«La socialdemocracia se caracteriza por ser la única filosofía de la vida que permite hacer lo contrario de lo que predica en nombre de lo que predica» El 14 de diciembre de 1988 se produjo la primera gran Huelga General de la Democracia frente a la reforma laboral del gobierno de Felipe González. Movilización a […]
El 14 de diciembre de 1988 se produjo la primera gran Huelga General de la Democracia frente a la reforma laboral del gobierno de Felipe González. Movilización a la que se acudía con el antecedente del Referéndum por la permanencia en la OTAN en 1984, que, a pesar de una amplia oposición, ganó aquel gobierno del PSOE [formado por los mismos que poco tiempo atrás mostraron su oposición a la permanencia de España en esa alianza militar de los países satélites de EEUU]. En realidad, aquella Huelga también había tenido como la actual un largo recorrido…
La beautiful people y los orígenes de la Huelga del 14-D
Como se sabe, el proyecto socialdemócrata, que inspiraba tímidamente al PSOE desde su victoria electoral de octubre de 1982, va languideciendo. Hasta ese momento es una estructura casi vacía, escaso de militancia, lo que suple con los apoyos desde el exterior: el SPD alemán y el Partido Demócrata de EEUU. Pero a partir de su llegada al gobierno la situación cambia. Se multiplica la oferta de cargos y aumenta su militancia… Menos entre sus bases obreras que entre lo que se llamó la beautiful people [oportunistas ávidos de dinero fácil], que van a tener influencia decisiva sobre todo en el campo económico. La «modernización de la sociedad» sustituye como concepto a otros como «lucha de clases» o»emancipación de los trabajadores», que a la sazón pasan a ser considerados «antiguos» o «arcaicos». Prédica que continúa hoy, cuando los discursos se han alambicado y sofisticado hasta vaciarse prácticamente de contenido. También se llegó a decir que «es socialismo todo lo que hacen los socialistas, es decir el PSOE», con una estructura de obediencia al jefe y cierre de filas -cuando lo sustancial, el poder, está en juego- que acalla las voces críticas, expulsándolas al exterior.
A finales de 1986 el ministro socialista Solchaga lanzó a la palestra «27 medidas flexibilizadoras de los mercados», haciendo hincapié -claro está- en la reforma del llamado mercado laboral. Estas medidas, entre otras, consistían en:
1.- Eliminación del salario mínimo interprofesional o establecimiento de uno inferior al existente hasta entonces; 2.- Eliminación de bases mínimas de cotización a la Seguridad Social; 3.- Agilización de los expedientes de regulación de empleo; 4.- Reducción en cinco puntos de la cotización empresarial a la Seguridad Social; 5.- Abaratamiento del coste de los despidos…
En resumen: mayores beneficios fiscales para los empresarios, eliminar elementos de control sindical de cara a los despidos; flexibilización en horarios, turnos de trabajo, etc. siguiendo el criterio de aumentar la productividad reduciendo los empleos, su calidad y las condiciones laborales, sin intervenir en temas como la energía, la formación o la I+D. El contrato de inserción de los jóvenes que, entre otras desregulaciones, abarataba la contratación de éstos, fue el detonante de la respuesta de los trabajadores.
¿Les suena la música? Más de dos décadas después la filosofía es la misma que en segunda mitad de los años ochenta. Incluso la táctica utilizada por el Gobierno del PSOE de entonces era muy similar a la de ahora: situarse aparentemente en una «equidistancia» entre las posiciones de la patronal y las de los sindicatos, cuando son las posiciones de los primeros las que se defendían y se defienden a la hora de la verdad.
Desarrollo, consecuencias y actualidad de la Huelga
La Huelga del 14 de diciembre de 1988 se llevó a cabo a partir de la unidad de acción sindical y fue un gran éxito, lo que obligó al gobierno a replantear algunas de sus propuestas. Esta unidad continuaría posteriormente, con ligeros paréntesis, hasta la actualidad.
La Huelga supuso también la ruptura entre la UGT y el PSOE, lo que se ejemplificó en los votos de Nicolás Redondo y Cándido Méndez en contra de la reforma laboral en el Congreso. Lo que desembocó en varios intentos de desestabilizar a la UGT en relación con el caso de la promotora sindical de viviendas PSV y otros. No eran sólo enfrentamientos personales sino visiones diferentes: o la aplicación de recetas neoliberales o el logro de un estado de bienestar de verdad con derechos y coberturas sociales para los mas desprotegidos… o el desmantelamiento y la subsidiaridad del Estado frente a los servicios privados, como persigue el neoliberalismo, o el fortalecimiento del sector público de la economía, como debería defender una izquierda digna de tal nombre. Todo esto lo resumió muy bien Nicolás Redondo en su respuesta a Carlos Solchaga, por entonces ministro de Economía del gobierno del PSOE presidido por Felipe González:
«Tu problema son los trabajadores», para apostillar en otro lugar: «Nunca tan pocos destrozaron las ilusiones de tantos»
Otro común denominador de la situación de entonces y de la de ahora es que el PSOE nunca tuvo la voluntad real de enfrentarse a los grandes poderes, tanto los exteriores como los internos. Por supuesto que el diálogo, la negociación, incluso el acuerdo son buenos. Pero el tema es con quién te sientes más a gusto, qué intereses representas. Allá con el FMI, aquí con la CEOE y con la gran banca… y además en nombre de los desprotegidos, de los trabajadores, los jóvenes, de los parados.
Una de las fuentes del crecimiento en la historia del desarrollismo franquista continuó, la explotación del turismo de sol y playa. El neoliberalismo español 1982-2010, implementado por sucesivos gobiernos del PSOE y del PP, sólo ha aportado tres nuevas fuentes de riqueza: la llegada del dinero extranjero para algunos de los sectores de alto valor añadido (industria automovilística, electrónica, informática) y dinero de la Unión Europea para infraestructuras y para subvencionar la desarticulación de sectores industriales, agrícolas y pesqueros; a lo que siguieron las privatizaciones de empresas, bienes y servicios… y todo ello combinado con la llamada cultura del ladrillo y del crédito basura, burbujas que cuando se ha desinflado han dejado al aire nuestras vergüenzas: la desequilibrada y deficiente estructura productiva de este país. Y ahora asistimos a la repetición, a una vuelta de tuerca más sobre los mismos, los trabajadores, cuya rebaja de derechos y salarios son la única fuente de productividad para nuestra clase política hegemónica y los grandes empresarios. (Energía, Formación, I+D+i, banca pública… ¿qué es eso?, se preguntan).
Como diría hace ya algunos años Juan José Millás: «La socialdemocracia se caracteriza por ser la única filosofía de la vida que permite hacer lo contrario de lo que predica en nombre de lo que predica» (Tonto, muerto, bastardo e invisible, 1995, p. 219).
Seguimos en lo mismo, hay razones para la Huelga del 29 S… ¡Yo voy!
José Gabriel Zurbano es historiador.
http://ciudad-futura.net/2010/09/21/14d-29s/
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