de cooperativas: «La Rueda para Jódar» sigamos el ejemplo de «El Humoso». Noches en la finca de El Carpio, en la puerta de la Casa Rosa, en polideportivos mientras marchábamos pidiendo trabajo. Ferias y trabajo voluntario para pagar los autobuses y poder ayudar a las familias que no llegaban a fin de mes. Campañas informativas en los tajos de la vendimia de La Mancha, el esparrago o el tomate de Navarra, o la aceituna en Jaén.
Sería muy complicado hacer un breve relato de todo lo que ha hecho Andrés dentro del SOC y del SAT por defender los derechos sociales del pueblo andaluz. Una defensa y reivindicación que pese a la imagen que algunos mercenarios del papel y los mass media quieren proyectar siempre se caracterizó por ser pacífica; máxime para nuestros dirigentes, quienes megáfono en mano tienen la misión y obligación moral de reconducir la situación para evitar tensiones. Siempre se ha dicho que «el megáfono es el que manda», y todo el mundo sabe que quien lo lleva siempre llama al orden y a la serenidad; eso hacía, hizo y seguirá haciendo Andrés, llamar a la serenidad, a la tranquilidad, controlar la situación y paliar cualquier conato de violencia que pudiera producirse.
Tristemente el caso de Andrés me recuerda «El proceso» de Kafka, lo cual tal vez sea decir mucho de la in-Justicia de éste país. Andrés, víctima de esa in-Justicia, o daño colateral como a éstos mercenarios les gusta decir, trató de evitar que agrediesen a una persona (como así lo certifica la Guardia Civil) y se ha visto inmerso en un proceso judicial digno de la 13 Rue del Percebe que tristemente lo ha llevado a prisión. He aquí lo absurdo y kafkiano de la materia, ir a prisión por querer evitar que agrediesen a una persona, que dicho sea de paso no tiene la decencia de admitir que Andrés no lo ha tocado; tal vez el partido tenga algo que ver.
Hoy hablo de Andrés pero no solo de Andrés Bódalo, no solo hablo de él, que sí por él, porque hoy Andrés Bódalo somos todos y todas. Porque la mayoría de nosotros y nosotras alguna vez hemos cogido un megáfono y hemos tenido que hacer lo mismo que hizo Andrés; tranquilizar a la gente. Se imaginan qué hubiese sucedido si aquella vez en lugar de calmar a las miles de personas que congregamos se les hubiese dado alas. ¿Habría in-Justicia en este país para detener y encarcelar a un pueblo subsumido en la miseria como lo es éste? Un pueblo que está cansado de aguantar a políticos corruptos que continuamente le están robando, o a empresarios explotadores que mediante las puertas giratorias compran a políticos para que hagan reformas laborales cada vez más restrictivas. Un pueblo que ve cómo la tasa de desempleo continúa creciendo y apenas tienen expectativas de encontrar un trabajo que le permita mantener unas condiciones mínimas. Un pueblo que ve como la desnutrición infantil cada día afecta a más niños y niñas que no desayunan antes de ir al colegio. Yo creo que el día que esto explote no se podrá parar.
Andrés, que hoy somos todos y todas y al que mando el más fraternal de los abrazos, hizo lo que tenía que hacer, apaciguar los ánimos de sus vecinos y vecinas, y por ello se ve injustamente preso; algo que nos puede pasar a cualquiera. Y lo hizo porque en este sindicato con muchos años de historia y donde la lucha es la escuela, todos y todas sabemos qué hay que hacer cuando se va a una movilización, para esto no necesitamos asesores.
José Ramón Páez Pareja. Miembro del SOC-SAT
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