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El discurso político y la inmigración

Antes y después de las elecciones

Fuentes: Berria

Traducido para Rebelión por Daniel Escribano

La inmigración ha sido otra vez, tanto en las elecciones a las Cortes del Estado español como en las elecciones locales y cantonales del Estado francés, la cuestión más notoria de la campaña. No es nuevo el servirse de la inmigración como tema electoral; al contrario, en los últimos años ha habido, en muchos estados europeos, una tendencia absoluta a ello. La diferencia entre unas y otras elecciones acaso resida en la dureza de los discursos utilizados. En cada elección nos dejan atónitos por las nuevas propuestas de controlar y criminalizar el fenómeno de la migración.

Es cierto que fueron los partidos ubicados en la extrema derecha quienes empezaron a utilizar discursos xenófobos y racistas, atizando los sentimientos patrióticos y el miedo del electorado. Sin embargo, y sobre todo como consecuencia de los buenos resultados que obtuvieron esos partidos, todos han asumido, más o menos, un discurso semejante hasta convertirlo en fuste de los programas electorales y en tema insoslayable de los debates entre los candidatos.

En cualquier caso, debemos recordar que de una campaña a otra, durante la gestión de unos u otros gobiernos, se diseñan y aplican políticas sobre la migración. Esas políticas son cada vez más restrictivas: control de fronteras exteriores de la Unión Europea hasta los países origen de la emigración; reducción del derecho de asilo político hasta dejarlo en meramente testimonial; cierre gradual de las vías de regularización; criminalización de la propia migración mediante la ley y los medios de comunicación, etc., etc. Esas políticas, además, las han decidido y aplicado tanto gobiernos de derecha como socialdemócratas.

En lo atinente a la inmigración, lo mismo que respecto a tantos otros temas, las formas que utilizan distingue a unos de otros; es decir, los modos que siguen para tratar el tema. Los de derecha, por ejemplo, lo han encarado de una forma más tosca imposible, hasta presentar a la propia socialdemocracia como la principal defensora de las libertades, a pesar de que las políticas de ésta tengan también el control como base. No podemos esperar nada bueno de Sarkozy. Pero el gobierno socialista de España tampoco nos deja grandes motivos para la esperanza. Muestra de ello son los cuatro años de gobierno hasta ahora. Además, ha dejado el terreno abonado para la próxima reforma restrictiva de la Ley de extranjería. De los nacionalistas de derecha tampoco se puede esperar mayor sensibilidad, pues seguramente le ofrecerán su apoyo para gobernar. El PNV, CC y CiU defendieron en el Senado una reforma que pone los pelos de punta. Esa propuesta se detuvo en el Congreso, pero nos sirve para ver por dónde puede ir la reforma que se nos viene encima.

El Gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca ya ha empezado a preparar el terreno: ha puesto, por ejemplo, la condición de estar empadronado un año en el lugar para poder recibir servicios sociales, con la opción de pedir un período más largo y/u otras exigencias adicionales. Según parece, la reforma de la Ley de extranjería dificultará el empadronamiento, sobre todo el de las personas que están en situación irregular, y todo ello implicará consecuencias de toda gravedad. En cualquier caso, deberemos observar atentamente todos los ámbitos de gestión, para que no se den pasos atrás importantes en derechos fundamentales que a estas alturas considerábamos asumidos.

Berria, 20 de marzo de 2008