En la lista que sigue no están todos los que son, por supuesto, pero sí son todos los que están. Gentes comprometidas personal, social y políticamente con distintas causas silenciadas y manipuladas. Empecemos por lo más cercano. Son Mikel y Bego. Viajan en furgoneta hasta Igumenitsa -Grecia- a aportar su solidaridad y compromiso con quienes […]
En la lista que sigue no están todos los que son, por supuesto, pero sí son todos los que están. Gentes comprometidas personal, social y políticamente con distintas causas silenciadas y manipuladas.
Empecemos por lo más cercano. Son Mikel y Bego. Viajan en furgoneta hasta Igumenitsa -Grecia- a aportar su solidaridad y compromiso con quienes allí sufren pobreza, guerra y abandono. Los desplazados y huidos en la zona son millones. La Europa muro los detiene y hacina por decenas y cientos de miles en campos de internamiento de Grecia, Turquía,… Bego y Mikel han tratado de introducir, escondidos, a ocho de ellos. Hoy son acusados de facilitar la inmigración ilegal y arriesgar la integridad de los refugiados que llevaban en la furgoneta. Ellos reivindicaron directamente esta acción de desobediencia civil, pues creen que los derechos humanos -el derecho de asilo, el derecho a emigrar- no pueden subordinarse a los intereses e hipócrita diplomacia de quienes crean la miseria, alimentan la guerra e imponen la/su ley. Tras ser puestos en libertad bajo fianza Bego ha afirmado: «Lo volveremos a hacer».
En Iparralde, destacados activistas sindicales, ecologistas y de derechos humanos toman el compromiso de participar en las labores de desarme de ETA. Llevan para ello las armas recibidas a un caserío donde iban a proceder a su destrucción y a grabar todo ello en presencia de una cualificada delegación internacional. La víspera, la policía española/francesa revienta la operación deteniendo a cinco personas. La única foto que ésta quiere es la de la rendición incondicional y el arrodillamiento público. Se acusa a los cinco de tenencia y transporte de explosivos y mantener relaciones con ETA. «Éramos totalmente conscientes de lo que hacíamos y lo asumimos», afirman. Miles de personas de todo el arco político (derecha, centro, socialistas, abertzales, izquierda) se manifiestan en Baiona: «¡Libertad para los artesanos de la paz!», reclaman. Buscaban con su acción denunciar el inmovilismo de los gobiernos español y francés y activar a la sociedad civil y lo han logrado con creces.
Mientras tanto en Gasteiz suenan de nuevo los tambores de guerra municipales. El pasado noviembre, el Ayuntamiento -PNV- aprobó iniciar un procedimiento de desahucio contra más de cien personas, jóvenes en su inmensa mayoría, que ocupan y autogestionan Errekaleor, un antiguo barrio sito en las afueras de las afueras de la ciudad. Han reformado los pisos, reabierto el cine, plantado una huerta, arreglado el frontón y han creado además un local de grabación, una sala de concierto, una biblioteca, un bar y una guardería. En Gasteiz, donde hay más de diez mil pisos vacíos, el anterior Ayuntamiento -PP- pretendió derribar todo aquello para prolongar un barrio cercano. El pelotazo no prosperó, pero hoy se vuelve a la carga. El vecindario de Errekaleor está dispuesto a negociar, pero sin el chantaje que supone aceptar un diálogo sometido a la amenaza del desalojo. ¡Continuará!
Estas navidades catorce miembros de las organizaciones juveniles Ernai y Aitzina se encadenan a la vez ante la sede de Instituciones Penitenciarias, en Madrid, y el Palacio de Justicia, en París. El objetivo principal es la denuncia de las medidas de excepción que padecen los presos y presas políticas vascas -aislamiento extremo, dispersión, mantenimiento en la cárcel de enfermos graves…-, que suman así una segunda pena a sumar a la de privación de libertad. Sus familiares y amistades -miles de ellos- padecen también castigos gratuitos e indiscriminados derivados de lo que no es sino una política de venganza y humillación. En Francia ya han sido condenados a multas de 500 y 1000 euros por manifestación ilegal y negativa a ser identificados. En el Estado español la Ley Mordaza y el Código Penal reformado son un chicle -¡Altsasu!- que puede dar de sí para cualquier cosa. Veremos como acaba todo esto.
Al igual que en Euskal Herria, casos similares a los relatados se han dado también en Catalunya, Madrid, Andalucía…. Instituciones y medios tratan de ocultar su existencia, desdibujar sus contenidos y diluirlos en un maremagnum de frivolidades, canutazos de pasillo congresual y tertulias de todo a cien. Pero son ese tipo de acciones las que, en última instancia, tras abrirse paso y extenderse, acaban escribiendo las mejores páginas de nuestra historia. No despreciamos la necesidad de la actividad institucional, ni por asomo, pero vayan siempre los bueyes tirando del carro, no al revés. Y tirar del carro supone activar el protagonismo popular, la resistencia activa y la desobediencia civil por encima de la exclusividad y monopolio de las estrechas y, en muchos casos, tramposas vías institucionales. Cada cosa en su sitio.
Solo quienes detentan el poder identifican legalidad y justicia. Porque legal es, pero no justo, que pensiones de 600, 800 o 1000 euros suban hoy un 0,25% perdiendo poder adquisitivo, mientras que banqueros y ejecutivos del IBEX-35 se jubilan con decenas de millones de euros de indemnización: Y legal es, pero tampoco justo, que los secuestradores, torturadores y asesinos del GAL cumplieran de promedio menos del diez por ciento de sus penas y, sin embargo, se niegue hoy a los presos políticos vascos y vascas y sus familiares los más elementales derechos humanos que como personas les corresponden.
Por eso, cuando las fronteras se convierten en muros, las leyes en trampa, los tribunales en parodia y los gobiernos en pura imposición; cuando se afirman las unidades patrias como verdades de fe indisolubles e indivisibles y el derecho a consultar, decidir y refrendar es patente y propiedad exclusiva del poder, negándose su uso a gentes y naciones; cuando el derecho a la propiedad, a la ganancia y al botín carece legalmente de límite alguno y se estrechan a la vez los derechos humanos y sociales…, la vía de la resistencia y la desobediencia civil se convierte en derecho fundamental y deber ciudadano.
Últimamente hemos desviado bastante nuestra atención de la calle a la institución, de la plaza al twitter. Nos sobra televisión y móvil y nos falta roce y conchabeo. Aumentan las horas de pasiva contemplación y se reducen las de activa creación. Retornan de nuevo profetas, dioses y religiones verdaderas con sus credos y liturgias renovadas, mientras olvidamos la siempre actual letra de la Internacional: «Ni en dioses, reyes, ni tribunos está el supremo salvador; unidos todos construiremos el esfuerzo redentor». ¡Larga vida pues a todas las Bego, Mikelón, Ernai, Aintzina, Errekaleor y Artesanos de la Paz! ¡Hala bedi!
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