Cuando Julio Anguita apostó a primeros de abril por la refundación de Izquierda Unida después del terremoto del 9-M, escribió otro documento paralelo. El primero, el que pontificaba sobre cómo remontar la crisis de IU, trascendió. El segundo, en el que hacía lo mismo con el Partido Comunista de España (PCE), circuló entre los […]
Cuando Julio Anguita apostó a primeros de abril por la refundación de Izquierda Unida después del terremoto del 9-M, escribió otro documento paralelo. El primero, el que pontificaba sobre cómo remontar la crisis de IU, trascendió. El segundo, en el que hacía lo mismo con el Partido Comunista de España (PCE), circuló entre los dirigentes, pero no ha saltado esa frontera. Consumo interno, no externo.
El documento, de ocho folios, al que ha tenido acceso Público, también sitúa al PCE en el disparadero. Anguita le amonesta. Le pide que se refunde. Que cambie en su XVIII Congreso, en junio de 2009. Sólo así podrá salvar las «contradicciones internas» con IU y «la duplicación de funciones» y, a la postre, evitará sentirse «total rehén» de la federación.
El ex coordinador de IU plantea dos vías de renovación. La primera, «la creación de una fuerza política de carácter, nombre y entidad marxistas que, recogiendo la herencia del PCE, supusiese la evidencia de una nueva fase». Y la segunda, «la creación de un PCE que, manteniendo su nombre, incorporase en sus siglas indicadores de su refundación en aras de la actualización de las tareas revolucionarias».
Aparato delgado y cohesionado
El partido, juzga Anguita, no puede pararse. Ha de digerir su identidad. «Si el PCE continúa apostando por IU […] tiene que asumir que su estructura organizativa y su función política irrenunciables deben cambiar», señala el texto. En otros términos, el PCE ha de adelgazar su cúpula y rediseñar sus prioridades. El ex líder de IU postula la reconversión hacia un «partido de cuadros», que «no es en absoluto una organización de élite o de cierta aristocracia de la izquierda», sino un aparato fuerte, «cohesionado» y «especializado» en el análisis en áreas medulares de lucha.
El tránsito a un partido de cuadros, utilizando las palabras de Anguita, «significa un cambio total en la metodología de trabajo, en las características y tipo de militancia». Asimismo, supone la «implicación de sus miembros en frentes de trabajo específicos: organizaciones de masas, culturales, científicas…».
Estar «en el sitio justo»
El PCE debe forjarse como un potente think tank, un laboratorio de ideas para IU, diferenciándose de ella. Anguita lo llama «saber estar en el sitio justo», vistas las guerras eternas. Más claro: «Desde el PCE han procedido siempre los elementos y propuestas que han creado las crisis en IU y cuestionado su proyecto». Así, el partido tendrá que hacer valer su «aportación para el análisis, la decisión y la aplicación». Los comunistas son, «desde la reflexión», «los impulsores» de la transformación de la sociedad.
El texto pesa en el PCE. Anguita no está en política activa, pero goza de predicamento interno. Nadie lo duda.
DIFÍCIL CONVIVENCIA
Un perfil al albur de la IX Asamblea de IU
La siguiente batalla // La reconstrucción de la izquierda del PSOE no acaba con la IX Asamblea de IU, el 15 y 16 de este mes. Seguirá con el XVIII Congreso Federal del PCE, en 2009. Pocos dudan de que el perfil y la ejecutiva del futuro partido estará condicionada por el grado de influencia que consiga en IU. Francisco Frutos, el secretario general del PCE, anunció en mayo que no concurrirá a la reelección.
Lectura funesta // En abril, en el documento gemelo sobre IU, Anguita explicó las razones del declive de la federación por «falta de una línea clara ante la gente» y la existencia de un «programa muerto». Volvía a la idea del «seguidismo» con que el PCE ha fustigado al ya ex coordinador, Gaspar Llamazares, y del que éste siempre se ha defendido.
Un 40% de la federación // El PCE clamó en bloque en su Conferencia Política de junio a ganar «solos» la asamblea de IU. Eso ya será imposible: su peso actual está en torno al 40-44%.
LOS CINCO PILARES DEL DOCUMENTO DE ANGUITA
1. También está en la UCI
«La situación casi terminal de IU afecta al PCE muchísimo más de lo que pudiéramos pensar». Anguita arranca así su reflexión. Recorre la Transición, la «política derechizada» de Felipe González, las «abducciones del PSOE» a líderes de IU y del PCE y las luchas intestinas. «No pudimos, supimos o quisimos culminar la apuesta [por IU] organizando un PCE cohesionado en torno a un esquema más eficaz, ligero e influyente».
2. Un partido teórico
Anguita condena un PCE que «duplica funciones» con IU, «confunde planos de actuación» y se siente «total rehén» de la federación. «Para mí un partido comunista es la organización de una teoría política, un discurso, unos valores, una estrategia y unas alianzas«. Eso requiere «una separación de las urgencias de lo inmediato», es decir, de la acción diaria de IU. Sólo así el PCE será el «fermento de la movilización social».
3. Para frenar sorpresas
El aviso de Anguita al PCE no implica condescencia hacia IU. Es más, un «rearme» ideológico del partido, «con ideas claras» y con una «propuesta alternativa hija de la preparación, el debate y la síntesis» habría evitado la debacle en la federación. Habría bloqueado, aduce, que «dirigentes conocidos del PCE» -en referencia a Llamazares- hicieran «derivar el proyecto de IU a otros derroteros lejanos de su origen».
4. Sin reinos de taifas
La refundación del PCE, como la de IU, no puede ser «endogámica», sostiene, sino que debe mirar fuera. Además, tendrá que redibujarse como «partido de cuadros», agrupado sectorialmente en «frentes de trabajo». Anguita bendice la estructura federal. Ahora bien, «los taifatos deben ser erradicados totalmente». Otra censura al actual PCE, gobernado por los barones territoriales y radicado en Andalucía.
5. Sólo un instrumento
Planteada la propuesta de reconstrucción del PCE, manteniendo o no las siglas, Anguita exige que se afronte el debate «con racionalidad» y «sin escapismos», pues de lo contrario el partido no acabará de asumir su identidad y su papel como motor ideológico. El PCE, razona, «es un instrumento, no un bien en sí mismo». Es decir, no puede constituirse como un arma arrojadiza contra nadie.