Andrea fue asesinada por su padre maltratador durante una visita no vigilada. Su madre había presentado 51 denuncias pero no se tomaron medidas. Hoy afirma estar de nuevo en el punto de partida y sentirse maltratada por la justicia.
Ahora Ángela concede a Público la primera entrevista extensa.
Tu drama estaba llamado a ser un caso emblemático que marcara un antes y un después. ¿Crees que ha cambiado algo en las leyes o en la manera de abordar el problema?
No. En absoluto. Porque sigue pasando lo mismo. Es más, están aumentando los asesinatos de mujeres y sobre todo de los hijos y esto es lo que más me impacta. Cada nuevo caso lo vivo con mucha indignación. Siento muchísima pena porque sigue pasando lo mismo y después de 14 años, cada vez que sucede el asesinato de un hijo es como si me trasladara al pasado. Como si me volviera a suceder de nuevo. El motivo sigue siendo el mismo. La justicia sigue entregando hijos a padres maltratadores. La Ley de 2004 [la Ley Integral contra la Violencia de Género] ya establece que no se puede entregar a un hijo a un padre maltratador. Entonces, ¿porqué no nos preguntamos todos porqué se sigue haciendo?
¿Por qué crees que se sigue haciendo?
Porque no hay justicia, porque no hay castigo. Es como un rechazo. Como si hubiera interés por tapar este tema. Como si hubiera alguien interesado en que toda esta lacra no se sepa. Como si fuera algo vergonzoso. No hablo sólo de las instituciones, sino de la sociedad en general, que no se involucra, que no participa, que parece que le da lo mismo.
Por algún motivo a las mujeres no nos hacen caso o no nos creen. Yo siempre pensé que me estaban creyendo. Porque si llego a pensar que no me creían, no hubiera vuelto. Mi confianza estaba en ir a denunciar todo lo que estaba pasando, a la espera de que en algún momento me hicieran caso y tomaran medidas. Algo que no pasó. Creo que gran parte de esto se debe a ser mujer. Si esto estuviera pasando con los hombres, estoy convencida de que se habrían tomado medidas hace muchos años.
Lo primordial, es que no se le entregue un hijo a un padre maltratador. A ningún padre maltratador.
¿Qué falla? ¿Que falló en tu caso?
Falló todo. Fallaron jueces, fiscales, psicólogos, servicios sociales… Todo. Mi hija estuvo con visitas vigiladas cerca de tres años, pero finalmente decidieron que éstas debían ser abiertas, sin vigilancia y aquí los servicios sociales no hicieron bien su trabajo y el fiscal les hizo caso. Tampoco conté con el apoyo del colegio de mi hija, que tenía miedo de entregar a Andrea a su padre por miedo a que la secuestrara y me recomendaban que la niña no fuera a las excursiones que organizaban por temor, pero que se negaron a hacer un informe sobre esto.
¿Qué pasó con las 51 denuncias que presentaste a lo largo de esos cinco años? Ninguna de ellas tuvo efecto. De ningún tipo. Tres medidas de alejamiento que se saltaron a la torera también. Él había dejado de pasar la pensión a su hija, a la que estaba obligado, pero no pasó nada. Por ello, en el último juicio yo pedí la casa familiar. Si no iba a estar protegida y no le pasaba a Andrea lo que debía, prefería estar en la casa. Me la concedieron. Esto fue un miércoles. Al día siguiente en la visita no vigilada la asesinó.
¿Los informes psicológicos no apoyaron tu relato? Si, totalmente. Mi informe y el de la niña fueron perfectos, pero el de él demostraba que estaba falseado. Le detectaron doble personalidad y una celotipia tremenda [transtorno patológico delirante provocado por los celos] . Pero el informe, encargado por los servicios sociales recomendó favorecer la conviviencia con su hija para que aflorara la parte positiva de su personalidad. El informe psicológico sirvió para el bien superior de él y no el de Andrea.
Si, totalmente. Mi informe y el de la niña fueron perfectos, pero el de él demostraba que estaba falseado. Le detectaron doble personalidad y una celotipia tremenda [transtorno patológico delirante provocado por los celos] . Pero el informe, encargado por los servicios sociales recomendó favorecer la conviviencia con su hija para que aflorara la parte positiva de su personalidad. El informe psicológico sirvió para el bien superior de él y no el de Andrea.
A todos los amenazó de muerte, pero nunca lo denunciaron o me apoyaron. Esto me hizo recapacitar. Hasta que un día en mi casa me cogió con un cuchillo delante de mi hija y me dijo que le dijera con quién me estaba acostando, que me mataba. Mi hija tenía tres años. Y entonces me marché. Cogí a mi hija y me fui. Todo esto está en el informe pericial. Mis denuncias y los informes psicológicos.
¿Qué pasó cuando la resolución del CEDAW de Naciones Unidas te dio la razón? ¿Qué pensaste que iba a pasar? Lloré, grité, me fui del centro de trabajo. Yo lloraba y gritaba: ¡por fin! Por fin alguien me ha dado la razón. Después de 10 años de litigio, casi no me lo creía. Cuando la CEDAW nos dio la razón y reconoció la responsabilidad del Estado en el asesinato de mi hija, la sensación fue que por primera vez alguien se había leído todo el expediente. Porque en los más de 10 años que estuvimos litigando en España, hasta llegar al Constitucional, yo le decía a mi abogada que no era posible que me negaran el derecho a una reparación, a reconocer que el Estado le había fallado a Andrea y a mí si se hubieran leído el expediente. Sentí mucha alegría que alguien, aunque haya sido fuera, hubiera reconocido todo el trabajo, todo el sufrimiento de estos años. Después, esta alegría se fue convirtiendo en desesperación e impotencia, al ver que a este Gobierno le daba igual. Que no creía que esa resolución de Naciones Unidad tuviera que ser tenida en cuenta, que no estaba por la labor de responder. Concluyó que las recomendaciones de los comités de Naciones Unidas no son vinculantes y que no tenía nada que hacer.
¿Qué decía el Comité?
Reconocía expresamente la responsabilidad del Estado en el asesinato de mi hija. Detectó áreas de mejora e hizo recomendaciones muy concretas al poder ejecutivo, al judicial y al legislativo, para que aseguraran que un caso como el mío no volviera a suceder. Pedía que se se hicieran legislaciones específicas que impidieran que los padres acusados de maltrato pudieran tener visitas no vigiladas con sus hijos. Pedía que se me recompensara como forma de reconocer los errores y que España investigara los fallos en el sistema judicial. Pero nada de esto fue tenido en cuenta. Cosa que no entiendo. No entendemos ni yo, ni las abogadas que me apoyan.
¿En qué punto está tu caso ahora? He vuelto al punto de partida. Al punto cero, sin saber si algún día terminará. Con mis abogadas [la letrada y consitucionalista Ana María Ruiz-Tagle y la organización Women´s Link Worldwide] hemos reclamado a la Audiencia Nacional la indemnización que pedía Naciones Unidas. Sin embargo, me la negaron porque consideran que es un caso ya juzgado, sin tener en cuenta la resolución de la CEDAW. Ahora el trámite se encuentra en la sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo. Me están obligando a padecer todo de nuevo. Volver a pasar por lo mismo. Me siento maltratada por la justicia. Lo que tengo claro es que no dejaré de luchar hasta que se reconozca que el Estado me falló a mi y a mi hija y estoy dispuesta a seguir esta lucha para que ninguna madre ni ningún hijo tengan que volver a pasar por esto.
¿Qué aconsejarías a una mujer que sea obligada a permitir visitas no vigiladas con un padre maltratador? Que se vaya de España. Yo hoy me iría de España lo más lejos posible, sin pensarlo. De hecho, muchísimas veces me arrepiento de no haberlo hecho. En aquella época no lo pensé. Pensé algo peor, y también me arrepiento.
(Foto: Ángeles Gonzalez Carreño)