El pasado sábado miles de personas se involucraron en una nueva forma de hacer política. Baiona se convirtió en el epicentro de una demanda popular en torno al desarme, plasmada en la implicación de multitud de agentes sociales y personas a nivel particular, los llamados «artesanos de la paz». La lógica de las personas ante […]
El pasado sábado miles de personas se involucraron en una nueva forma de hacer política. Baiona se convirtió en el epicentro de una demanda popular en torno al desarme, plasmada en la implicación de multitud de agentes sociales y personas a nivel particular, los llamados «artesanos de la paz». La lógica de las personas ante algo bueno para todos supera con creces las imposiciones y tr abas que desde el estado español venimos sufriendo para construir una sociedad armónica. A la par, la derecha mediática trataba de desvirtuar la importancia del acto, dotando al universo informativo de noticias aparentemente tan importantes o más. A lo largo de la historia es una práctica habitual.
Mediática mente, los artesanos de la paz, tuvieron en frente la inauguración de la línea tres del metro. La plana mayor de las instituciones reivindicando el metro como verdadero motor de la política vasca. Sin duda estábamos viendo atónitos ante el televisor, el renacimiento del nacionalismo «underground». En un día en que todo lo importante surgió desde el interior de la tierra, la llegada del sub urbano trataba de eclipsar la implicación personal y plural de los ciudadanos del otro lado de la muga.
Mientras el estado francés y este grupo de «artisans» se involucraban durante años en la solución efectiva a problemas técnicos relativos a la convivencia y al final de la violencia, desde la CAV se decidía una ausencia institucional medida, donde la inauguración de la línea tres del metro, iba a ser proyectado por sus portavoces, como el hito político fundamental del fin de semana. En Francia solo el partido de Jean Marie Lepen iba a boicotear el acto y en el estado español solo Ciudadanos y el PP, sin embargo en la CAV, se trataba de menospreciar un día tan significativo en la historia vasca y en Nafarroa, Geroa Bai enfriaba el ánimo sin llegar a la efervescencia patriótica que insuflaban en sus discursos PP-UPN y PSN.
Nada nuevo bajo el sol. ¿O sí? Cercanos como estamos ante el Aberri eguna, teniendo el PNV un pacto cerrado con el PP en Madrid, cuya presentación pretende dilatar para no hacerlo coincidir en el tiempo con el habitual discurso folclórico de la fecha, echemos la vista atrás para ver que acontecimientos narraba la prensa ante situaciones políticas potentes del pasado.
El 19 de julio de 1936 la Gaceta del Norte llevaba a su página tres la noticia de la sublevación militar. Además la otorgaba el mismo rango que al procesamiento de cuatro personas por el asesinato de Calvo Sotelo. También lo equiparaba con sendos manifiestos del partido comunista y del PSOE. Parecía que el levantamiento era un echo más dentro de la amalgama de noticias del día.
El 20 de julio de 1936 el diario El Nervión llevaba a portada las noticias sobre el alzamiento, sin embargo la foto principal era sobre «del teatro a la pantalla» de Rafael Rivelles. Nadie tenia claro quién estaba actuando en dicha portada.
ABC publicaba el dos de mayo de 1945: «Adolfo Hitler murió ayer tarde en la cancillería de Berlín luchando hasta el último momento contra las fuerza comunistas». La Gaceta hablaba de la muerte pero aportaba dos importantes datos, por un lado su sucesor iba a ser el «gran almirante Doenitz» y que el Papa solicitaba el cese de las hostilidades justo a tiempo.
También la gaceta anunciaba a bombo y platillo el día 20 de noviembre de 1975 que «Franco había muerto». Le definía en portada como «un individuo singular capaz de ordenar el caos reinante y de vigorizar aquel cuerpo maltrecho que era España». En la página tres también se hablaba de transporte y se ensalzaba que «por el temporal se iban a suspender los servicios de motoras entre Las Arenas y Portugalete». Otra vez transporte y política en diferentes medidas, pero esta vez sin duda, en su «justa medida» pues nada minusvaloraba la muerte del generalísimo.
El 26 de octubre de 1979 ABC titulaba «país vasco y Cataluña ya tienen estatutos». En una portada negra entera con un círculo blanco con el titular. Anunciaba también en su página 13 que Herri Batasuna mantenía su nivel de influencia y también en la página 16 anunciaba el intento de agresión a varios periodistas al confundirlos con «miembros de Herri Batasuna». Sin duda lo negro y sim ple de su portada se coordinaba sin ambages con la justificación implícita de la violencia del resto de noticias.
El seis de abril de 1989 el País titulaba «La intervención de Argel abre el camino a la reanudación del diálogo con ETA». El día en que se rom pía el primer intento de negociación serio con ETA militar, «el buitre» aparecía en portada juntando las manos a modo de oración por el empate del Madrid en el Bernabéu. Sin duda la esperanza era lo que parecía llenar la portada de este conocido diario madrileño. Para otros quizás, era la calma que precedía a la tempestad.
El 17 de septiembre de 1998 el Diario el País daba cobertura a la tregua indefinida de ETA, en ella la organización anunciaba que se daban las condiciones para avanzar hacia la independencia. Almunia pedía una reunión urgente a Aznar para cerrar un comunicado conjunto. Quizás de esas reuniones apresuradas surgieron aznaridades como Movimiento de Liberación Nacional Vasco. Era la primera vez que los periódicos daban portada y esplendor a este tipo de noticias. El 19 de marzo de 2006 El País publicaba también en portada el alto el fuego permanente de ETA. Aparecía la foto de la lectura del comunicado.
El 20 de octubre de 2011 todos los diarios celebraban con sus portadas el cese definitivo de la actividad armada de ETA. Todos menos el ABC que nos avisaba indirectamente de la estrategia de la derecha: «ETA ni se disuelve, ni entrega sus armas». Muchos de ellos compartían portadas con la muerte de Muamar el Gadafi, antiguo e íntimo amigo de Felipe González ante el cual hizo de mediador en el pasado. Parecía que la prensa era mayor de edad y por fin encaraba de frente los principales hitos políticos a nivel internacional.
El domingo 09 de abril de 2017 El Correo hablaba de «entrega de armas» de ETA y de que el metro «seguía creciendo». Sin duda la línea tres del metro llenaba de jolgorio y satisfacción a los nuevos usuarios y ya se sabe, ante algo positivo y activo, el sellado de materiales inservibles a corto plazo no tiene espacio mediático comparable. Siempre lo utilizable se impone a lo inútil. ¿O socialmente no es así?
Ante esta lógica irrefutable del periodismo objetivo, algunos líderes políticos, sabedores de esta historia, no les ha quedado más remedio que unirse al suburbano, inaugurando lo que en Londres definirían como «nacionalismo underground». Sin pelucas y con aspecto más de visita al parque de atracciones de Artxanda que de Beatles, los inquilinos de las principales casas institucionales del país, no han creído conveniente poner fin a la tradición mediática de los periódicos conservadores españoles y se han incorporado a la lógica inapelable de Confucio: «Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden apreciarla».
Es normal. Se aproxima el Aberri eguna y ante tanto pacto trasversal del Manzanares, lo mejor es que el mensaje sea dirigido hacia el interior de la tierra. No vaya ser que algún periodista lo oiga y decida ponerlo en portada junto a la próxima inauguración de la parada de taxis de Villaverde de Trucios. No vaya a ser que los artesanos de la paz se tengan que enfrentar a los redactores de la guerra. A estos últimos ya les conocemos desde hace muchos años, pero gracias a ellos sabemos que el nacionalismo 3.0, tan mediático, tan ligado a redes sociales, tan moderno y trasversal, mira más hacia el centro de la tierra que hacia el futuro en libertad.
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